El Sahara y el inter¨¦s nacional de Espa?a
De la Comisi¨®n Internacional del PSOEFrecuentemente, determinadas actitudes pol¨ªticas no son comprendidas por falta de imaginaci¨®n. Para un observador imparcial, casi todo podr¨ªa depender de situarse en la posici¨®n y circunstancias de quien adopta tal o cual postura. El problema, como de costumbre, estriba en que, l¨®gicamente, apenas hay observadores imparciales.
En el caso de la seudodescolonizaci¨®n del Sahara Occidental, la imparcialidad es dif¨ªcilmente mantenible por ninguna de las fuerzas pol¨ªticas espa?olas. Ni por el Estado o la sociedad espa?olas.
El Gobierno del se?or Arias Navarro fue parcial y beligerante en el asunto del Sahara en cuanto que lo entreg¨® de manera lamentable a Marruecos y Mauritania. La oposici¨®n democr¨¢tica espa?ola, y muy en especial el Partido Socialista Obrero Espa?ol, es asimismo parcial y no neutral en este asunto. La diferencia -feliz diferencia- estriba en que el PSOE se halla al lado de la colectividad a quien se pretende exterminar. El PSOE no se niega por principio a solucionar en un momento dado cualquier conflicto a trav¨¦s de la negociaci¨®n entre las partes. El PSOE se niega a admitir que por raz¨®n de la fuerza y no viceversa, una parte pretende zanjar la lucha de liberaci¨®n que se desarrolla en el Sahara.
Quien firma estas l¨ªneas no es muy partidario de la utilizaci¨®n abusiva de conceptos vagos como ?inter¨¦s nacional?, ?intereses de Espa?a en el exterior?, etc¨¦tera, porque la pol¨ªtica exte rior de un Estado es, a, menudo, expresi¨®n de la pol¨ªtica dom¨¦stica de la clase que en un momento dado domina el aparato estatal. El concepto lucha de clases es suficientemente expresivo tambi¨¦n a este respecto.
Sin embargo, estoy convencido de que en el caso concreto del Sahara podr¨ªa llegarse provisionalmente, a una especie de ?pacto de la Moncloa? a nivel de pol¨ªtica exterior, sobre las tesis propugnadas por el PSOE. Porque el apoyo a la libre determinaci¨®n de los saharauis no debe s¨®lo un postulado de los socialistas, sino que, siguiendo la l¨®gica del ?¨ªnter¨¦s nacional?, el partido del se?or Su¨¢rez deber¨ªa ser -al me nos provisionalmente- de la misma opini¨®n.
Como dec¨ªa al principio, casi todo es cuesti¨®n de imaginaci¨®n. Quienes en el Gobierno se asusten o escandalicen por la rotunda afirma ci¨®n del Frente Polisario (FP) ante la ONU, en el sentido de que Espa?a ha cometido ?un crimen internacional?, no tiene m¨¢s que colocarse en la situaci¨®n del pueblo saharaui, en lucha por sobrevivir, sometido- al hambre, enfermedades y lacras generales de una guerra, todo ello derivado-del acuerdo de Madrid de 1975, propicia do y firmado por el Gobierno espa?ol de entonces.
Pero, por si la imaginaci¨®n no fuera suficiente, he aqu¨ª unas cuantas razones para apoyar las tesis del FP, dirigidas a todas aquellas personas que se escandalicen por la expresi¨®n ?inter¨¦s nacional de Espa?a?: 1. Espa?a no hizo la descolonizaci¨®n del Sahara, de acuerdo con los principios de la Carta y Resoluciones de la ONU. No ha habido descolon¨ªzaci¨®n del Sahara, como el propio Ministerio de Asuntos Exteriores comienza a reconocer (?La continuaci¨®n y conclusi¨®n del proceso de descolonizaci¨®n ... ?, en declaraci¨®n a EL PAIS, 2-11-77).
2. Los Estados tienden a actuar de acuerdo con los principios de las Naciones Unidas no tanto porque ello favorezca su inter¨¦s nacional, sino porque el no actuar de acuerdo a ellos podr¨¢ da?ar ese inter¨¦s ante la comunidad internacional.
3. Mediante el acuerdo de Madrid, Espa?a no actu¨® seg¨²n los principios descolonizadores de Naciones Unidas, sino de acuerdo a los intereses nacionales de Marruecos y Mauritania, por un lado, y del lobby espa?ol promarroqu¨ª, por otro. De forma que con tal actuaci¨®n se beneficiaron dichos intereses de Marruecos y Mauritania y un sector muy limitado del capitalismo espa?ol vinculado a los mismos. Ni siquiera se benefici¨® el capitalismo espa?ol en su conjunto, que adem¨¢s choc¨® con Argelia.
4. A quienes degustan con especial fruici¨®n el concepto ?inter¨¦s nacional? hay que recordarles que el Estado es mucho m¨¢s amplio y permanente que los Gobiernos o los reg¨ªmenes. Que el acuerdo de Madrid -con la ignominiosa entrega, que no descolonizaci¨®n, del Sahara benefici¨® moment¨¢neamente a un regimen, el franquista, y ni siquiera al Gobierno Arias (aunque quiz¨¢ s¨ª a algunos de sus miembros). Obviamente, s¨ª produjo beneficios (?por cu¨¢nto tiempo?) al sector minoritario capitalista espa?ol ligado a Marruecos. Pero desde luego perjudic¨® el inter¨¦s nacional de Espa?a en cuanto que, desde un punto de vista ¨¦tico-pol¨ªtico, el Estado espa?ol qued¨® desprestigiado ante la mayor¨ªa de la comunidad internacional (que no s¨®lo est¨¢ integrada por Estados Unidos).
Resulta patente que, en inter¨¦s del Estado espa?ol, el Gobierno espa?ol deber¨ªa, por lo menos: a) Por m¨ªnima decencia y congruencia pol¨ªticas interrumpir ya el suministro de armas a Marruecos y Mauritania.
b) Sin que en absoluto ello signifique que Espa?a haya de enviar soldados al territorio y si de verdad desea, como ahora afirma, que ?se concluya? el proceso de descolonizaci¨®n, ?as¨ª como las modalidades para el ejercicio por la poblaci¨®n aut¨®ctona del territorio de su derechoa la libre determinaci¨®n? (EL PAIS, id.), debe favorecer las iniciativas de aquellas partes que tienden a ello. Y tales partes no son -al menos en este momento- ni Marruecos ni Mauritania.
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