Sobre la transferencia y otras premisas
Las grandes expectativas requieren grandes realidades, para no convertirse en grandes desencantos. Espa?a est¨¢ en un momento de grandes expectativas. Se ha recorrido en poco tiempo un gran trecho hacia un nuevo modelo de sociedad. Para ello es necesario conseguir que muchos objetivos considerados hasta ahora como ut¨®picos se conviertan en realidad. El primer paso, el paso insoslayable que debe darse en esta nueva etapa del camino, consiste en alcanzar un claro consenso sobre de terminados valores, de tal manera que no puedan transgredirse impunemente. En caso contrario ser¨¢ muy dif¨ªcil caminar hacia el nuevo horizonte que preconizamos. Sin puntos de referencia, ¨²nicamente existe confusi¨®n.El consenso sobre unos valores esenciales es, pues, premisa fundamental para el futuro de Espa?a. Dentro de poco tendremos la Constituci¨®n. Desde ahora tenemos que disponernos a observarla, porque las palabras son vanas si no se transforman en acci¨®n, si no modulan y fortalecen la realidad social. La falta de correspondencia entre las intenciones y los hechos: he aqu¨ª uno de los motivos de escepticismo que tanto se ha extendido por doquier en los ¨²ltimos a?os.
Catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid
Director: James Goldstone. Gui¨®n de Sanford Sheldon, Richard Levinson, William Lindy Tommy Cook. Fotograf¨ªa: David M. WaIsh. M¨²sica: Lalo Schifrin. Int¨¦rpretes: George Segal, Timothy Bottoms, Richard Widmark, Susan Strasbergy Henry Fonda. Norteamericana, 1976. Local de estreno: Bulevar.
Desde su propia aparici¨®n como naci¨®n aut¨®noma, son muchos los pa¨ªses que ponen de manifiesto, a trav¨¦s de sus portavoces, que deben erradicarse el hambre y la miseria, que debe detenerse de inmediato la carrera de armamentos, que deben preservarse los derechos humanos: los derechos a vivir en paz, sin miedo a un conflicto devastador a escala mundial, sin padecer enfermedades que pueden ser evitadas. Sin embargo.... la realidad normalmente es muy otra, y se ampl¨ªa la distancia que ya existe, en todos los ¨®rdenes, entre el pueblo y los gobernantes.
Para actuar de manera acorde con los tiempos son necesarias, ineludiblemente, algunas premisas:
Transparencia
La transparencia es la primera. Transparencia en el cumplimiento de nuestros respectivos cometidos; claridad en el ejercicio de nuestra funci¨®n, en la rendici¨®n de cuentas. Hemos vivido, lo cual es enormemente peligroso, en una situaci¨®n de simulaci¨®n consentida, de tal manera que muchas actuaciones de los ciudadanos y, entre ellas, la de la contribuci¨®n a la comunidad, constitu¨ªa un conjunto de falsedades conocidas, de tal manera que decir la verdad ser¨ªa un acto at¨ªpico y extravagante. No podemos seguir simulando ante el notario, ante el Estado, basados en la justificaci¨®n de que la normativa vigente -en materia fiscal, por ejemplo- ya parte de la base de que nunca se declara la verdad. No podemos seguir simulando. Se acab¨® la comedia. Pero las opacidades son detestables a todos los niveles, en todas las personas, en el sector p¨²blico y en el sector privado. Quiero decir que la evasi¨®n de capitales es un acto de insolidaridad socialmente intolerable, sea cual sea la cuant¨ªa en la que se produce, porque para evadir capitales no es necesario viajar a Suiza. Se trata de transparencia en el comportamiento social. Tenemos que pedir que la Administraci¨®n cumpla con eficacia sus responsabilidades, pero nosotros no podemos estar intentando continuamente eludir las que nos correspondan.
Autoridad
Otra premisa es la autoridad. La autoridad entendida como respeto a la voluntad del pueblo expresada democr¨¢ticamente en las urnas. Quienes alteran la convivencia gobernada y supervisada por los representantes leg¨ªtimos del pueblo atentan a las mismas ra¨ªces del estado democr¨¢tico. Como dijo Fernando de los R¨ªos, ?La obediencia es una obligaci¨®n en las dictaduras; una necesidad en la democracia?. Puede ejercerse la autoridad cuando se cuenta con el respaldo libremente expresado por el pueblo. Sin el ejercicio de la autoridad, la democracia todav¨ªa incipiente en Espa?a se hallar¨ªa en grave riesgo. Para conservar la autoridad es condici¨®n imprescindible el ejemplo y situar la pol¨ªtica y la democracia en los ¨¢mbitos que les son propios, sin rebosamientos ni excesos que pueden ser enormemente perniciosos. De la misma manera que la democracia no puede aplicarse a cuestiones t¨¦cnicas, cuya realidad objetiva es independiente de la opini¨®n popular, no pueden aplicarse f¨®rmulas globales a problemas que requieren estudios muy concretos.
