Don Juan Carlos: "El inmovilismo ser¨ªa absurdo y suicida; hay que seguir la marcha de la Historia"
El Rey dirigi¨® a sus compa?eros de armas las siguientes palabras:?Queridos compa?eros: cuando el rey Carlos III, con motivo de la reconquista de Mahon, instituy¨® la fiesta de la Pascua militar, pretend¨ªa mostrar expresamente al Ej¨¦rcito, su especial consideraci¨®n, su agradecimiento y su aprecio.
Al continuar la tradici¨®n entonces iniciada y despu¨¦s mantenida a trav¨¦s de los siglos, es para m¨ª un honor, en este d¨ªa de Reyes del a?o que comienza, reiteraros aquellos sentimientos y hacer llegar mi feli citaci¨®n a cuantos compon¨¦is los Ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire, y las fuerzas de Orden P¨²blico.
Quisiera deciros tambi¨¦n cuan lejos est¨¢ de mi ¨¢nimo considerar este acto como una ceremonia pu ramente formularia. Porque, muy al contrario, en este ambiente familiar que me es tan grato, pero con la importancia que la ocasi¨®n merece, desear¨ªa ser capaz de expresaros con exactitud la sinceridad, el calor y la emoci¨®n que inspiran mis pensamientos y mis palabras. Reiteradamente he afirmado con qu¨¦ fuerza me siento unido a los Ej¨¦rcitos, en cuyas academias se forj¨® mi juventud y donde, a la vez que otras singulares lecciones, aprend¨ª los elevados conceptos del deber, de la patria y el honor.
Pero es que, adem¨¢s, ahora, cuando han transcurrido dos intensos a?os desde que me correspondi¨® ostentar la m¨¢xima responsabilidad de los destinos de Espa?a y he asistido con una perspectiva elevada al desarrollo, siempre dif¨ªcil, de la transforma ci¨®n pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs, cuando he podido conocer los sentimientos que animan y las inquietudes que preocupan en estos momentos cruciales a los componentes de nuestras Fuerzas Armadas; cuando tengo constancia de vuestra disciplina, de vuestra calma y de vuestra presencia de ¨¢nimo, comprendo que est¨¢ m¨¢s justificada que nunca mi felicitaci¨®n cordial como jefe supremo de los Ej¨¦rcitos, y que m¨¢s que nunca tambi¨¦n me rec¨¦is, con mi agradecimiento, agradecimiento profundo de ese pueblo espa?ol del que proced¨¦is y al que serv¨ªs.
Yo os pido a todos que persever¨¦is en esa conducta y que sig¨¢is, como hasta el presente, haciendo gala de comprensi¨®n, de serenidad y de confianza.
Comprensi¨®n, para daros cuenta real de las circunstancias que vivimos y de la necesidad de adaptarse a los cambios producidos por el transcurso del tiempo, por los impulsos de las nuevas generaciones, por el anhelo de reconciliar al fin a todos los espa?oles en un empe?o com¨²n del que nadie se siente marginado.
El inmovilismo ser¨ªa suicida
De la misma manera que el armamento y el material militar se perfeccionan y transforman, igual que el arte de la guerra tiene que sufrir innovaciones profundas, porque el inmovilismo ser¨ªa absurdo y suicida, tambi¨¦n en otros muchos aspectos, y desde luego en el pol¨ªtico, hay que seguir la marcha de la historia para demostrar al mundo y demostramos a nosotros mismos que somos capaces de vivir en la paz, en la democracia y en la libertad. Pero hay que hacerlo con el dominio necesario para condicionar, dirigir y controlar debidamente los acontecimientos, a fin de que no sean s¨®lo ellos los que nos dominen y arrastren de tal forma que nos conduzcan a excesos o a exageraciones tan perjudiciales como el estancamiento o el retroceso.
Comprensi¨®n, para saber cu¨¢ndo debe sacrificarse la voluntad de cada uno en beneficio de la voluntad general, y cu¨¢ndo, por el contrario, hay que llegar al m¨¢s grande de los sacrificios en defensa de lo que para la Patria espermanente e irrenunciable.
