Follet¨ªn sobre retrato- robot
Los lectores de la novela La viuda del siglo, de Pierre Rey, son los herederos de los que en otro tiempo entreten¨ªan sus ocios con la lectura de las Haza?as de Rocambole, el Juramento de Lagardere o las emociones de El m¨¦dico de las locas si deseaban pura ficci¨®n y aventura. Si apetec¨ªan que ¨¦stas tuviesen alg¨²n relieve social, ah¨ª estaban El jud¨ªo errante o Los misterios de Par¨ªs, y si buscaban un paseo fant¨¢stico por la historia no faltaban el gran Dumas, y si de nuestra Patria se trata, Fern¨¢ndez y Gonz¨¢lez dispuestos a revivirles con su facundia al caballero D'Artagnan o a Gabriel de Espinosa, llamado El pastelero de Madrigal. La diferencia entre este tipo de novelas folletinescas con las de Rey, de la serie en que La viuda del siglo es la segunda, pues sigue a la anterior titulada El griego, consiste en que los folletinistas de anta?o tomaban sus novelas, cuando con la historia estaban emparentadas, de figuras o episodios antiguos, mientras que Pierre Rey y los novelistas a ¨¦l semejantes tratan de realizar el mismo trabajo de ficci¨®n: conferencia a personalidades contempor¨¢neas, h¨¦roes y hero¨ªnas de la jet-society y del periodismo, que en su torno se mueven, arroj¨¢ndoles implacablemente ala curiosidad del mundo contempor¨¢neo.Pero, claro, no se trata de biograf¨ªas a¨²n tomadas en sentido lato, sino de la creaci¨®n de un modo de novelar que podr¨ªa ser llamado la biograf¨ªa- ficci¨®n constituida por un retrato-robot sobre los rasgos de un personaje real al que se le asemeja de una manera entre exacerbada y caricaturesca, pero con el suficiente decalaje para que embotase cualquier acci¨®n de los especialistas multinacionales de la acci¨®n de libelo. Y as¨ª, si la novela precedente, El griego, planea sobre la biograf¨ªa del finado Arist¨®teles Onassis presentando un retrato-robot suficiente, la actual lo realiza sobre un tipo femenino que deriva el mismo modo robotizado sobre la de Jacqueline Bourvier, viuda de Kennedy y viuda de Onassis por el momento, de modo que la sugiera siempre pero no la se?ale jam¨¢s, con la m¨¢s leve precisi¨®n punible, porque la serie de fechor¨ªas, rapacidades e indecencias ¨ªntimas que coloca sobre su ente de ficci¨®n y su entourage (tambi¨¦n retratado de mano robot, pero con rasgos m¨¢s gruesos y descuidados, como sucede con los restantes ninots del clan Kennedy y toda la golferancia circundante) no constituye ciertamente motivo, de honor ni de ejemplo.
La viuda del siglo
Pierre Rey. Editorial Pomaire, SA. 1977
Es de suponer que los consumidores de la prensa del coraz¨®n, en donde se crea en gran estilo la aureola de tales personajes en su versi¨®n dada como real por sus creadores de im¨¢genes p¨²blicas, ser¨¢n los consumidores numeros¨ªsimos de estacontraversi¨®n negativa por los indicios que puedan darles sobre ? el rev¨¦s de la trarna? la cara oculta de la luna de sus h¨¦roes bajo nombres y circunstancias supuestas, pero relacionables. Lo que sucede es que tanto la imagen p¨²blica creada como el negativo de su ?novela-ficci¨®n? no solamente apuntan el mismo tipo de curiosidad, sino que se hallan escritos de la misma forma de periodismo sensacionalista. El que alimenta la novela de Pierre Rey no puede discutirse desde la apariencia informativa que lleva aparejado su novelesco periodismo, en donde no ya las ficciones y camuflajes normales, sino los truculentos y disparatados tienen una apariencia de credibilidad. Al que guste del g¨¦nero adobado con las crudezas de nuestro tiempo, este libro de Pierre Rey le proporcionar¨¢ una inmersi¨®n en la costumbre moderna de realizar la ecuaci¨®n crudeza realidad y la de hallarse en el coraz¨®n estercolario de toda crudeza, m¨¢s interesante si se puede referir a conocer hasta los cuartos de ba?o y aparatos sanitarios de quienes pueden parecerse a los personajes o ninots que llenan las fotografias de las revistas mundiales. La nueva -y peor- cara del follet¨ªn, en una palabra, mediante la t¨¦cnica del retrato-robot, que qui¨¦n sabe si, pese a todo, es meJor que la realidad.
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