La cuesti¨®n canaria / 4
El actual hombre canario es el precipitado de cinco siglos de singular andadura hist¨®rica. En estos momentos el canario se interroga a fondo por sus se?as de identidad. Los canarios, ?qui¨¦nes somos? Una minor¨ªa importante num¨¦ricamente de las Islas est¨¢ embarcada en una tentativa de mixtificaci¨®n de nuestras ra¨ªces culturales, de manipulaci¨®n de la canariedad. Esta minor¨ªa se mueve en un doble objetivo convergente: nacionalismo en lo pol¨ªtico, africanismo en lo cultural. Conozco muy bien mis islas para poder detectar en estas "nuevas" propuestas el inter¨¦s muy particular de determinadas personas del mundo art¨ªstico-cultural, que quieren salvarse de su mediocridad mediante el lanzamiento de productos culturales ex¨®ticos que tendr¨ªan muy buena acogida en el propio mercado espa?ol. Hay que estar a la ¨²ltima moda. S¨¦ de un escultor canario que har¨¢ un par de a?os lanz¨® una violenta y gratuita diatriba contra la cultura canaria que se hac¨ªa con mil esfuerzos en las islas, de las que dijo no querer saber nada y que ahora se ha descolgado con pat¨¦ticas ?b¨²squedas de la identidad canaria en arquetipos culturales que respondan a nuestro modo de ser, ocultado hasta ahora?. Es el caso -lo habr¨¢ imaginado el lector- de Mart¨ªn Chirino, que ahora se muestra proclive a manifestaciones como la de que ?mis piezas act¨²an en su contexto, en su universo, y vuelven a los viejos signos: A Canarias y Africa. Al viento. A la espiral?.Cultura canaria
Hay un trabajo interesante del escritor grancanario Luis Le¨®n Barreto aparecido este verano en un bolet¨ªn de la Caja Insular de Ahorros -no recuerdo si de Tenerife o Las Palmas- bajo el t¨ªtulo de ?El gran debate de la cultura canaria?, en el que se contienen atinadas observaciones sobre este terna tan controvertido ahora. Yo voy a quedarme con dos citas que de dos grandes escritores mexicanos hace Le¨®n Barreto. Una de Octavio Paz: ?El nacionalismo no s¨®lo es una aberraci¨®n moral: tambi¨¦n es una est¨¦tica falaz.? La otra, de Carlos, Fuentes:? Cuando el futuro es suprimido, el origen ocupa su lugar?. Son dos advertencias que debemos tener en cuenta los canarios en esta hora dif¨ªcil en que hemos de definirnos.
Algunas minor¨ªas intelectuales canarias se han lanzado ahora, por razones mim¨¦ticas y de oportunismo, por unas v¨ªas indigenistas y tercermundistas. En un Congreso de Poes¨ªa Canaria celebrado recientemente en La Laguna hubo quienes postularon una cultura insular libre de la colonizaci¨®n castellana, y que los poetas de las islas partieran de cero e Inscribieran su obra en el Tercer Mundo, al que, seg¨²n ellos, Canarias pertenece. La verdad es que ni Canarias pertenece al Tercer Mundo -si se quiere dar un sentido, controlable a esta expresi¨®n-, ni se puede olvidar toda una tradici¨®n cultural firmemente enraizada en Europa.
Canariedad
La realidad socio-hist¨®rica de las Islas Canarias es el resultado de una singular peripecia hist¨®rica en la que se amalgaman elementos de muy vario origen. A la pregunta: ?los canarios, ?qui¨¦nes somos??, algunos quieren responder descendiendo en sus pesquisas hacia el origen de la actual poblaci¨®n isle?a. Pero esta retracci¨®n de la cuesti¨®n no la resuelve en absoluto. Por una doble raz¨®n. Porque nuestro origen, el de los canarios efectivos y actuales, es plural. Y porque un pueblo no s¨®lo es su pasado, sino su forma y talante de afrontar su futuro. El pasado puede convertirse en peso inerte sin significado. Realmente, el ayer nunca est¨¢ escrito del todo. O como dec¨ªa Carlos Fuentes: ?Cuando el futuro es suprimido, el origen ocupa su lugar.? Las consideraciones meramente antropol¨®gicas, raciales, resultan insuficientes para aclarar en profundidad la esencia misma de la canariedad. Porque existe n¨ªtida una canariedad, una forma espec¨ªfica de ser y sentirse hombre, genuina de los canarios, tan singular o m¨¢s que la de los corsos, los portorrique?os o los sardos, por poner ejemplos de comunidades insulares bien diferenciadas.
