Los problemas concretos y la autocr¨ªtica
Catedr¨¢tico de la Universidad de ValenciaEn los art¨ªculos anteriores he expuesto con cierta perspectiva hist¨®rica las causas de los grav¨ªsimos problemas universitarios y, con ellas, los factores que han conducido a su falta de actual pulso vital y a su casi total ausencia de sentido autocr¨ªtico colectivo. La Universidad es un cuerpo enfermo, muy gravemente enfermo, al que, en alguna medida, falta hoy por hoy la capacidad para autodiagnosticarse y para curar sus enfermedades, a menos que de nuevo cobre el vigor debido su conciencia autocr¨ªtica.
Hay quienes creen que con la concesi¨®n de la autonom¨ªa universitaria renacer¨¢, por s¨ª sola, esa capacidad autocr¨ªtica y se iniciar¨¢ su curaci¨®n, Universidad por Universidad. Yo pienso, por el contrario, que es indispensable proceder inmediatamente a provocar el proceso autocr¨ªtico, mediante una asamblea abierta en la que participen todas las universidades, por medio de sus representantes. En esa asamblea, adem¨¢s del debate abierto sobre sus males y graves defectos, se deber¨ªan establecer las bases de la futura autonom¨ªa universitaria. De otra manera se proceder¨ªa a conceder o a otorgar el remedio (la autonom¨ªa) antes de despertar la conciencia sobre los defectos. Por el contrario, antes deben debatirse en asamblea de todas las universidades los problemas y despu¨¦s -desde la autonom¨ªa de cada una y de todas- abordar los defectos de la Universidad desde una cierta base unitaria que no caiga en el cantonalismo universitario.
Por ello quiero empezar por analizar los problemas universitarios que, como m¨ªnimo, considero deben ser objeto del debate autocr¨ªtico de todas las universidades en asamblea abierta.
Profesorado
Uno de los m¨¢s graves problemas aquejan al profesorado universitario. Despoblada la Universidad de sus mejores profesores por la guerra civil, el exilio o las depuraciones posteriores, y sometidas desde 1939 a un directo o indirecto control ideol¨®gico, la Universidad qued¨® despoblada de las mejores inteligencias. La crisis se agrav¨® por el trato econ¨®mico a que fue sometido el profesorado, que motiv¨® que las mejores inteligencias de los j¨®venes licenciados no vieran atractiva la carrera universitaria, o que, en algunas facultades, los mejores profesores tuvieran que compartir la Universidad con el ejercicio libre de sus profesiones, cuando no que se vieran obligados a abandonar -con dign¨ªsimas excepciones- su tarea universitaria docente o de investigaci¨®n.
La explotaci¨®n docente de algunos PNN y la ausencia de eficaces controles de calidad en las contrataciones y en el rendimiento de profesores numerarios y no numerarios, as¨ª como la falta de planificaci¨®n por el Gobierno de las necesidades de profesorado -que nunca hizo- para formarlos en n¨²mero suficiente para las crecientes masas de alumnos. acabaron por crear un panorama insatisfactorio, insuficiente y, lo que es peor, de no ¨®ptima calidad docente ni investigadora.
La Universidad -profesores y alumnos-, y no previamente el Ministerio, deben someter este problema a un profundo y libre proceso de autocr¨ªtica en una asamblea conjunta de todas las universidades.
Masificaci¨®n
La masificaci¨®n de nuestra facultad es un grav¨ªsimo problema. Esta masificaci¨®n no s¨®lo hay que entenderla como la presencia de un excesivo n¨²mero de alumnos (que tambi¨¦n existe, como se demuestra por el grav¨ªsimo crecimiento del paro de j¨®venes licenciados, que empieza a ser aterrador), sino como la provocada por un n¨²mero de estudiantes demasiado j¨®venes, desorientados y mal formados por la ense?anza media, que no pueden ser atendidos por un adecuado n¨²mero de profesores suficientemente preparados. dotados de medios suficientes.
