Pablo Palazuelo
Ha saltado la sorpresa en los medios de la pl¨¢stica: el pintor Pablo Palazuelo expone en Barcelona trece soberbias esculturas que, si dicen obvia relaci¨®n con su que hacer antecedente, adquieren al propio tiempo la forma de lo inesperado, incluso (tuve ocasi¨®n de comprobarlo) para quienes alardean de puntual informaci¨®n. El hecho se torna doblemente sorpresivo, de atender a la pulcritud, a la atinada elecci¨®n y trato conveniente de los materiales, a la l¨²cida concepci¨®n y entidad perfectiva con que las trece esculturas de Palazuelo han visto la primera luz; que, por conocimiento y oficio, m¨¢s que muestras primerizas, las aqu¨ª y ahora expuestas dij¨¦ranse obras de plenitud.Obras son de plenitud. El dato de que ¨¦sta constituya su primera exposici¨®n de escultura, en modo alguno quiere decir que Pablo Palazuelo haya dejado de probar, desde fecha lejana, la experiencia creadora en las tres dimensiones. La verdad es que tendr¨ªamos que remontarnos al a?o 54 para dar con su primera expresi¨®n escult¨®rica, y recorrer la d¨¦cada siguiente tras la. pista y hallazgo de otros y otros ejercicios volum¨¦tricos. Habr¨ªamos incluso de cuestionar si lo m¨¢s y mejor de su tenaz indagaci¨®n en el plano no ven¨ªa realmente exigiendo su inserci¨®n perentoria, su adecuada instauraci¨®n en lo alto, lo ancho y lo profundo.
Pablo Palazuelo
Galer¨ªa MaeghtMontcada, 25. Barcelona
El mero comparar cualquiera de las admirables pinturas de Palazuelo con cualquiera de las, esculturas que ahora suscitan nuestra admiraci¨®n equivale a advertir natural proximidad, la propincuidad, la inminencia de parentesco entre unas y otras. Una ley imperiosa tiende a concentrar, a coagular, a endurecer las formas planas de Palazuelo, en trance siempre de saltar hacia la plena posesi¨®n del volumen, y otra ley, no menos esclarecedora y exigente, viene a explicarnos c¨®mo el volumen puede a su vez ser objeto de paulatina, morosa y aquilatada reducci¨®n al plano. No hay l¨ªmites entre lo uno y lo otro, porque Palazuelo se ha cuidado, y sigue cuid¨¢ndose, de transgredir todo l¨ªmite.
El arte de Palazuelo se funda en un acto de perpetua transgresi¨®n. Correspondencia y vibraci¨®n de sus formas toman su origen de un incesante trascender los l¨ªmites de la apariencia, la ley de la l¨®gica y el principio mismo de causalidad. El empleo sistem¨¢tico de la diagonal obedece, seg¨²n declaraci¨®n del propio artista, a que su trazado sugiere el paso arriesgado a otra cosa y ejemplifica la, idea contenida en el prefijo trans: tr¨¢nsito, transposici¨®n, transferencia, transporte, transustancia, transmutaci¨®n, transitividad, translucidez, transcendencia, transgresi¨®n.
Este impenitente transgredir la norma de la l¨®gica, el canon de la casualidad (impuestos por la lente del saber convencional), en modo alguno significa que Palazuelo acepte la pregnancia del azar. Transgresi¨®n, para ¨¦l, es b¨²squeda rigurosa de formas y f¨®rmulas (que ¨¦l denomina moldes de la forma), m¨¢s all¨¢ de su continuidad cuantitativa e inmediata, de su enga?osa conexi¨®n apariencial. A la geometr¨ªa misma de que se vale en el proceso conformador la llama transgeometr¨ªa. Transgredir es, en sus actos e intenciones, concertar dos exigencias que, una lejos de otra, reclaman su equitativo y rec¨ªproco pertenecerse, su feliz encuentro. Pueden ser infinitas las distancias, y harto pr¨®ximas las cualidades de correspondencia e igualdad.