El ejercicio de la autoridad conlleva un equilibrio permanente y dif¨ªcil entre la fuerza de la raz¨®n o la raz¨®n de la fuerza. El equilibrio consiste en lograr la moderaci¨®n de la fuerza mediante la fuerza de la moderaci¨®n.
Participaci¨®n
Todos, sin exclusiones, debemos participar en la marcha hacia el nuevo horizonte. Todos debemos contribuir a la implantaci¨®n y pleno disfrute de la libertad y de la justicia. Debemos trabajar cada uno como si el futuro dependiera de nosotros. Y es que, muy probablemente, depender¨¢ de nuestro esfuerzo. Es premisa esencial, en consecuencia, eliminar el paro, proporcionar trabajo, para que todos seamos y nos sintamos forjadores del nuevo Estado. Para lograrlo son necesarios grandes cambios en las tendencias actuales de la industria, en los h¨¢bitos de consumo, en los asentamientos sociales, en las ideolog¨ªas. De hecho, a nadie se oculta que el crecimiento del comercio mundial ha disminuido, al mismo tiempo que s¨¦ ha incrementado el desempleo, especialmente en Europa.
En el ¨¢rea de la OCDE, el desempleo ha alcanzado en estos ¨²ltimos meses el m¨¢ximo nivel precedente y, en Europa, es superior en el 30% al nivel que hab¨ªa alcanzado en el momento m¨¢s bajo de la recesi¨®n mundial de la primavera de 1975. El paro juvenil en la zona del Mercado Com¨²n ha sido en 1976 del 11%, mientras que el paro global era del 5 %, de tal modo que los j¨®venes representaban el 20% de la poblaci¨®n activa, pero el 40% de los desempleados. La elevaci¨®n del nivel de la formaci¨®n de la juventud ha conducido, l¨®gicamente, a que se incrementen sus exigencias acerca del nivel de su trabajo.
Las previsiones de empleo se han convertido en un motivo de especial pre¨®cupaci¨®n en todo Occidente. La OCDE acaba de celebrar una reuni¨®n sobre tan importante tema. De otro lado, constituye el aut¨¦ntico eje de la pol¨ªtica de ense?anza superior en muchos pa¨ªses.
Del campo y de los pueblos
Los mercados -interiores y exteriores- de los bienes de consumo que marcan el nivel de vida tienen un l¨ªmite, que se est¨¢ alcanzando y obligando a perfilar una nueva estrategia a nivel mundial. El desarrollo agrario debe acompa?ar al desarrollo industrial. La actual diferenciaci¨®n ha podido funda mentarse en circunstancias que ahora han caducado o se hallan en pleno declive. Debemos volver la vista al campo -hacerlo productivo, industrializar su producci¨®n para una conservaci¨®n y transporte adecuados, evitar intermediarios innecesarios- y hacer habituables los pueblos de Espa?a, nuestros pueblos, en donde se vive simult¨¢neamente (!) la Edad Media y la edad espacial. Con frecuencia, se adoptan decisiones desde la perspectiva de las grandes ciudades, a trav¨¦s de la ¨®ptica del mundo industrializado, de las concentraciones urbanas, Otra premisa de gran importancia es, pues, tener una visi¨®n panor¨¢mica, abstraernos de nuestro entorno m¨¢s inmediato en el momento de decidir. Y ahora, adem¨¢s de tener especialmente presentes a los m¨¢s olvidados: a quienes han permanecido cultivando la tierra y habitando esos pueblos dolorosos y, a veces, doloridos, que tanto bien han proporcionado a Espa?a, que tan poco bien han recibido.
