"El asesinato de los hijos est¨¢ en el origen de nuestras culturas"
?Uno de los hechos que m¨¢s han conmovido a la opini¨®n mundial, a partir de 1962 -asegura Arnaldo Rascovsky-, fue el descubrimiento del battered child syndrome (s¨ªndrome de ni?o apaleado), consistente en el cuadro que presentaban muchos ni?os en servicios de urgencia hospitalarios, cuadro caracterizado por la m¨²ltiple violencia ejercida sobre ellos: hundimiento craneal, quemaduras y fracturas.?Pero el filicidio no siempre es un asesinato. Se trata de una actitud ps¨ªquica por la cual el ni?o, el hijo, es un ser al que atacar o reprimir. ?Por qu¨¦ esta actitud? ?El proceso cultural, para su fundamentaci¨®n y mantenimiento, ha exigido permanentemente el holocausto de las nuevas generaciones -nos explica Rascovsky-. Esta es la base del progreso, al hacer posible de ese modo la prohibici¨®n del incesto, prohibici¨®n fundamentada por la cultura. Esto requiere el predominio de la acci¨®n represora de los instintos. ?
Las figuras paternas se convierten, pues, en un agente represor, a trav¨¦s de los que esta cultura se perpet¨²a. Pero la represi¨®n no tiene por qu¨¦ ser siempre tan represiva y filicida. ?El buen padre -prosigue Rascovsky- prohibe el incesto, reprime el instinto, con amor, ofreciendo otra alternativa instintiva al hijo: la identificaci¨®n con ¨¦l. En este caso, el padre fuerza al hijo a la renuncia por amor y no por miedo, logrando la identificaci¨®n del ni?o con esta imagen paterna. Ante el padre bueno, el ni?o renuncia f¨¢cilmente.?
La presencia del padre es muy importante en el proceso. El ni?o se desarrolla y crece identific¨¢ndose con sus figuras maternas, internaliz¨¢ndolas en su mente. ?El peor padre -prosigue Rascovsky- es el que no est¨¢, el muerto, el ausente. El ni?o necesita un largo per¨ªodo de tiempo para su desarrollo. En Suecia, por ejemplo, se han dado cuenta de ¨¦stos hasta tal punto que se concede un a?o de licencia laboral al padre y a la madre del reci¨¦n nacido. Incluso existe el proyecto, creo, de reducir el trabajo de los padres a cuatro horas, hasta que el ni?o cumpla los ocho a?os.?
Llega a considerar el psic¨®logo argentino que la compa?¨ªa de un padre psic¨®pata -ser que no respeta las reglas sociales- es menos mala que la ausencia de padre.
?El ni?o necesita esta relaci¨®n personal profunda -prosigue-. Las guarder¨ªas son muchas veces dep¨®sito de ni?os abandonados. El filicidio empieza con la carencia de la funci¨®n maternal y paternal, de la que, a su vez, la causante es esta sociedad y estas estructuras que fuerzan econ¨®mica, social y ps¨ªquicamente a los padres a comportarse de ese modo.?
Matanza juvenil
Precisamente esas fuerzas sociales imperantes ejercen el filicidio a lo largo de todas las etapas de la vida, desde antes del parto, en la primitiva relaci¨®n con la madre, hasta la educaci¨®n, o la guerra. ?Hay una fuerte tendencia social a castrar la instintiva maternal -contin¨²a Arnaldo Rascovsky- .Esta actitud se extiende al tratamiento del parto quir¨²rgico y la anestesia, con toda la industria comercial montada en torno a ello, y tiene uno de sus exponentes en la propaganda contra la alimentaci¨®n al pecho. En R¨ªo de Janeiro, por ejemplo, se ha constatado que, a mayor nivel econ¨®mico, hay mayor proporci¨®n de ces¨¢reas, llegando a nacer por este procedimiento un 70 % de los ni?os. Tambi¨¦n en torno a la anestesia se monta un negocio de comisiones econ¨®micas, seg¨²n la proporci¨®n empleada. Frente a todo ello, se tiende a volver a un parto m¨¢s natural, sin ese entorno quir¨²rgico, hospitalario y comercial.?La educaci¨®n contin¨²a el proceso filicida. Son los ritos de iniciaci¨®n por los que la generaci¨®n adulta fuerza a los nuevos individuos a adaptarse a las pautas culturales vigentes, que muchas veces no son sino la barbarie establecida. ?Entre los cazadores de cabezas, por ejemplo -se nos explica-, un muchacho no es mayor hasta que no corta una cabeza. Vemos entonces a ni?os aterrorizados, esperando largos per¨ªodos de tiempo, en el bosque, hasta encontrar alguien a quien cortar la cabeza. Los procesos educacionales someten a los muchachos a m¨²ltiples necesidades in¨²tiles, necesidades s¨¢dicas de las clases dirigentes. Buena parte de las ense?anzas m¨¦dicas son obsoletas, incluida la educaci¨®n universitaria. En medicina, por ejemplo, no se ense?a casi nada de la relaci¨®n m¨¦dico-paciente. Otro ejemplo: ?Para qu¨¦ sirve ense?ar a hacer buena letra en la era de las m¨¢quinas de escribir??.
