Garc¨ªa de Enterr¨ªa :un catedr¨¢tico ejemplar
La Universidad es noticia todos los d¨ªas; pero casi siempre mala noticia. De aqu¨ª la satisfacci¨®n que produce leer una informaci¨®n positiva sobre la Universidad espa?ola y sobre sus hombres: la investidura de doctor ?honoris causa? de la Universidad de la Sorbona, el catedr¨¢tico de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid, Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa. Con esta ceremonia se consagra oficialmente el reconocimiento internacional del prestigio de un universitario espa?ol.Y bien merecido, por cierto, ya que Garc¨ªa de Enterr¨ªa es uno de esos juristas, tan escasos, que caracterizan una ¨¦poca y tienen la rara fortuna de marcar un nuevo rumbo a su ciencia. El Derecho Administrativo espa?ol se encuentra tan influenciado por este autor, que resulta dif¨ªcil leer un escrito o una conferencia, escuchar una lecci¨®n o un alegato forense y repasar un repertorio jurisprudencial sin percibir huellas inequ¨ªvocas de su pensamiento. Desde los ex¨¢menes de cualquier estudiante a las sentencias del Tribunal Supremo, por todas partes y en toda ocasi¨®n sopla, desde hace a?os, un aire fresco y progresivo que a Garc¨ªa de Enterr¨ªa se debe en gran parte. Con el acto del d¨ªa 18 esta circunstancia, notoria entre nosotros, recibe, por as¨ª decirlo, un espaldarazo internacional; lo que por lo dem¨¢s, no pod¨ªa sorprender a nadie, dado su prestigio en el extranjero.
Garc¨ªa de Enterr¨ªa re¨²ne las condiciones de un investigador profundo, un abogado brillante y un catedr¨¢tico magistral. Enumerar sus m¨¦ritos particularizados en cada uno de estos campos ser¨ªa aqu¨ª tarea in¨²til, por sobradamente conocida para los profesionales y por carecer de inter¨¦s, en su detalle, para el lector no especializado. En cambio, lo que importa subrayar son sus perfiles humanos y su relevancia social.
En Espa?a el abogado famoso ha solido siempre terminar en la pol¨ªtica y alternar con ella las actividades de su despacho. En unos casos se lograba equilibrar estos elementos y, a pesar del ¨¦xito pol¨ªtico, el jurista segu¨ªa si¨¦ndolo de por vida, como en Manuel Cortina, Dur¨¢n y Bas, Gumersindo Azc¨¢rate, S¨¢nchez Rom¨¢n o Jim¨¦nez de As¨²a; pero m¨¢s frecuente ha sido a¨²n que la vor¨¢gine pol¨ªtica desbordara la afici¨®n pol¨ªtica, como en Alonso Mart¨ªnez, Gamazo, Montero R¨ªos, Maura o Alcal¨¢-Zamora. Por lo que se refiere al Derecho Administrativo, parece como si la pol¨ªtica fuera una etapa obligada al final de la carrera universitaria. ?Se ha echado cuentas, alguna vez, de los catedr¨¢ticos de esta disciplina que en los ¨²ltimos a?os han ocupado altos puestos de la Administraci¨®n? Segismundo Royo-Villanova, Serrano Guirado, L¨®pez Rod¨®, Villar Palas¨ª, Clavero Ar¨¦valo, Sebasti¨¢n Mart¨ªn-Retortillo, de la Vallina, Velarde, Meil¨¢n Gil, Morell Oca?a, Santamar¨ªa Pastor y alg¨²n otro que me haya quedado en el tintero, son buenos testigos de ello. Y nada digamos de los parlamentarios de las nuevas Cortes: L¨®pez Rod¨®, De la Vallina, Meil¨¢n y Lorenzo Mart¨ªn- Retortillo. Panorama que, en verdad, ni es nuevo ni puede atribuirse a pretendidas modas tecnocr¨¢ticas, puesto que desde los tiempos de Colmeiro, las. grandes figuras del Derecho Administrativo han ocupado con soltura poltronas ministeriales y presidido C¨¢maras Parlamentarias y Consejos de Ministros, como Posada Herrera, Santamar¨ªa de Paredes, Antonio Royo-Villanova y Gasc¨®n y Mar¨ªn.
