La amnist¨ªa militar
La noticia de que el proyecto de ley de Amnist¨ªa alcanza a los oficiales condenados hace dos a?os por su pertenencia a la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica, pero que, sin embargo, se va a impedir a los amnistiados el reingreso en el servicio activo en el Ej¨¦rcito me trae al recuerdo una an¨¦cdota de la que fui protagonista pero que rebasa el car¨¢cter meramente personal.En noviembre de 1955 ingres¨¦, por oposici¨®n, en el Cuerpo Jur¨ªdico del Ej¨¦rcito del Aire. Pocos meses despu¨¦s, en febrero de 1956, fui procesado por actividades pol¨ªticas. Se me permiti¨® terminarel curso en la Academia del Cuerpo Jur¨ªdico del Aire y hacer los meses de campamento preceptivos. Pero mi procesamiento impidi¨® que pudiera incorporarme al servicio activo terminado el curso y ser promovido al grado de teniente; situaci¨®n que se agrav¨® al ser procesado de nuevo, tambi¨¦n por actividades pol¨ªticas, en enero de 1958. El indulto dado en el oto?o de 1958, tras el fallecimiento de P¨ªo XII, dispuso el sobreseimiento de todos los procesados cuya petici¨®n fiscal no sobrepasara los dos a?os. De esta forma, en 1960 me encontr¨¦ en una situaci¨®n singular: fui sobrese¨ªdo en las dos causas pendientes por tener una petici¨®n fiscal inferior a dos a?os, pero no fui declarado ni inocente ni culpable.
A ra¨ªz de esos sobreseimientos fui llamado por un alto grado del Cuerpo Jur¨ªdico del Aire, que me indic¨® que, si bien jur¨ªdicamente me hallaba en condiciones de ser promovido al grado de teniente, mi incorporaci¨®n planteaba problemas pol¨ªticos: ?Las Fuerzas Armadas, me vino a decir, acatan la legalidad vigente y la teor¨ªa pol¨ªtica que la justifica; resultar¨ªa incongruente que quien, como usted, es sospechoso de haber infrir¨ªgido la primera y p¨²blicamente cuestiona la segunda, siga en las filas del Ej¨¦rcito?
Independientemente de su buen fundamento pol¨ªtico y jur¨ªdico, la argumentaci¨®n me result¨® lo suficientemente persuasiva como para llevarme a pedir de inmediato la baja en el Ej¨¦rcito. Pero ahora, recordando aquella conversaci¨®n que prejuzg¨® mi decisi¨®n de pedir la baja, me pregunto c¨®mo a un grupo de oficiales, que arriesgaron su carrera por la defensa de los principios democr¨¢ticos, se les niega el reingreso en unas Fuerzas Armadas cuya misi¨®n es proteger y defender unas instituciones que, desde el 15 de diciembre de 1976, descansan precisamente sobre tales principios. Y tambi¨¦n me pregunto si el Ej¨¦rcito de un pais democr¨¢tico puede, en cambio, tolerar dentro de sus filas a quienes cuestionan abiertamente tanto la legalidad vigente como la teor¨ªa pol¨ªtica que la justifica. Tal vez el razonamiento que me llev¨® a causar baja en las Fuerzas Armadas bajo el r¨¦gimen de Franco pudiera resultar igualmente persuasivo para quienes ahora se puedan mostrar hostiles a un Estado constitucional y democr¨¢tico.
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