Carter y Torrijos intentan salvar el tratado sobre Panam¨¢
Preocupados por encontrar una f¨®rmula que les permita, en palabras del presidente norteamericano, Jimmy Carter, ?vender el mismo producto en dos mercados diferentes?, el presidente estadounidense y el jefe del Gobierno paname?o, Omar Torrijos, se entrevistaron ayer en la Casa Blanca para ?clarificar? algunos t¨¦rminos ambiguos del nuevo tratado sobre el canal de Panam¨¢.
El general Torrijos lleg¨® a Washington, por invitaci¨®n de Jimmy Carter, en su viaje de retorno a Panam¨¢, despu¨¦s de una gira por Europa y Oriente Pr¨®ximo. La entrevista entre los dos l¨ªderes se consider¨® necesaria ante la creciente oposici¨®n que est¨¢ sufriendo el nuevo acuerdo por parte de los medios conservadores norteamericanos y que amenaza con impedir la ratificaci¨®n del mismo por el Senado estadounidense.
El problema principal radica en las diferentes interpretaciones que hace cada parte de los t¨¦rminos, deliberadamente ambiguos, en los que se hace referencia al derecho de Estados Unidos de defender militarmente el canal despu¨¦s del a?o 2.000, cuando ¨¦ste sea de plena soberan¨ªa paname?a. Mientras que los defensores del tratado en Norteam¨¦rica dicen que tal derecho de intervenci¨®n se desprende del texto del mismo, en Panam¨¢ se argumenta que tal intervenci¨®n ser¨ªa una injerencia en los asuntos internos de otro pa¨ªs.
Retraso en el comunicado
En su conferencia de prensa del jueves, Carter reconoci¨® que el tratado necesitaba alg¨²n tipo de clarificaci¨®n, especialmente en v¨ªsperas del refer¨¦ndum que se celebrar¨¢ el d¨ªa 23 en Panam¨¢ para ratificar el acuerdo. El presidente indic¨® que tales aclaraciones se incluir¨ªan muy probablemente en un comunicado conjunto hecho p¨²blico despu¨¦s de la entrevista de ayer.Sin embargo, tras el encuentro de noventa minutos mantenido por Carter y Torrijos, tal declaraci¨®n brill¨® por su ausencia. Negociadores paname?os y norteamericanos continuaban reunidos en la tarde de ayer y no se descartaba la posibilidad de que el comunicado conjunto se diera a conocer en la madrugada del s¨¢bado, hora espa?ola. Este retraso podr¨ªa significar que las diferencias de interpretaci¨®n del tratado son m¨¢s profundas de lo que se esperaba.
En cualquier caso, ni Carter ni Torrijos pueden ahora modificar el texto de un acuerdo que se firm¨® solemnemente en Washington el pasado 7 de septiembre y en presencia de la mayor¨ªa de los dirigentes latinoamericanos. La ¨²nica forma de ?vender el producto? ser¨¢ a trav¨¦s de la esperada declaraci¨®n conjunta, suponiendo que ¨¦sta sea lo suficientemente clarificadora del derecho de intervenci¨®n militar estadounidense como para acallar a los detractores del tratado.
Mientras que una reciente encuesta se?ala que 240 generales, y almirantes de las fuerzas armadas norteamericanas se oponen a la ratificaci¨®n del nuevo tratado, para lo cual se necesitan los votos de dos tercios del Senado, un grupo de representantes conservadores intentaba conseguir una sentencia del Tribunal Supremo, por la que la cesi¨®n de la soberan¨ªa sobre el canal se considere como enajenaci¨®n de territorio nacional y precise, por tanto, de la aprobaci¨®n de las dos C¨¢maras legislativas en vez de solamente la del Senado.
Dos antiguos secretarios de Estado, Dean Rusk y Henry Kissinger, testificaron ayer ante el comit¨¦ senatorial encargado de discutir el tratado, y se mostraron favorables al mismo, aunque Rusk critic¨® la poca habilidad con que la Administraci¨®n Carter hab¨ªa manejado el problema. Por su parte, Kissinger dijo que el derecho de intervenci¨®n militar estaba impl¨ªcito en el tratado, si bien los t¨¦rminos en que est¨¢ expresado son un tanto ambiguos. ?Pero la ambig¨¹edad es, por supuesto, la esencia de la diplomacia?, a?adi¨®.
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