Conciencia ciudadana
Desde esta perspectiva la figura de Garc¨ªa de Enterr¨ªa adquiere un relieve muy particular. No es un hombre que desprecie la Pol¨ªtica, puesto que su experiencia y conocimiento de la vida p¨²blica espolean su conciencia ciudadana, harto despierta. En todas las crisis sale su nombre como autoridad reconocida y abolengo liberal sin tacha ni desfallecimientos, se sabe que se le han ofrecido en varias ocasiones carteras ministeriales, y los partidos se afanan por ganar su colaboraci¨®n. Pero ¨¦l siempre se limita a dar su opini¨®n, y en su caso su consejo, rechazando, sin desd¨¦n, pero con firmeza, las invitaciones. Y ah¨ª le tenemos -al margen, ya que no de espaldas, del bullicio pol¨ªtico- escribiendo libros y art¨ªculos llenos de agudeza y dando puntualmente su clase diaria en la Facultad de Derecho ante un auditorio nada extenso de alumnos y muy numerosos profesores, magistrados y altos funcionarios que acuden a o¨ªrle con la seguridad de aprender siempre algo. Cumpliendo as¨ª una funci¨®n aut¨¦nticamente universitaria, que est¨¢ muy por encima de las peque?eces y tristezas que salen en los peri¨®dicos.Dejamos, pues, esta posibilidad vital que el nervio esencialmente universitario de Garc¨ªa de Enterr¨ªa ha sabido rechazar, para insistir en su personalidad cient¨ªfica y acad¨¦mica, que es en definitiva la que ha provocado su nombra miento parisino. Garc¨ªa de En terr¨ªa: es autor de varios libros y de innumerables art¨ªculos sobre Derecho Administrativo y Administraci¨®n P¨²blica; y tambi¨¦n ha escrito (en colaboraci¨®n con un Derecho Administrativo -dos densos vol¨²menes, que ya se est¨¢n traduciendo al franc¨¦s, novedad absoluta en nuestra bibliograf¨ªa que cifra y expresa de forma impecable no ya s¨®lo el pensamiento de sus autores, sino el punto m¨¢s alto del Estado actual de la Ciencia jur¨ªdico-administrativa espa?ola. Todo ello redactado con un estilo vivaz y elegante, ins¨®lito en una bibliograf¨ªa que casi nunca suele preocuparse del lenguaje.
La lecci¨®n diaria
Aunque bien es verdad, por otra parte, que el aut¨¦ntico magisterio universitario no se ejerce desde las p¨¢ginas de un manual, por muy importante que ¨¦ste sea, sino en las actividades cotidianas de la C¨¢tedra: esa labor dura, dif¨ªcil -y con tanta frecuencia ingrata- de pronunciar diariamente una lecci¨®n, que cada a?o es distinta, porque el autor renueva su pensamiento al comp¨¢s de las ¨²ltimas lecturas, las horas -que muchos creen perdidas pero que son las m¨¢s gratificantes para el que tiene conciencia de su profesi¨®n- de orientar al alumnos dentro y fuera del aula, el seminario donde se lleva de la mano a los j¨®venes m¨¢s interesantes e interesados, la lucha -tantas veces est¨¦ril, pero insoslayable- en las Juntas de Facultad o de Departamento y, en fin, la presencia fisica en unos edificios que, viejos o nuevos, s¨®lo valen en relaci¨®n con los hombres que les habitan. Todo esto constituye la aut¨¦ntica ?lecci¨®n magistral?, que tan pocas personal est¨¢n en condiciones de ofrecer con el testimonio de una dedicaci¨®n sin desmayos. Por esto, cuando los anos pasan, el mejor est¨ªmulo de un profesor es tener conciencia -como en el caso presente de que muchas generaciones de juristas han aprendido directamente con ¨¦l algo mucho m¨¢s vivo y m¨¢s importante que lo que aparece en las p¨¢ginas de un libro o de unos art¨ªculos de la especialidad. Ahora bien, el aspecto m¨¢s atractivo de la personalidad de Garc¨ªa de Enterr¨ªa (al menos para. quien no ha sido su alumno) no es, con todo, su lecci¨®n hablada o escrita, sino la cordialidad de sus relaciones humanas. En ¨¦l siempre: han encontrado consejo y ayuda el pol¨ªtico preocupado, el opositor enfebrecido, el alumno temeroso, el doctorado impaciente, el propietario atribulado y el funcionario vacilante. ?C¨®mo es posible encontrar tiempo para atender a todos? Su domicilio de la calle de General Mola ha visto pasar cuanto puede imaginarse en el mundo, tan amplio, de la Administraci¨®n. P¨²blica y de la Universidad. Pero, sobre todo Garc¨ªa de Enterr¨ªa ha, sido capaz de formar una ?escuela? acad¨¦mica de Derecho Administrativo, integrada por un grupo, ya muy nutrido, de catedr¨¢ticos y profesores, abogados, funcionarios y magistrados, caracterizado por la libertad m¨¢s absoluta de pensamiento (all¨ª tienen cabida individuos de las m¨¢s variadas tendencias cient¨ªficas y a¨²n pol¨ªticas) y vertebrado por el magisterio com¨²n que han disfrutado todos, ya que todos se han aproximado al Derecho y han aprendido a es cudri?ar sus rincones y a palpar sus libros conducidos por la misma mano. Este grupo de juristas discute en largas sesiones acad¨¦micas formales, pero tambi¨¦n sabe del valor de la convivencia y del trato, cultivando la amistad. Lograr ¨¦sto en los ajetreados tiempos que corremos es tarea muy dif¨ªcil y obra m¨¢s duradera que el magisterio cient¨ªfico. Para Garc¨ªa de Enterr¨ªa m¨¢s importante que pensar o escribir es ense?ar a los otros a pensar, y a escribir.Unos datos que ignora, naturalmente, el admirador lejano de su ciencia y, por ello, importa cabalmente airearlo aqu¨ª. Porque en estos tiempos de desprestigio universitario es cuando m¨¢s interesa dejar constancia de que un catedr¨¢tico ejemplar ha encontrado fuera de Espa?a el reconocimiento que, como universitario, entre nosotros tiene.
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