Falta una adecuada orientaci¨®n universitaria y, por ello, muchos alumnos escogen las licenciaturas instintivamente y no seg¨²n sus verdaderas vocaciones, aptitudes, salidas profesionales y demanda social de titulados superiores. El mito del t¨ªtulo universitario -tradicional medio de promoci¨®n social- est¨¢ atrayendo a la Universidad a estudiantes cuyas familias no renuncian a la degradaci¨®n social que creen es el que sus hijosno tengan un t¨ªtulo universitario (lo que ocurre frecuentemente en las clases medias y en las familias acomodadas); y est¨¢ atrayendo a la Universidad a estudiantes que deber¨ªan orientarse hacia estudios intermedios de primer ciclo -con mejores salidas profesionales- o hacia una s¨®lida formaci¨®n profesional de la que tan necesitada est¨¢ la sociedad-espa?ola. Los bandazos de algunos ministros dando reformas y contrarreformas, con programas te¨®ricos y, a veces, demag¨®gicos sobre la Universidad, han sembrado el desconcierto y el caos.
Las facultades -especialmente algunas- est¨¢n llenas de se?oritos que m¨¢s que estudiar vegetan en ellas, convocatoria tras convocatoria. En un Estado como el nuestro, en el que la matr¨ªcula que se paga no llega a cubrir la cuarta parte del coste que cada alumno universitario genera al presupuesto nacional, es una verg¨¹enza, si no un fraude social, que se permitan cuatro o seis convocatonas para aprobar cada asignatura.
En este sentido, una selectividad p revia al ingreso en la Universidad y durante toda su permanencia en ella, es esencial para su correcto funcionamiento. Pero no una selectividad indiscrim¨ªnada, que perjudique a aquellos para quienes es m¨¢s dif¨ªcil el acceso al mundo de la cultura, ni anunciada de improviso, sino profundamente estudiada y prev¨ªamente anunciada. Y despu¨¦s, que sea respetada por todos: Ministerio y atitoridades, as¨ª como por las universidades.
Formaci¨®n cr¨ªtica
Como consecuencia de los dos factores anteriores, la Universidad y los colegios universitarios sufren una profunda tendencia a convertirse, en la relaci¨®n profesor-alumno, en academias, porque predomina la tarea repetici¨®n-memorizaci¨®n-examen, y no la verdadera formaci¨®n cr¨ªticasobre las ense?anzas y sus m¨¦todos. El abuso de la clase magistral, el abuso de los ex¨¢menes parciales, la no suficiente tarea y labor de redacci¨®n y discusi¨®n de trabajos dirigidos y de clases dialogadas, cuando no la simple memorizaci¨®n de un texto, convierten a muchos alumnos en puras mentes receptoras y memorizadoras pasivas que retienen y no analizan y critican el contenido de lo que se les ense?a.
El estudiante universi tario debe adoptar una actitud anal¨ªtica y cr¨ªtica, pues esa es la formaci¨®n universitaria, sobre los datos y los conocimientos que el estudio procura. La simbiosis teor¨ªa-pr¨¢ctica es indispensable. El profesor universitario ha de ser consciente de que el estudio y la investigaci¨®n (no fomentada y sustra¨ªda, en gran medida, de la Universidad por eI CSIC) forman parte inescindible de su tarea universitaria.
Concienciar a los profesores
Mas para lograrlo es necesario (salvadas las excepciones de quienes ya lo practican) concienciar a los profesores, tanto o m¨¢s que a los alumnos. El nivel de muchos profesores y alumnos y la masificaci¨®n de ¨¦stos, lo hacen cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Para remediarlo es esencial un debate autocr¨ªtico en una a samblea de todas las universidades sobre la ense?anza, su contenido, los planes de estudio y los m¨¦todos pedag¨®gicos.
