Los taurinos pretenden un reglamento a su conveniencia
Fue en la d¨¦cada de los a?os cincuenta, cuando se produjo la sanci¨®n gubernativa m¨¢s sonada de toda la historia del toreo de la posguerra: El gobernador civil de Barcelona, ante el fraude incuestionable, y consecuente esc¨¢ndalo, que fue una corrida celebrada en la Monumental, orden¨® detener a los tres espadas -m¨¢ximas figuras de entonces-, a sus apoderados y al mayoral de la ganader¨ªa, y puso firmes a los veterinarios y a la representaci¨®n de la autoridad en la plaza.Hubo en aquella ¨¦poca otras sanciones. No demasiadas, ni excesivamente fuertes, para lo que suced¨ªa en los cosos. Pero la situaci¨®n era insostenible y el Gobierno decidi¨® tomar -cartas en el asunto. Lo hizo a su estilo: en lugar de proveer lo preciso para que el reglamento vigente se cumpliera a rajatabla, procedi¨® a su reforma, con lo que de alguna manera legaliz¨® el fraude y ocasion¨® consecuencias funestas.
Algo as¨ª ha pretendido hacer el taurinismo con la reforma actual, que no se ha emprendido por la presi¨®n de los p¨²blicos o de los grupos de aficionados, sino que los propios taurinos, con el benepl¨¢cito de la autoridad, consciente de que las protestas y los esc¨¢ndalos que tan a menudo se producen en las corridas, no pueden continuar. EL PA?S dio la alarma, ya en el oto?o de 1976,del peligro de que se intentara aprobar un- reglamento regresivo, que har¨ªa bueno al de1962. Esa alarma, reiterada en estos ¨²ltimos meses, ten¨ªa su base fundamental en el anteproyead de la Junta Nacional Sindical Taurina, donde, efectivamente, se introduc¨ªan modificaciones para rnejor acomodo de la parte profesional del mundillo y, sobre todo, en la suerte de varas, que es la piedra angular de toda la lidia.
Y as¨ª ocurri¨®, los primeros acuerdos, relativos a casi medio reglamento, de la comisi¨®n que estudia la reforma fueron lamentables, en puntos clave, hasta que esos mismos acuerdos se dieron a conocer a la opini¨®n p¨²blica con puntualidad, y es justo a?adir que en solitario desde este peri¨®dico, en una primera etapa. Luego ha habido un cambio radical en el conjunto de los comisionados -es importante que haya coincidido con el debate de los art¨ªculos b¨¢sicos, estas ¨²ltimas semanas- y se observa una ejemplar actitud en defensa de la fiesta por parte de presidentes, veterinarios y aficionados. Pr¨¢cticamente ellos solos podr¨ªan -y deber¨ªan- llevar a cabo la reforma, que, en este caso, ser¨ªa indudablemente beneficiosa para el espect¨¢culo. Sobramos en la comisi¨®n los cr¨ªticos, los profesionales est¨¢n principalmente a defender posturas de conveniencia, y no se echan en falta espadas-figuras (como se ha sugerido), sino al contrario. Este es un precedente significativo: en la reforma de 1962 llevaron la voz cantante nada menos que Antonio Bienvenida y Victoriano Valencia, a quienes hay muy poco que agradecer de su desafortunada participaci¨®n
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