Comprensi¨®n, para que los cambios tengan lugar con orden y equilibrio, sin quedarse aferrados al tiempo pret¨¦rito, ni ir m¨¢s all¨¢ de lo que la prudencia exige; sin dejarse vencer por esos impulsos pendulares y radicales tan propios de nuestro car¨¢cter, ni encontrar disculpas para interrumpir el trabajo y el esfuerzo de todos los d¨ªas.?
Serenidad, para asistir al proceso que estamos viviendo, sin excitaci¨®n, sin nerviosismo o precipitaciones, sin temores infundados, perfectamente seguros de nosotros mismos.
Serenidad, para que la evoluci¨®n imprescindible no desemboque en el olvido absoluto de un pasado en el que ha de basarse la experiencia, ni conduzca a una total subversi¨®n del orden de los valores o a una alteraci¨®n de las realidades hist¨®ricas que no pueden borrarse.
Eludir el error de politizar las Fuerzas Armadas
A los Militares se les exige mucho y se les limitan sus actividades en el aspecto
pol¨ªtico, porque lo elevado de su misi¨®n, la dureza de sus deberes y la confianza que la naci¨®n ha puesto en ellos as¨ª lo aconsejan. Pero, en justa correspondencia, es preciso exigir tambi¨¦n a los dem¨¢s el respeto obligado para lo que es tan respetable, el respeto, por parte de todos, para las leyes y las disposiciones que regulan las actividades de los Ej¨¦rcitos y, los derechos de sus miembros.
Si los militares deben abstenerse de intervenir en los problemas pol¨ªticos de todos los d¨ªas y de manifestar sus personales opciones del aquel car¨¢cter, tambi¨¦n hay que evitar que, desde fuera de las Fuerzas Armadas, se trate de potilizarlas, implic¨¢ndolas en la pol¨ªtica que a cada cual conviene o utiliz¨¢ndolas para apoyar en uno u otro sentido sus intereses. Y mucho m¨¢s a¨²n, es indispensable eludir el error de politizarnos nosotros mismos, desde entro, precisamente por l¨¢ obsesi¨®n exagerada de evitar a ultranza la propia politizaci¨®n.
Sancionar, cuando sea indispensable
Los Ej¨¦rcitos tienen en la virtud de la disciplina el m¨¢s importante fundamento de su prestigio, de su unidad y de su permanencia, velemos por mantenerla en todo momento con esp¨ªritu de justicia y sintiendo el dolor que la sanci¨®n debe producir, tanto al que sufre como al que la impone. Sanciones, pues, cuando sea indispensable, con esa serenidad que ven¨ªs demostrando y a la que os exhorto, con reflexi¨®n y mesura, pensando que, en la unidad indisoluble de las Fuerzas Armadas, el castigo ha de sentirse como si lo aplic¨¢ramos en nuestra propia carne.
Porque la disciplina -cuyo m¨¦rito se ha graduado en una definici¨®n memorable- ha de apoyarse, m¨¢s que en el castigo, en la convicci¨®n de los que obedecen y en el pleno prestigio y la raz¨®n del que manda, de la misma manera que en todos los aspectos la autoridad y el orden han de constituir un china, un ambiente y una actitud.
Y os pido tambi¨¦n confianza. Una confianza que tiene que estar entretejida con la fe en el mundo, con la seguridad de que quien lo ejerce en cada escal¨®n superior tiene m¨¢s conocimientos, m¨¢s informaci¨®n y m¨¢s fundamentos para, decidir o proceder en la forma que lo hace.
Confianza vigilante que impida tanto las reacciones improvisadas como la despreocupada impasibilidad.
Con comprensi¨®n, con serenidad y con confianza, las Fuerzas Armadas espa?olas y las de Orden P¨²blico est¨¢is dando una nueva lecci¨®n de patriotismo a trav¨¦s del delicado per¨ªodo que nos ha correspondide, vivir.
Yo estoy, seguro de que con vosotros, estrecharnente unidos, templada la pasi¨®n de la juventud con la reflexi¨®n y la experiencia de los hombres maduros, con vosotros ,como parte integrante e inseparable de nuestro pueblo, coronaremos la empresa en que estamos comprometidos.
Una empresa que, por no ser f¨¢cil, tiene ese valor excepcional que siempre ha servido de acicate a los espa?oles. Una empresa que demanda la colaboraci¨®n y la buena voluntad de todos y el tacto necesario para saber dilucidar con acierto lo que ha de mudar necesariamente, y lo que necesariamente debe conseriarse, a pesar del tiemrpo que pasey de los sistemas que se establezcan.
