De Haydn a Schoenherg pasando por Strauss
La presencia del violinista Victor Mart¨ªn en el puesto de ?concertino? de la Nacional, por jubilaci¨®n de Luis Ant¨®n, ha sido un total acierto. De una parte se recupera un valor que, hasta ahora, trabajaba en Canad¨¢; de otra, se garantiza la categor¨ªa necesaria en el primer atril de la ONE.
Para la primera intervenci¨®n de V¨ªctor en su puesto, Rafael Fr¨¹hbeck confeccion¨® un programa en el que pudimos escuchar al nuevo concertino en su calidad de tal y como concertista. Las dos romanzas de Beethoven, con el. encanto de un cierto aire de sal¨®n, fueron tocadas por Mart¨ªn de manera perfecta, por belleza de sonido, amplitud de l¨ªnea, tensi¨®n l¨ªrica y ese especial ?mordente? que ha distinguido siempre el arte de nuestro violinista. En la sinfon¨ªa La ma?ana, de Haydn, el viol¨ªn principal tiene papel destacado, lo que sucede, en mayor medida y dentro de otra est¨¦tica, con Una vida d¨¦ h¨¦roe, de Strauss. Decir que V¨ªctor actu¨® de manera irreprochable ser¨ªa poco decir, pues la verdad es que puso en sus intervenciones tal calor, tanta emoci¨®n medida, que fue capaz de despertar -no todo lo que merec¨ªa, por supuesto- el alica¨ªdo entusiasmo del p¨²blico de los viernes. Cuantos solistas intervienen en las citadas obras siguieron la l¨ªnea perfeccionista de su concertino, Fr¨¹hbeck consigui¨® versiones que fueron de lo correcto -Haydn- a lo francamente bueno. M¨¢s a¨²n: brillante, tal en el caso del poema straussiano. Comentado ya desde Granada, esta m¨²sica elocuente, de contenido dram¨¢tico, que precisa de una capacidad organizativa, de una fuerte y expresiva l¨ªnea de continuidad, parece la m¨¢s id¨®nea para la personalidad de Fr¨¹hbeck. Su ¨¦xito, junto a Mart¨ªn y los profesores de la ONE fue completo. Era estreno en Madrid y casi en Espa?a (salvo una audici¨®n dirigida por Bodiner en Barcelona el a?o 1954) la m¨¢s grandiosa creaci¨®n preschoenbergiana, de Schoenberg: Gurrelieder, para solos, tres coros y orquesta muy ampliada, sobre poemas del dan¨¦s Jacobsen, vertido al alem¨¢n por Arnold.
Partitura t¨ªpicamente Postrom¨¢ntica, en los Gurrelieder se advierten claras herencias y concomitancias: Wagner, Mahler, Strauss, Pfitzner. Sobre los poemas de Jens Peter Jacobsen, basados en leyendas tradicionales medievales, Schoenberg parece culminar todo un repertorio rom¨¢ntico y penetrar en el expresionismo. Es cierto -como dice Rognoni- que la atm¨®sfera es tristanesca, trasciende la realidad y ensaya la ?suspensi¨®n? del tiempo y el devenir que retornar¨¢, actualizado, en Erwartung. No lo es menos que en la tercera parte, sobre todo, de modo irrefrenable, aparecen rasgos del Schoenberg que iba a ser. Que estaba siendo ya desde que el compositor traza sus Lieder de -Gurre hasta que los termina (1900-191 l). La individualizaci¨®n instrumental, las sorpresivas combinaciones, la misma presencia de un ?narrador? que anticipa el ?cantado-hablado? aun cuando, como apunta el autor, ?no se trata de verdadera entonaci¨®n de alturas?, son factores que, unidos a la intenci¨®n sicologista:, al bucear en mundos interiores de la consciencia, pertenecen al genio schoenbergiano.
Helfe BriIioth (tenor), Sabine Hass (soprano), Rose Wagemann (mezzo), Ragnar Ulfung (tenor) y Boris Carmelli (bajo y narrador) actuaron, en todo caso, con autenticidad de estilo y comprensi¨®n exacta. De ellos, destacar¨ªa, por la belleza vocal, a la mezzosoprano, y por el dominio como cantante y la perfecta entonaci¨®n y dicci¨®n, como narrador a Boris Carmelli. Las voces graves del Orfe¨®n Vergar¨¦s (director: Gonz¨¢lez Bastida), el Coro Easo (direc tor:Tom¨¢s Arag¨¹es), el Coro de RTVE (director: Blancafort) y la multiplicada orquesta de RTVE sirvieron con brillantez los dif¨ªciles pentagramas schoenbergianos. Od¨®n Alonso mont¨® y dirigi¨® los Gurrelieder con total dominio y gran intelingencia interpretativa. No es obra f¨¢cil y para hacerla todos los ensayos posibles ser¨¢n siempre pocos. Por otra parte, dar a conocer este gran cl¨¢sico del siglo XX en Madrid supon¨ªa cubrir un vac¨ªo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.