Optimismo para inversores
Si la Bolsa fuera solamente un ?indicador econ¨®mico?, como se suele decir, podr¨ªa ser tomado como eficaz gu¨ªa y augur del devenir de las finanzas. Lo malo es que muy a menudo act¨²a como un bar¨®metro subjetivo y militante; es decir, no se limita a recoger las oscilaciones del tiempo econ¨®mico, sino que influye en ¨¦l. No cabe duda que es el ?tempus? pol¨ªtico el que m¨¢s afecta a los inversores, mas las reacciones que en ellos desencadena no tienen nada de la objetividad de una aparato de medida. Son manifestaciones de miedo colectivo, irreflexivas y contagiosas, que suelen acabar en un insolidario ?!s¨¢lvese el que pueda!?. En Francia, por ejemplo, el triunfo de las izquier das en las elecciones municipales ha hecho bajar la Bolsa en cuatro enteros en un par de sesiones. En nuestro pa¨ªs asistimos al mismo fen¨®meno. Dejando aparte la influencia que la crisis mundial pueda tener sobre la actividad econ¨®mica, no cabe duda de que hoy son m¨¢s los inversores que venden que los que compran, y uno se pregunta si en esta ?desinversi¨®n?, tan nefasta para el desarrollo del pa¨ªs, que creemos obra de un miedo incoercible, no habr¨¢ tambi¨¦n su parte de maniobra pol¨ªtica de ?desestabilizaci¨®n?. Porque no estamos en estos tiempos en el pr¨®logo de una revoluci¨®n que, como la rusa, d¨¦ al traste con la econom¨ªa capitalista, ni puede decirse que el capital haya perdido su fuerza omnipresente. Socialismo m¨¢s, socialismo menos, la actividad econ¨®mica mundial sigue en su desarrollo devorador. Que seg¨²n los aires pol¨ªticos que soplen en cada pa¨ªs, se intente gravar m¨¢s pesadamente el fruto del capital; que se trate de poner remedios al canceroso proliferar de las multinacionales o que se quiera dar entrada en la zona de decisiones econ¨®micas a las fuerzas del trabajo, todo ello no son m¨¢s que medidas hijas del tiempo. En realidad, ning¨²n plan verdaderamente atentatorio a los privilegios del capital ha logrado prosperar. Tenemos de ello el reciente y di¨¢fano ejemplo del intento de los socialistas suecos de una autogesti¨®n que podr¨ªa haber llevado a los sindicatos al control de la empresa y que les ha costado las elecciones. ?De d¨®nde, pues, tanto miedo a la democracia? Y si el temor de los inversores a la p¨¦rdida o al dr¨¢stico recorte de su capital tuviera una real justificaci¨®n, ?qu¨¦ iban a hacer con su dinero? Si alg¨²n hurac¨¢n pol¨ªtico barriera acciones y dividendos, tampoco se salvar¨ªan de la ventolera las fincas r¨²sticas o los in muebles pose¨ªdos con fines especulativos.La perplejidad ante el desmayado panorama de nuestra Bolsa sube de punto en estos meses que, con la primavera, traen el florecer en el campo de los peri¨®dicos de las memorias de juntas generales y la comunicaci¨®n de resultados econ¨®micos, casi siempre con extra?o contraste en relaci¨®n a los ¨ªndices siempre menguantes de las cotizaciones de valores. Si echamos una ojeada a los resultados econ¨®micos de los bancos, por ejemplo, veremos que, sin excepci¨®n, han mejorado los de 1975. El Hispano, en un 25%; Vizcaya, 19,86; Urquijo, 15,40; Guipuzcoano, 20; Andaluc¨ªa, 17; Internacional de Comercio, 39, y as¨ª sucesivamente. Puede arg¨¹irse que los bancos controlan una inmensa parte de nuestra actividad econ¨®mica y que de ah¨ª vienen sus buenos resultados, pero es que hay otros ¨ªndices del mismo tenor. Sin ir m¨¢s lejos, la encuesta realizada en Catalu?a por el Colegio de Agentes de Cambio y Bolsa entre cincuenta fuertes empresas de la regi¨®n ha demostrado que el 70% de las consultadas obtuvieron mayores beneficios en 1976 que en el a?o precedente y que un 32% de las mismas aumentaron su dividendo, manteni¨¦ndolo al mismo nivel un 49. Hay, incluso, firmas que declaran haber tenido ?el mejor ejercicio de su historia?, como el Banco del Noroeste, Uni¨®n Cerrajera de Mondrag¨®n o Inmobiliaria Zabalburu. Altos Hornos da sus resultados como ?quiz¨¢ superiores a los de muchas empresas europeas?. Si hablamos de vol¨²menes de ventas u operaciones, hay incrementos notables, como los de Galer¨ªas Preciados -m¨¢s 27,85%-; Barri, Empresa Constructora, 28,93; Cepsa, 62; Hidronitro, 28; Sevillana de Electricidad, 27. Finalmente, los dividendos repartidos por la mayor parte de las empresas cuyas memorias han aparecido en la prensa van de un 8 a un 14%. Y que no nos hablen de las limitaciones legales en la remuneraci¨®n del capital, pues, en ¨²ltimo t¨¦rmino, son s¨®lo un ahorro forzoso. Los dividendos no repartidos van a incrementar los fondos de reserva, y ¨¦stos, tarde o temprano, han de acabar en los bolsillos de los accionistas.
Contando, pues, con esta larga lista de empresas que ganan dinero y con aquellas que, como tel¨¦fonos o electricidad, no pueden descender en su actividad, no se entiende a qu¨¦ lugares dirigen sus fondos los inversores. No todos, afortunadamente pueden inmovilizarlos, y adem¨¢s pagar alquiler por ellos en los bancos de Suiza.
En un pa¨ªs como el nuestro, en el que el Estado no posee fondos coyunturales suficientes para complementar la inversi¨®n privada, el da?o que esta aton¨ªa financiera produce a la naci¨®n es incalculable. Es triste que los que ganaron sus puestas en las mesas del pasado, aprovech¨¢ndose de aquellos inesperados triunfos que fueron el turismo, la mano de obra barata y bien sujeta, los monopolios de hecho y la protecci¨®n arancelaria no sean ahora capaces de hacer una apuesta en las del futuro. A estos remisos y medrosos capitalistas habr¨ªa que dedicar un presupuesto extraordinario para hacerles llegar un folleto-resumen de estas memorias financieras donde, al parecer, se refugian los ¨²ltimos optimismos de la econom¨ªa, y destinarles un eslogan televisivo como el c¨¦lebre del ahorro de energ¨ªa. ?Invierta, se?or capitalista. Usted puede; Espa?a, no.?
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