Pablo Palazuelo sabe concertar igualdades y hacer confluir correspondencias por v¨ªa de implacable transgresi¨®n: conectar lo de aqu¨ª con lo de all¨¢, prestar oportuna vi braci¨®n a esto con relaci¨®n a aquello conjugar lo de arriba y lo de abajo para que resplandezca lo la tente, invisible y soterrado del orden universal. A juicio suyo, las energ¨ªas ps¨ªquicas y vitales del individuo se hallan conectadas con las energ¨ªas vitales y ps¨ªquicas de la naturaleza, o vienen a ser un reflejo rec¨ªproco. La imaginaci¨®n activa se comporta como el hilo de pescar lanzado alas aguas oscuras, sin fondo, para capturar un pez (icthus) que a su vez es se?al (icnos), a manera de escucha profunda de lo que de all¨ª procede.
Como el agua del mar, llegada a un punto de extremada concentraci¨®n, de cristalizaci¨®n, de energ¨ªa coagulante, salta, esto es, se convierte en s¨®lida sal (no se olvide que sal, en griego, significa mar), de igual modo saltan las formas que concert¨® Palazuelo de aqu¨ª y de all¨¢, de abajo y de arriba, llegadas a su saz¨®n, hechas visibles, investidas de corporeidad, de presencia entre las cosas. Y cuando la coagulaci¨®n lleg¨® a exceder el molde de la superficie, surgieron, saltaron, estas inesperadas esculturas, cuyo propio fulgor (reflejando, como los espejos esf¨¦ricos de Leibniz, centenares y centenares de palazuelos) constituye la faz de estas trece deslumbrantes esculturas.
Tambi¨¦n ellas responden a un principio de transgresi¨®n o entra?an, tal vez, el grado ¨²ltimo de su pr¨¢ctica a manos y en los afanes de Palazuelo. Se han esfumado los l¨ªmites y ha quedado palmariamente transgredida la tradicional clasificaci¨®n de los g¨¦neros. Fen¨®meno tan evidente como dif¨ªcil de explicar, la bidimensi¨®n va incorporando, paulatinamente endurecida, las tres dimensiones del espacio real, y la extensi¨®n del plano, de tan densa, concentrada y coagulada..., termina por estallar, por saltar, por cristalizarse en las m¨¢s variadas y resplandecientes facetas del volumen pleno y del volumen vac¨ªo.
Corporeidad
Las esculturas de Palazuelo suponen un tajante ment¨ªs a cuantos han venido com¨²nmente interpretando sus pinturas, grabados y dibujos como meras definiciones lineales, sin percatarse de la dura corporeidad con que fueron engendradas. ?De qu¨¦ especie es esta corporeidad? La de la piedra preciosa, diamante, carbunclo o rub¨ª, cuya soluci¨®n natural, al llegar al l¨ªmite, revestir¨¢ la forma de la reverberaci¨®n, del destello. Y ha sido esa concentrada corporeidad la que, transgredido el l¨ªmite, ha terminado por convertir la bidimensi¨®n endurecida en estas rutilantes piezas de escultura que hoy cautivan nuestro mirar y aleccionan nuestro conocer.Exposici¨®n aut¨¦nticamente aleccionadora que a las probadas artes del gran pintor Palazuelo viene a agregar los, nuevos oficios del gran escultor Palazuelo; nuevos, por cuanto que no ofrecidos hasta ahora a la contemplaci¨®n p¨²blica, pero meditados y ejercidos, en la soledad de su taller, desde comienzos de los a?os cincuenta. Entre los muchos tapices, dibujos, gouaches, aguafuertes y planchas de aguafuertes, de que consta la muestra de Barcelona, han saltado a la luz estas trece concentradas, coaguladas y reverberantes esculturas, y con ellas ha saltado tambi¨¦n la sorpresa para quienes incluso alardean de puntual informaci¨®n.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.