En lo que va a suceder con las Reales Ordenanzas de Carlos III, creador de Ha Pascua militar que hoy celebrarnos, pudiera contenerse simb¨®licamente el resumen de cuanto he pretendido deciros y el reflejo, en el ¨¢mbito militar, del actual inomento, de nuestra Patria.
Esp¨ªritu inmutable de lo militar
Como sab¨¦is, recientemente se ha constituido una comisi¨®n para estudiar la adaptaci¨®n de aquellas ordenanzas a los tiempos actuales. Pero esa revisi¨®n, sin duda necesaria, no podr¨¢ nunca afectar a su esp¨ªritu, que ha de permanecer inmutable, como una regla moral de nuestra conducta, como una lecci¨®n constante de virtudes militares.
No olvidemos ese precepto breve y contundente de las mismas ordenanzas, que reza as¨ª: ?El que tenga orden absoluta de defender una posici¨®n a toda costa, lo har¨¢.?
Imaginaos, cuando la posici¨®n es Espa?a, con qu¨¦ esp¨ªritu, con qu¨¦ decisi¨®n y con qu¨¦ entusiasmo hemos de en.tregarnos los espa?oles, sus Fuerzas Armadas y vuestro Rey, al frente de todos, a defender para nuestra Patria un futuro de concordia, de paz y de progreso.
Otra vez os deseo muchas felicidades para vosotros y vuestras familias, dentro de esta gran familia que es la milicia, con mi especial consideraci¨®n, mi agradecimiento y mi aprecio.?
Llamada a la disciplina en la Pascua militar
Una llamada, a la comprensi¨®n, serenidad y confianza ante los cambios producidos, ?porque el inmovilismo ser¨ªa absurdo y suicida?, hizo el rey Juan Carlos ayer a las Fuerzas Armadas y de Orden P¨²blico, que pronunci¨® en el palacio Real, en el discurso con motivo de la celebraci¨®n de la Pascua militar, ante los altos mandos de los Ej¨¦rcitos y ante el Gobierno. Con anterioridad, el ministro de Defensa, teniente general Guti¨¦rrez Mellado, manifest¨® a don Juan Carlos que la disciplina, la lealtad y el compa?erismo han sido los tres pilares sobre los que -en cumplimiento de las recomendaciones hechas por el propio Rey el a?o pasado en estas fechas las Fuerzas Armadas han tratado de basar su esfuerzo de participaci¨®n. Este ha consistido en el empe?o de que la sociedad espa?ola sea cada vez m¨¢s justa, alegre y libre, y de que la unidad de la Patria, respetando la variedad de sus regiones, constituya la esencia del ser nacional. El ministro de Defensa se manifest¨® contrario, en su discurso, a que las Fuerzas Armadas perdiesen contacto con la realidad social, y declar¨®: ? Pretendemos que nuestros Ej¨¦rcitos constituyan un todo con la sociedad y sean defensores de su voluntad soberana y que, por el contrario, no sean monopolio de nadie, para que todos los espa?oles se sientan identificados con ellos.? El acto de felicitaci¨®n real a las Fuerzas Armadas se celebr¨® en el sal¨®n del trono del palacio Real de la plaza de Oriente. Antes, los reyes don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa fueron cumplimentados en la c¨¢mara oficial del palacio por el Gobierno, presidido por Adolfo Su¨¢rez; por el Consejo del Reino, presidido por Antonio Hern¨¢ndez Gil, tambi¨¦n presidente de las Cortes, y por representanciones del Congreso de Diputados y del Senado, presididas, respectivamente, por Fernando ?lvarez de Miranda y por Antonio Font¨¢n. En el acto de felicitaci¨®n real a las Fuerzas Armadas estuvieron presentes, adem¨¢s del Gobierno, en pleno, las comisiones militaires de la Vicepresidencia para Asuntos de la Defensa, del Consejo Supremo de Justicia Militar, del Alto Estado Mayor, de los Ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire, de la Guardia Civil, de la Polic¨ªa Armada y de la Hermandad de Retirados de los tres Ej¨¦rcitos.
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