Clasificaci¨®n "S"
Este a?o los Reyes Magos, siempre tan generosos con los ni?os, han tra¨ªdo a los mayores ese juguete universal y famoso llamado Emmanuelle. Ya est¨¢ aqu¨ª, pregonando en las carteleras su clasificaci¨®n ?S?, que a?ade a¨²n m¨¢s aliciente al espect¨¢culo, como manzana prohibida de un hasta hoy para¨ªso deseado. Todos van a recoger su regalo de Pascuas, j¨®venes, viejos, mirones solitarios, matrimonios de edad o estudiosos de t¨¦cnicas er¨®ticas. Todos acuden a contemplar c¨®mo Emmanuelle hace el amor en avi¨®n, a solas, por lo legal, en plan ad¨²ltero o salvaje, por la v¨ªa can¨®nica o senderos prohibidos. Todos suspiran, comentan cada lance, bostezan a lo largo de las inacabables parrafadas te¨®ricas o en los paseos por un oriente de postal donde la acci¨®n se desarrolla. ?Estar¨¢n los espa?oles maduros, sexualmente maduros en esta tibia democracia que apunta? ?Sufrir¨¢n todav¨ªa sus dolorosas frustraciones? La verdad es que en este marat¨®n er¨®tico a la b¨²squeda de un tiempo perdido se van quemando etapas a una velocidad que para s¨ª quisiera el otro marat¨®n pol¨ªtico.Esta burgues¨ªa a la que los Reyes de Oriente han tra¨ªdo de regalo su Enmanuelle por ser juciosa y aprobar con buenas notas su curso de democracia, recuerda a la que Larra criticaba. Esta joven y eterna burgues¨ªa espa?ola contrita y contenta y hasta ahora acomplejada, pero al fin dispuesta a liberarse a golpe de butaca nos trae a la memoria a aquella hermana del escritor, censora implacable de novelas que ense?aban y ense?an, como se sabe toda clase de vicios capitales Pero vinieron los franceses, tan franceses como nuestra Emmanuelle de hoy, y como su modo de pensar no estribaba en valores ciertos, sino en la pura rutina y la opresi¨®n dom¨¦stica, no hizo falta una gran liberaci¨®n ni demasiados filmes ?S? para convencerla de que aquel modo de vivir no era el m¨¢s distra¨ªdo precisamente ?Qu¨¦ motivo habr¨¢, s¨¦ preguntaba -se preguntan tantos hoy-, que nos persuada de que debemos pasarlo mal en esta corta vida, pudiendo pasarlo mejor? As¨ª, la hermana se puso al d¨ªa pasando del A?o Cristiano a otros a?os m¨¢s amenos y sabrosos. Y as¨ª de talante parecido, nuestra joven burgues¨ªa llenar¨¢ seguramente nuestras salas ?S?,dado que libros apenas lee y le ser¨ªa dif¨ªcil cambiarlos por otros o tan si quiera abandonarlos.
Enmanuelle
Un filme de Just Jaeckin. Int¨¦rpretes: Sylvia Kristel, Marika Green, Cristine Boisson, Alain Cuny. Francia. Er¨®tica. Locales de estreno: Luchana, Carlton, Concepci¨®n, Richmond y Torre de Madrid.
Just Jaeckin, especialista y artesano de esta escuela er¨®tico-ex¨®tica, en la que es preciso incluir una larga lista de filmes que sin duda iremos viendo, se propuso al realizar ¨¦ste ofrecernos un tipo de erotismo diferente, m¨¢s elegante, incluso refinado. Pero ser elegante supone no s¨®lo desearlo o aparentarlo al menos, sino serlo realmente, saber leer entre l¨ªneas la verdad de un libro como el que ha dado tema a esta pel¨ªcula sin resbalar por su aparente superficie. De la mano de Jaeckin, personajes, acci¨®n, paisaje, t¨¦cnicas er¨®ticas, psicolog¨ªa y melodrama, m¨¢s que combinarse, se amontonan cuando no se persigue al amparo de Emnanuelle Arsan y su filosof¨ªa demencial, en donde la vagina es reina. La verdad es que el filme navega desde principio a fin por un mar entre hortera y deleznable, en el que la ¨²nica capaz de mantenerse a flote es su protagonista o, por mejor decirlo, su cuerpo, en torno al cual los otros, los dem¨¢s, incluidos director, lesbianas, orientales y buena sociedad colonial, se sostienen y medran. Sin ella, este filme ser¨ªa uno m¨¢s de los que tras ¨¦l han venido y vendr¨¢n; con ella, al menos, se soporta, aunque no siempre, dicho sea en honor a la verdad, a la, ¨²nica verdad de esta pel¨ªcula, de esta inefable Sylvia Kristel, animal de amor con ?S? de estupenda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.