Bolivia: el desgaste militar abre paso a las urnas
El 9 de noviembre ¨²ltimo, el presidente de la Rep¨²blica de Bolivia, general Hugo Banzer Su¨¢rez, anunci¨® oficialmente que su Gobierno ha decidido ?convocar a elecciones generales para julio de 1978?. De este modo, el panorama pol¨ªtico del pa¨ªs andino parece haberse modificado. bruscamente despu¨¦s de seis a?os de ?paz social y estabilidad pol¨ªtica?, impuestas por un secante r¨¦gimen militar autoritario.El anuncio es en s¨ª mismo sorprendente, ya que hasta hace s¨®lo dos meses el Gobierno ven¨ªa sosteniendo invariablemente que la democratizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs s¨®lo tendr¨ªa lugar en 1980, conforme al compromiso adquirido por las fuerzas armadas (FFAA) en 1974, cuando una serie de decretos-leyes autolegalizaron el r¨¦gimen de facto que ven¨ªa funcionando desde 197 1.
Ahora, y en virtud de las ? nuevas condiciones que existen dentro y fuera de la naci¨®n?, las fuerzas armadas han resuelto ?retornar al ¨¢mbito de sus espec¨ªficas funciones?, sin por eso renunciar ?a su condici¨®n de instituci¨®n tutelar de la patria?. ?Cu¨¢les son las verdaderas razones de este s¨²bito cambio de plan por parte de un r¨¦gimen que se vanagloria de haber iniciado la construcci¨®n de una ?nueva Bolivia??
Es un hecho que Banzer empez¨® a hablar de la posibilidad de un adelanto de las elecciones a su regreso de Washington. De ah¨ª que las presiones que all¨ª pudiera haber recibido por parte de la Administraci¨®n Carter -dentro del esquema general de ¨¦sta, favorable a una reestructuraci¨®n del equilibrio pol¨ªtico en el cono sur de Am¨¦rica Latina- sean consideradas como un factor de explicaci¨®n de primera importancia.
Causas internas
Pero las causas internas de este cambio de la pol¨ªtica gubernamental boliviana son, sin duda, determinantes y dejan entrever un transfondo de crisis general del r¨¦gimen, que se manifiesta en lo que las propias autoridades califican como ?desgaste pol¨ªtico? de las fuerzas armadas. Durante los tres primeros a?os del r¨¦gimen, ¨¦stas cogobernaron con una alianza de los dos principales partidos de la derecha boliviana -el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y la Falange Socialista Boliviana (FSB)-, tras haber derrocado con un sangriento golpe de Estado al Gobierno progresista del posteriormente asesinado general Juan Jos¨¦ Torres.
Reprimiendo sistem¨¢ticamente todo movimiento popular de resistencia y protesta -con un elevado saldo de asesinatos, apresamientos y deportaciones-, el r¨¦gimen logr¨® sobrevivir hasta el presente gracias a una excepcional coyuntura favorable para su comercio exterior. El auge de los precios internacionales, de las principales materias primas de exportaci¨®n (esta?b y petr¨®leo), combinado con el vertiginoso aumento de su endeudamiento con el exterior, ha permitido efectivamente a la econom¨ªa boliviana conocer un crecimiento espectacular.
Sin embargo, los anacronismos de la pol¨ªtica econ¨®mica gubernamental parecen haber agotado ya las posibilidades de su modelo ?brasile?o?, que lejos de haber impulsado un aut¨¦ntico desarrollo econ¨®mico y social, se ha basado en realidad en la congelaci¨®n salarial y consiguiente pauperizaci¨®n de las masas trabajadoras, en beneficio de una docena de grupos econ¨®micos,de la todopoderosa empresa privada del pa¨ªs. La inminencia de medidas dr¨¢sticas -tales como la devaluaci¨®n, el, alza del precio de la gasolina- configuran la magnitud de la crisis econ¨®mico-financiera que se avecina. Por otra parte, la escandalosa corrupci¨®n administrativa que ha enriquecido la econom¨ªa personal de numerosos jerarcas del r¨¦gimen han exasperado la paciencia de la oficialidad joven de las fuerzas armadas, que, ya en 1974, intent¨® infructuosamente derrocar a Banzer. En esa ocasi¨®n, ¨¦ste se deshizo del, MNR y de la FSB, e implant¨® la dictadura militar a secas hasta 1980. Posteriormente, la persistencia de la corrupci¨®n ha llegado a minar la confianza en las bases del r¨¦gimen y ha costado el puesto a varios altos funcionarios civiles y militares.
Por ¨²ltimo, hay que destacar la creciente ola de denuncias que se ha abierto paso en la prensa diaria acerca de las violaciones de los derechos humanos por parte del r¨¦gimen y de su desastrosa pol¨ªtica internacional con los pa¨ªses vecinos, impulsada por instituciones y personalidades que reclaman el retorno a la normalidad democr¨¢tica. Todo esto ha desgastado la imagen de las FFAA y, en primer lugar, la figura del general Banzer, quien, al parecer, est¨¢ perdiendo la confianza de sus subalternos. Las FFAA se niegan a apoyar sus afanes continuistas y le acaban de imponer el pase a la reserva, juntamente con otros cincuenta generales y coroneles, para que que pueda habilitarse como candidato a la presidencia de la Rep¨²blica.
Hu¨¦rfano del apoyo militar Banzer no tiene otro remedio que buscarse sus propias bases apoyo pol¨ªtico y para tal efecto sus asesores le han, preparado un proyecto de partido de Unidas Nacional (PUN), destinado a regrupar al MNR y FSB en un frente com¨²n con los sectores de j¨®ver tecn¨®cratas afines al r¨¦gimen. M¨¢s ambos partidos. parecen haber desestimado la invitaci¨®n de Banzer en virtud de sus propias discusiones internas, y el PUN podr¨¢ muy bien haber nacido muerto.
Entretanto, Banzer y lo intereses que representa no ha cejado en el empe?o de permanecer en el poder cambiando de fachada. Mediante la promoci¨®n de su principal hombre de confianza el ministro del Interior, genieral Juan Pereda, al cargo de comandante de la fuerza a¨¦rea, se ha asegurado el control del interina presidencial durante la campa?a electoral. Tambi¨¦n se apresta modificar la ley Electoral y a in poner otras medidas con el fin ( institucionalizar su r¨¦gimen y gi rantizar su continuidad.
Ante semejante panorama, oposici¨®n democr¨¢tica no pue? estar menos que vacilante. A travo de sus escasas posibilidades de e,, presi¨®n dentro del pa¨ªs, y desde, exilio, ha exigido de forma un¨¢n me la derogaci¨®n de todos los do cretos anticonstitucionales y 1 promulgaci¨®n de una amnist¨ªa go neral e irrestricta como los requis tos indispensables para pod< aceptar el reto electoral. Pero 1 manipulaci¨®n de las reglas del ju( go por parte de Banzer bien podr! obligar a la abstenci¨®n.
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