La actual aton¨ªa universitaria se proyecta tambi¨¦n sobre los ¨®rganos de gobierno de la Universidad y, desde ellos, sobre los ¨®rganos de gobierno de las facultades. Estos -cansados del centralismo excesivo y de los cambios de los criterios ministeriales- no se plantean ya profunda e insistentemente los problemas de fondo de la Universidad. En el mejor de los casos, se dedican a la simple y mera gesti¨®n de los asuntos universitarios acad¨¦micos, adminiitrativos y econ¨®micos, que abruman a los rectorados y decanatos.
S¨¦ha producido as¨ª un progresivo deslizamiento de la tarea de an¨¢lisis de los m¨¢s graves-problemas universitarios de fondo, hacia los acuciantes problemas diarios. Los ¨®rganos de gobierno universitarios han sufrido, adem¨¢s, una profunda desilusi¨®n en su tarea y sus competencias, al ser asumidas ¨¦stas por el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia por un centralismo burocr¨¢tico excesivo, cuando no por la desilusi¨®n causada por las desautorizaciones sufridas por las decisiones ministeriales. Pi¨¦nsese, como ejemplo revelador, en lo ocurrido recientemente sobre la selecci¨®n de los alumnos de primer curso de las facultades de Medicina.
Centralismo burocr¨¢tico
Buena parte de la actual aton¨ªa universitaria procede tambi¨¦n de la defectuosa incardinaci¨®n de las universidades en los problemas y las necesidades de las nacionalidades y regiones en las que est¨¢n implantadas.
El centralismo burocr¨¢tico que todas las universidades espa?olas han sufrido en los ¨²ltimos cuarenta a?os las ha desarraigado de la sociedad circundante. Los planes de estudio uniformes para todas ellas, las dificultades encontradas para estudiar e investigar intensamente los problemas de la sociedad que circunda a cada Universidad, no s¨®lo ha desarraigado a la Universidad de la sociedad circundante y ha provocado que ¨¦sta se desentienda de aqu¨¦lla, sino que ha impedido aprovechar el gran potencial dinamizador en lo hist¨®rico, lo social y lo econ¨®mico de cada regi¨®n que cada Universidad encierra.
Ello ha restado vitalidad y funciones a la Universidad. Porque el Estado ve¨ªa con desconfianza a una Universidad cr¨ªtica que estudiara y proyectara en los pueblos de Espa?a sus peculiaridades, sus problemas y sus autonom¨ªas.
El proceso auton¨®mico est¨¢ abierto y en ¨¦l el debate autocr¨ªtico de la Universidad y su autonom¨ªa puede y debe ser clarificador. Incluso para evitar cantonalismos universitarios que, de otra forma, y por radicalizaciones excesivas, pueden generalizarse porque de hecho ya se han iniciado. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en los acuerdos sobre el profesorado de las universidades de Catalu?a y de Salamanca.
La escasez de medios econ¨®micos de la Universidad -poco a p¨®co incrementados, pero a¨²n insuficientes- ha sido y a¨²n es uno de sus mayores problemas. Para remediarlo, no debe bastar una decisi¨®n presupuestaria del Ministerio de Hacienda o del Gobierno, sin un previo debate de todas las universidades, sobre los medios financieros necesarios, sobre su distribuci¨®n seg¨²n criterios y objetivos universitarios, y sobre su correcta gesti¨®n y responsabilidad.
Falta de ello no s¨®lo se producen penurias lamentables, sino despilfarros, a veces, intolerables. As¨ª, en ocasiones, se acometen obras innecesarias, mientras los laboratorio¨¢ no tienen medios, o los profesores no cobran lo debido, porque, quiz¨¢ , y, por ejemplo, un rector para contentar a una facultad solicita y consigue del lejano Ministerio una consignaci¨®n presupuestaria para un gasto superfluo; o porque quien no debe decidirla decide una obra en un edificio que es secundaria o, incluso, superflua; o porque la proximidad al centro del poder que es el Ministerio permite obtener unos medios imposibles para otras universidades m¨¢s alejadas.