Desconcentraci¨®n
Para poseer una visi¨®n general del pa¨ªs y de sus habitantes y decidir de manera acorde con este planteamiento, es absolutamente imprescindible la delegaci¨®n de funciones, la desconcentraci¨®n y descentralizaci¨®n de la Administraci¨®n P¨²blica. Saber ver los grandes perfiles. Conseguir una acci¨®n coordinada, con una visi¨®n integral. Y despu¨¦s, que cada palo aguante su vela, que cada Departamento Ministerial o cada instituci¨®n regional o provincial conozca los detales de su monta?a. La visi¨®n de la cordillera en su conjunto es imprescindible para concebir y desarrollar una pol¨ªtica global y coherente. Por otra parte, es absolutamente imprescindible la coordinaci¨®n a nivel nacional, tanto del planteamiento como del seguimiento de cuestiones esenciales que se hallan distribuidas, a los efectos de su ejecuci¨®n, entre varios departamentos o instituciones.
Mejor prevenir
Hay otras muchas premisas, pero no quisiera omitir entre las fundamentales la necesidad de atender, con mayor preferencia, los derechos de los m¨¢s d¨¦biles, de los que pueden valerse menos por s¨ª mismos. Debemos prevenir las enfermedades que hoy pueden evitarse; debemos esforzarnos en conseguir nuevos conocimientos que permitan evitar la enferemedad y el sufrimiento.
No existen disculpas, ante tantos gastos innecesarios y destinados al exterminio, para no disponer de aut¨¦nticas unidades de vigilancia intensiva para aquellos nuevos integrantes de la comunidad humana que lo requieran. Tenemos que atender a la calidad de la vida, prevenir la subnormalidad y todas aquellas enferemedades que puedan dejar secuelas permanentes. La implantaci¨®n de la medicina preventiva y la evitaci¨®n de injusticias irreversibles han sido declarados objetivos prioritarios por la UNESCO, en reciente resoluci¨®n.
El grado de civilizaci¨®n, no nos quepa la menor duda, se medir¨¢ muy pronto por otros par¨¢metros. Y uno de los principales ser¨¢ conocer en qu¨¦ medida cada pa¨ªs ha sabido aplicar sus recursos t¨¦cnicos y sus conocimientos para evitar la enfermedad y el sufrimiento, es decir, para procurar el pleno disfrute de los derechos humanos.
Informaci¨®n
Constituye obligaci¨®n moral informar a la opini¨®n p¨²blica sobre la situaci¨®n real del mundo, sobre sus capacidades y sus riesgos, sus limitaciones y, posibilidades, su complejidad creciente. Ser¨¢ necesario mucho coraje pol¨ªtico para resolver el reto con el que se enfrenta la humanidad y el reto concreto con el que en estos momentos se enfrenta Espa?a. Para dirigimos hacia el nuevo horizonte tenemos que levantamos temprano y andar un largo camino, conociendo nuestra peque?a magnitud, la menguada longitud de nuestro paso. El gran error del hombre de la era de los viajes espaciales, de los vuelos supers¨®nicos, de la instant¨¢nea comunicaci¨®n planetaria, ser¨ªa sentirse superior a quienes le han precedido. Es tal el ritmo del avance cient¨ªfico y tecnol¨®gico, que no ser¨ªa necesario compadecernos de pasadas generaciones, sino de nosotros mismos hace tan s¨®lo unos a?os. A veces bastar¨ªa con una visi¨®n retrospectiva de algunos meses.
En este camino nadie puede permanecer indiferente. En la obra de P¨¦rez de Ayala, Belarmino le dice a Colignon, el ?fil¨®sofo beligerante?: ?Defiendo mi si y acepto tu no..., pero no puedo comprender el "que s¨¦ yo"... Debemos trabajar para que no se conviertan en desencanto todas estas palabras densas que los labios espa?oles han repetido ilusionadamente en los ¨²ltimos meses: libertad, democracia, justicia. Es oportuno aqu¨ª el verso de Vicente Aleixandre: ?Las palabras mueren. Bellas son al sonar, mas nunca duran?.
No quisiera que estas reflexiones sobre el estado del planeta y las premisas para que sigamos el rumbo adecuado hayan podido parecer, respectivamente, desalentadoras e irrealizables. En los momentos decisivos -que acaecen muy de tarde en tarde- es necesario proclamar sentimientos y convicciones sin que nos produzca rubor que puedan parecer ut¨®picos. Pero en estos momentos, tambi¨¦n para un cient¨ªfico, que s¨®lo se f¨ªa de los resultados, parece obligaci¨®n imprescindible tratar de transmitir un ideal. Un ideal que nos permita a todos sentir la responsabilidad de ser art¨ªfices de la nueva historia de Espa?a: caminar hacia el nuevo horizonte basados no en ?la palabra s¨®lo, por que la palabra sola mata, sino en el esp¨ªritu que da vida?.
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