Pero los ritos de iniciaci¨®n, los h¨¢bitos educativos, tienen otra finalidad: ?Se trata -dice- de asegurar la dominaci¨®n generacional. Hay investigaciones, como la de Gerome Frank, ex profesor de la Universidad John Hopkins, que revela hasta qu¨¦ punto llega la dominaci¨®n gerontocr¨¢tica. Cuando Roosvelt ten¨ªa en sus manos la direcci¨®n del mundo, estaba muy enfermo. Wilson estuvo loco ocho meses durante su mandato. Forrestalt, ministro de Defensa norteamericano, tuvo en sus manos la posibilidad de accionar la bomba at¨®mica, mientras estaba pr¨¢cticamente paranoico. Cre¨ªa que las sombrillas de las playas eran detectores instalados por el enemigo, y acab¨® tir¨¢ndose por la ventana. ?En manos de qui¨¦n estamos? ?Qu¨¦ sentido tiene elegir personas de 92 a?os para gobernar, como en el caso de Adenauer? Esto no son sino pruebas de la presi¨®n de la antigua generaci¨®n.?
Relaci¨®n madre-hijo
El filicidio, como actitud ps¨ªquica y cultural, tiene dif¨ªcil salida, porque, al ser la base de esta cultura, su modificaci¨®n requerir¨ªa cambios profundos culturales. ?La alternativa contra, el filicidio ser¨ªa hacer posible otra cultura, bajo el predominio del amor -dice Rascovsky- Habr¨ªa que respetar m¨¢s la figura de la mujer. Se reprime lo maternal. En los padres que tienen su primer hijo, el psicoan¨¢lisis muestra ciertos hechos: envidia, sentimientos de marginado ante la pareja madre-hijo. La pareja inicial hombre-mujer concentra toda la l¨ªbido de ambos. Pero ya durante el embarazo se produce una retracci¨®n del amor y una consiguiente p¨¦rdida del inter¨¦s libidinoso. En el tercer mes, cuando se forma la placenta y, el feto adquiere cierta independizaci¨®n de la madre, ¨¦sta recupera su erotismo, pero m¨¢s tarde volver¨¢ a centrarse en el ni?o.? Los sentimientos de desplazamiento, celos y envidia en el hombre son una de las causas, seg¨²n Rascovsky, por una poten infidelidades. Incluso, en algunos sitios, la mujer presenta una amiga al marido. ?La mujer tiene un verdadero idilio con el ni?o -nos explica- Un ni?o que mama produce en su madre sensaciones muy similares al coito. A veces, incluso, se producen orgasmos en la mujer mientras mama el ni?o. La mujer tiene, de hecho, una poligamia absoluta. La primera c¨®pula es el conjunto boca-pez¨®n. La relaci¨®n maternofilial es extraordinaria. Hasta la mujer m¨¢s fr¨ªvola se convierte en una buena madre. Para ella no hay nada m¨¢s placentero y ameno que estar con el hijo.?
Volver al pecho
El cambio deber¨¢ arrancar, seg¨²n Rascovsky, por una potenciaci¨®n de esa instintiva maternal: ?Hay que recuperar la maternidad y la posterior relaci¨®n madre-hijo y padre-hijo. Debiera volverse al pecho.??El alumbramiento es el desprendimiento de la placenta -nos dice-. El parto viene acompa?ado de una segunda expulsi¨®n, la de la placenta. Debiera potenciarse el nacimiento sin violencia. Poner al chico r¨¢pidamente en el pecho de la madre. El ni?o, al succionar, estimula el sistema endocrino de la madre, el sistema hipofisiov¨¢rico, que estimular¨ªa las contracciones de la matriz, favorecedoras de ese segundo parto que es la expulsi¨®n de la placenta. El entrenamiento de la madre en el hecho de ser succionada, mejora todo el proceso. Se consiguen hechos como que el ni?o sonr¨ªa a los cinco d¨ªas.?
Se consigue, de este modo, seg¨²n el m¨¦dico argentino, facilitar el proceso er¨®tico de la madre y el ni?o, ese ?primer coito?. Porque, ?al fin y al cabo -dice- coito significa ir juntos. Y el ni?o nace de la madre. No, como niegan las culturas masculinistas, que consideraban a Ad¨¢n creador de descendencia. Frente a la Biblia de Ad¨¢n, el cristianismo, de hecho, recuper¨® para los semitas la figura femenina de la virgen madre?.
?Debe potenciarse el amor y el erotismo -concluye Rascovsky- si se desea superar el filicidio cultural. Un amor que es una realidad muy compleja interpersonal ps¨ªquica, f¨ªsica, trascendente.? Considera que asistimos a una verdadera desintegraci¨®n del amor y el erotismo, ante la cual, la alternativa es la integraci¨®n de las partes desconexas de la afectividad er¨®tica. ?El amor y el erotismo no son la atracci¨®n por una parte de la otra persona: un pecho, una vagina, un pene, un culo... De esa forma, el objeto total est¨¢ perdido, ya no es un objeto er¨®tico personal. Es dif¨ªcil tener relaciones con un objeto completo. Son muchas las ¨¢reas de acci¨®n que entran en juego, muchos los aspectos f¨ªsicos y ps¨ªquicos que intervienen. Pero esa es la v¨ªa del verdadero amor... Una relaci¨®n con la totalidad de la otra persona.?
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