La fijaci¨®n de lo necesario, de los criterios y de los objetivos, y su posterior decisi¨®n, gesti¨®n y control enel gasto, deben ser claramente establecidos. De lo contrario prevalecer¨¢ elfavoritismo o el arbitrismo en detrimento de lo m¨¢s necesario que es la investigaci¨®n universitaria y su financiaci¨®n.
Muchos m¨¢s son los problemas que -de una vez- deben afrontar autocr¨ªticamente las universidades. Pero ?c¨®mo hacerlo? Porque estamos excesivamente acostumbrados al centralismo burocr¨¢tico del Ministerio y a la pasividad de las universidades, es por lo que entiendo que el proceso debe ser por s¨ª mismo capaz de despertar la dormida conciencia autocr¨ªtica de cada una de nuestras universidades. El debate de cada una -separado del resto de las dem¨¢s- mucho me temo y ?ojal¨¢ me equivoque! que no sea expresivo de la verdadera situaci¨®n de los problemas. Ese debate aislado quiz¨¢ ni siquiera se produzca.
Proceso
Por ello pienso que el proceso que debe seguirse deber¨ªa ser distinto al que acaba de iniciar el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia. Quiz¨¢ ser¨ªa m¨¢s conveniente el siguiente:
Asamblea de todas las universidades
1. Convocar una asamblea de todas las universidades espa?olas, en la que se debatan por comisiones los problemas grav¨ªsimos y defondo que aquejan a todas nuestras universidades en crisis y, entre ellos, el contenido de la futura autonom¨ªa de las universidades. Analizando los problemas generales de toda la Universidad -por los representantes de todas las universidades- se establecer¨ªan las decisiones y las soluciones comunes a todas ellas, para que despu¨¦s cada Universidad -en ejercicio de su autonom¨ªa- abordara sus problemas espec¨ªficos.
Las opiniones de cada Universidad por separado no pueden ni deben sustituir a esta asamblea, porque necesitamos una autocr¨ªtica que sea el resultado del debate y del intercambio de perspectivas. La opini¨®n de cada Universidad aislada -se sumen o se resten unas a otras- nunca llegar¨¢ a ser la opini¨®n de la Universidad espa?ola. Esta presupone y exige el di¨¢logo y el debate. Y poner as¨ª en marcha lo que ya casi ha desaparecido: la autocr¨ªtica y el an¨¢lisis por todas las universidades de sus propios problemas.
Futura autonom¨ªa
2. Terminada la asamblea y conociendo el Ministerio la opini¨®n de la Universidad sobre sus propios problemas y sobre el contenido de la futura autonom¨ªa, es cuando podr¨¢ aqu¨¦l elaborar un proyecto de ley de autonom¨ªa de la, Universidad espa?ola y podr¨¢ abordarse -adem¨¢s- por cada una de ellas la resoluci¨®n de sus propios problemas, en ejercicio de su propia autonom¨ªa.
As¨ª podr¨¢n, adem¨¢s, encontrar efectividad las decisiones que el Ministerio pueda adoptar sobre los graves problemas de la Universidad. Desde abajo hacia arriba se se?alar¨¢n los defectos y sus soluciones, de forma democr¨¢tica, cr¨ªtica y abierta. Que es la ¨²nica compatible con la Universidad. De no hacerse as¨ª, si el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia elabora unas disposiciones para la reforma de la Universidad, sin o¨ªr previamente el resultado de la opini¨®n de toda ella, la reforma ministerial -buena o regular- quiz¨¢ se reciba como una reforma m¨¢s, de las que con exceso han llegado desde Madrid a las diversas universidades espa?olas.
Sin voz y sin eco. Como letra muerta que llega a una instituci¨®n ¨¢tona, cuyo primer objetivo es que vuelva a encontrar su conciencia y su pulso propios.
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