Alemania del Este, acusada en el caso del espionaje a Strauss
Las supuestas escuchas policiales de una o varias conversaciones telef¨®nicas del l¨ªder ultraconservador de la Democracia Cristiana alemana, Franz-Josef Strauss, no tienen a¨²n paternidad reconocida. Mientras el l¨ªder b¨¢varo insiste en que estos m¨¦todos ?cuadran con la moral del Gobierno?, el portavoz de ¨¦ste dice que las afirmaciones de Strauss son irresponsables.Por su parte, el servicio de inteligencia alem¨¢n adelanta una interpretaci¨®n no menos aventurada que las estimaciones de Strauss sobre el Gobierno: seg¨²n la central del contraespionaje alem¨¢n, con sede en Pullach, en Baviera, el texto mecanografiado que lleg¨® este fin de semana hasta la redacci¨®n del Sueddeutsche Zeitung, de Munich, ?es una falsificaci¨®n de agentes del este europeo?. Lo que nadie ha explicado por ahora es c¨®mo Strauss confirm¨® la autenticidad de las conversaciones publicadas por el peri¨®dico. Se habla de una ?falsificaci¨®n? por un pa¨ªs del Este, se supone que la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, pa¨ªs que hasta ahora no ha dicho ni palabra sobre el incidente.
La pol¨¦mica surge dos d¨ªas antes de que el Parlamento, en sesi¨®n plenaria, decida sobre la nueva ley para el control del servicio de inteligencia alem¨¢n, hasta hoy un organismo omn¨ªmodo, apenas supeditado al Gobierno. Mientras se decide si da lugar o no a un debate parlamentario sobre este proyecto de ley, una comisi¨®n del mismo Bundestag ha comenzado ya a actuar para delimitar responsabilidades y esclarecer los hechos, dentro de lo posible.
Las armas en la c¨¢rcel de Stammheim
Otra comisi¨®n con problemas de esclarecimiento es la que se encarga de analizar los incidentes ocurridos en la c¨¢rcel de Stammheim, en ocasi¨®n del misterioso suicidio de los dirigentes de la organizaci¨®n Baader-Meinhof. Mientras el fiscal general, Rebmann, declaraba hace tres d¨ªas que al fin se hab¨ªa descubierto el modo por el que entraron en la c¨¢rcel especial las pistolas con las que, seg¨²n la versi¨®n oficial, se dieron muerte Baader y Raspe (ambas armas, de gran calibre dentro de su g¨¦nero, fueron ingresadas por un abogado dentro de un volumen de actas en el que hab¨ªa practicado una oquedad), el ¨²ltimo testimonio autorizado, el de los tres polic¨ªas encargados del control de visitantes de la c¨¢rcel, parece desmentir esta posibilidad. Los tres han declarado ante la comisi¨®n que la versi¨®n es inadecuada: los abogados estaban obligados a depositar todos sus haberes, que eran registrados concienzudamente mediante un detector de metales. Sigue en pie, por tanto, el principal punto oscuro en la muerte de los activistas de Stammheim.
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