Excelente Mendelssohn
Al mismo tiempo que Fr¨¹hbeck, dirig¨ªa El¨ªas, en el teatro Real, recib¨ªamos la grabaci¨®n del otro gran oratorio de Mendelssohn, Paulus, dirigido tambi¨¦n por Fr¨¹hbeck a un conjunto absolutamente extraordinario: Fischer Dieskau, Helen Donath, Hanna Schwarz, Werner Hollweg, Coro del Estado de D¨¹sseldorf, coro infantil de Wuppertal y Sinf¨®nica de Dusseldorf. El registro EMI, realizado por Bickenbach y G¨¹lich, en est¨¦reo/ cuadrifon¨ªa, es absolutamente sensacional. Pocas veces se logra, a la vez, tanto brillo y tanta naturalidad; tan limpia claridad y tan exacta situaci¨®n. De la versi¨®n diremos que, por todos cuantos en ella participan, merec¨ªa la pena de esa calidad de la toma de sonido. Paulus significa la romantizaci¨®n de la herencia barroca, y Fr¨¹hbeck parece haber tenido bien presentes ambos conceptos y la soluci¨®n personal de Mendelssohn a la hora de asimilarlos. No me gusta hacer este tipo de afirmaciones, pero, por una vez, me aventuro a opinar que Paulus constituye la grabaci¨®n discogr¨¢fica de oro entre las muchas con que cuenta el titular de la Orquesta Nacional.No pod¨ªan ser distintos los planteamientos a la hora del El¨ªas, escuchado a la ONE y al Orfe¨®n Donostiarra. En una de sus mejores intervenciones madrile?as el Coro de San Sebasti¨¢n (que dirige Antonio Ayestar¨¢n) se uni¨® al buen hacer de nuestra orquesta hasta conseguir una l¨ªnea magn¨ªfica por el concepto general y por la cantidad de matices, bien planificados y contrastados. El director burgal¨¦s, no por castellano menos fiel a la herencia germana, se mueve a gusto en estas grandes obras en las que el dramatismo teatral queda sumido por las estructuras sinf¨®nicas y sentimentales del romanticismo. Entre los solistas brillaron con luces particulares la soprano Sheila Arnistrong y el bajo Hakan Hagegard, si bien el resto del cuarteto (Sandra Brown y Antony R. Jolinson) mantuvieron una t¨®nica de equilibrada categor¨ªa.
El Liszt de Orozco
En el pen¨²ltimo programa del a?o, la ONE y Fr¨¹hbeck, colaboraron con Rafael Orozco en el primer concierto de Franz Liszt. El pianista espa?ol tuvo una actuaci¨®n arrolladora (por momentos, incluso vertiginosa), en la que se evidenci¨®, una vez m¨¢s, la talla de gran concertista de Orozco, capaz de las m¨¢s grandes sonoridades, el cant¨¢bile mejor cuidado y un juego superlativamente claro. Me pareci¨® que el int¨¦rprete cordob¨¦s ha ganado en cuanto a calidad de sonido, siempre buena, pero que, con la maduraci¨®n del tiempo, se ha tornado m¨¢s pl¨¢stico y personal. Igualmente rutilante fue la colaboraci¨®n orquestal, tan precisa y conocedora por parte del director como flexible y ¨¢gil por parte de los profesores nacionales.El Brahms de Fr¨¹hbeck lo conocemos ya. No es cosa de repetir, una y otra vez, cr¨ªticas a las mismas obras e id¨¦nticos int¨¦rpretes. Para El p¨¢jaro de fuego, reserv¨® Fr¨¹hbeck su repertorio de sonoridades m¨¢s potentes, su r¨ªtmica y m¨¦trica m¨¢s precisas, lo que le vali¨® un final de tarde en punta.
Homenaje a los quince a?os
Con ocasi¨®n de cumplirse el tercer lustro de la titularidad de Fr¨¹hbeck de Burgos al frente de la Orquesta Nacional, un grupo de profesores quiso recordar la fecha y posterior andadura, entreg¨¢ndole una placa. Quisieron con ello -acaso- suavizar alguna disonancia extramusical muy comentada estos d¨ªas en los mentideros musicales madrile?os, lo que ha contribuido a subrayar la actualidad de Fr¨¹hbeck a lo largo de estas semanas. Ojal¨¢ la divulgaci¨®n de esa cr¨®nica a¨²n negativa sea el comienzo de, una atenci¨®n m¨¢s constante hacia la m¨²sica por parte de todos los medios informativos.
Babelia
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