La modernidad
Volviendo a mi punto de vista, el destino geo-hist¨®rico que a las Islas Canarias ha impuesto su condici¨®n de herederas de la Atl¨¢ntica -nexo entre los tres continentes-, nos fuerza a analizar, aunque sea brevemente, las relaciones que nuestro archipi¨¦lago ha mantenido con Europa, Am¨¦rica y Africa. Su incorporaci¨®n a la Corona de Castilla en el siglo XV supuso su adscripci¨®n irreversible al mundo y a la cultura de Occidente como parte de una gran naci¨®n europea -Espa?a-, de un pasado azaroso e importante, que ha dejado su impronta en las cinco partes del mundo. Adem¨¢s de nuestra adscripcion irreversible al com¨²n destino nacional espa?ol, de hecho, Canarias ha tenido una clar¨ªsima vocaci¨®n de prolongaci¨®n de Europa. Canarias se incorpor¨® a la vida hist¨®rica en plena modernidad europea, y esta circunstancia ha dejado impreso en el archipi¨¦lago un af¨¢n de modernidad y una vocaci¨®n cosmop¨®lita y progresista reiterada mente ejercida. Es un hecho cierto, comprobable hist¨®ricamente, que Canarias ha vibrado de entusiasmo al conjuro de empresas hist¨®ricas de car¨¢cter liberal y progresistas (Revoluci¨®n de septiembre, I y II Rep¨²blica) de la patria espa?ola, y ha ca¨ªdo en el des¨¢nimo y en la indiferencia en las reca¨ªdas reaccionarias de Espa?a. la m¨¢s reciente y profunda de las cuales fue el franquismo de estos ¨²ltimos cuarenta a?os, que ha dejado a nuestras Islas en grado extremo de postraci¨®n en todos los ¨¢mbitos. De todos es sabido que ha habido muchas ¨¦pocas que Canarias ha mirado m¨¢s a Londres y, Par¨ªs que a Madrid y Sevilla, o C¨¢diz, cuando acontec¨ªa que nuestro proyecto de busca de la modernidad encontraba en aquellas capitales extranjeras su mejor definici¨®n.
La dimensi¨®n americana de Canarias es un hecho incuestionable. El archipi¨¦lago fue el laboratorio y el campo de experimentaci¨®n de la empresa espa?ola en Am¨¦rica. Canarias fue la antesala de Am¨¦rica, y desde luego, toda, interpretaci¨®n ver¨ªdica de las islas ha de partir del hecho b¨¢sico de su nacimiento hist¨®rico como un ensayo de nuevas formas de vida hisp¨¢nicas. Para la colonizaci¨®n de Am¨¦rica hubo un aut¨¦ntico trasplante de instituciones desde Canarias al Nuevo Mundo. Eugenio d'Ors sol¨ªa decir que quien quisiera tener una buena preparaci¨®n para entender Am¨¦rica deber¨ªa pasarse, al menos, un mes en Canarias. De las tres posibilidades continentales -Europa, Am¨¦rica y Africa- que se han abierto desde siempre a Canarias, no hay duda que ha sido la vocaci¨®n americana la m¨¢s cumplida hasta ahora.
Campa?a africanista
Desde esta perspectiva resulta alienante y perturbadora la campa?a que los ?africanistas? de nuevo cu?o est¨¢n lanzando en Canarias para desviar al Insular de su profunda vocaci¨®n americanista. Esto es una atrocidad hist¨®rica y una falsificaci¨®n. Desde esta perspectiva me ha parecido oportun¨ªsima la idea que este a?o han tenido el Rey de Espa?a y el presidente de M¨¦xico de asistir juntos el 12 de octubre a los actos conmemorativos de la Hispanidad, en Canarias. Yo quisiera subrayar estas palabras que el Rey pronunci¨® en el teatro P¨¦rez Gald¨®s, de Las Palmas, porque me parecen una descripci¨®n certera de la profunda dimensi¨®n americana de las Canarias: ?Las Canarias pasaron (tras la recalada de Col¨®n) as¨ª, de ser uno m¨¢s de los archipi¨¦lagos del Atl¨¢ntico -que en la antig¨¹edad. hab¨ªa enardecido la imaginaci¨®n de cosm¨®grafos y marinos- a convertirse en el muelle ¨²ltimo de Espa?a, para la primera flota americana, y en la verdadera prefiguraci¨®n de Am¨¦rica, cuyos climas, tradiciones, artes y hasta acentos musicales de nuestra com¨²n lengua castellana parecen encontrar aqu¨ª su eco. De la misma manera, el archipi¨¦lago es, viniendo de la otra orilla, no la prefiguraci¨®n, sino Espa?a misma, primer puerto de nuestra tierra. Y siempre, durante siglos, una suerte de puente entre Am¨¦rica y Espa?a, que de ambas participa.?
Nuevo enfoque hacia Am¨¦rica
Lo que s¨ª es cierto es que hay que replantear de ra¨ªz la forma de cumplimiento de la vocaci¨®n americanista de Canarias. No parece que sea la persistencia de la emigraci¨®n de los Insulares al Nuevo Mundo, la mejor manera de enfocar nuestras relaciones mutuas. La emigraci¨®n secular del canario hacia Am¨¦rica ha sido muy fruct¨ªfera para aquellas tierras allende el oc¨¦ano, pero para nuestras islas ha sido una experiencia doloros¨ªsima que nadie quiere continuar. Esto se tiene que acabar. Frente a Am¨¦rica es preciso reformar a¨²n m¨¢s nuestros lazos afectivos all¨ª, pero mediante una presencia sazonada de la cultura canaria, al tiempo que es hora ya de comenzar unos fruct¨ªferos contactos econ¨®micos y comerciales que tan f¨¢ciles nos ser¨¢n a trav¨¦s de la similitud en el lenguaje, en las costumbres y en la idiosincrasia de nuestros pueblos.
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