La ausencia de la revoluci¨®n burguesa
Los personajes de esta novela est¨¢n arrancados de una realidad cruel y exacta. El mundo campesino de la Espa?a en que alborea la II Rep¨²blica. Sus reacciones, sus sentimientos, sus deseos, la desesperaci¨®n y la angustia que les envuelve es similar a la de los mujiks rusos de la revoluci¨®n de octubre.Son hombres y mujeres esencialmente primitivos esbozados con cuatro rasgu?os. Tienen br¨ªo, gracia y donaire. Rebeld¨ªa y amargura. Son algo tan de nuestra tierra y de nuestra vida como la brisa de nuestras costas o el ma¨ªz de nuestras mieses.
Pero el autor consigue algo mucho m¨¢s fuerte que un naturalismo realista. Son individualidades geniales y, por tanto, relativas. No rehuye la pintura de nada verdadero y humano y ha sabido expresar su lenguaje con la lengua del pueblo, vigorosa y temperamental. Sabe sacar oro de la escoria y l¨¢grimas del fango, haciendo que por la miseria de estas vidas atraviese un rayo de luz remota y melanc¨®lica.
Una rep¨²blica sin republicanos
Manuel Villar Raso. Ediciones Albia. Bilbao, 1977.
Puede que sin propon¨¦rselo haya logrado dar cima a una tesis de profundos significados sociol¨®gicos. La cuesti¨®n, evidentemente, no est¨¢ puesta ni puede ponerse entre la verdad de un lado y la falsedad de otro. Nadie que est¨¦ en su juicio puede declararse idealista si el idealismo consiste en sustituir las quimeras y alucinaciones a las sanas y robustas realidades de la vida.
La realidad de una rep¨²blica sin republicanos es la verdad humana de un pueblo, tan aut¨¦ntica, tan l¨®gica y tan palpitante como su misma existencia desesperada. Hay sucesos hist¨®ricos que el autor alude como complemento y referencia en su novela. El aquelarre sangriento de Casas Viejas, con el llameante sacrificio del viejo libertario Seisdedos, sus hijos y sus nietos; la matanza de guardias civiles en Castilblanco, demostraron que ?los ¨®rganos de decisi¨®n central del Poder carec¨ªan de poder en el Estado, de ineficacia de los instrumentos a emplear?.
Manuel Villar Ras¨® nos ofrece en su obra el desconcierto y la frustraci¨®n de unos hombres que cre¨ªan llegada la hora de la revoluci¨®n comunista libertaria y que se ve¨ªan constre?idos a los moldes de un Estado que no se diferenciaba en apenas nada a la situaci¨®n socioecon¨®mica anterior. Las transformaciones que experiment¨® el mundo entre 1789 y 1848, debido a lo que llamamos la doble revoluci¨®n, la Revoluci¨®n francesa y la contempor¨¢nea revoluci¨®n industrial brit¨¢nica, en Espa?a no se hab¨ªan producido.
El impacto en nuestro pa¨ªs de aquellas revoluciones fue imperceptible. No produjo el menor cambio en la sociedad. Y hay que subrayar que las dos revoluciones aludidas supusieron el triunfo de un sistema capitalista y burgu¨¦s, aunque de marcado acento liberal.
La ausencia de la revoluci¨®n burguesa en Espa?a ocasiona que llegue una rep¨²blica sin republicanos, que existiese una monarqu¨ªa sin mon¨¢rquicos y que los liberales no supieran a ciencia cierta a qu¨¦ carta quedarse. ?Y el pueblo humilde, trabajador y m¨ªsero? ?Y los campesinos? Es lo que pensaba Manol¨ªn al despedirse de Claudia: ?Hombres intransigentes, duros y cabezas de buey que manejar¨ªan a la Rep¨²blica a su antojo, sin dejarle al pueblo ser ¨¦l mismo se?or y protagonista, cag¨¢ndose en la madre de todos ellos, que hab¨ªan gobernado este pa¨ªs para su conveniencia y lo seguir¨ªan gobernando por los siglos de los siglos; ni uno bueno, ni uno puro, ni uno enteramente de fiar. ?Sabr¨ªa ¨¦l manejar el fusil de una forma fr¨ªa y sistem¨¢tica? ?
En 1831 ya hab¨ªa escrito el bueno de V¨ªctor Hugo que o¨ªa ?el ronco son de la revoluci¨®n, todav¨ªa lejano, en el fondo de la tierra, extendiendo bajo cada reino de Europa sus galer¨ªas subterr¨¢neas desde el t¨²nel central de la mina, que es Par¨ªs?. En 1847 el sonido era estent¨®reo y cercano. Un a?o m¨¢s tarde se produjo la explosi¨®n. Aqu¨ª, como relata Villar Raso, en 1931 explot¨® una rep¨²blica sin republicanos.
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