Paul Hoffman
EXPOSICIONES?Cuando dos vibraciones son similares, coalescen; cuando dos notas corresponden, resuenan. La prueba emp¨ªrica de ello es muy clara: prueba de afinar instrumentos musicales. La nota Kung o la Shang tocadas en un la¨²d ser¨¢n respondidas por las notas Kung o Shang de otros instrumentos de cuerda ( ... ). Las cosas se llaman unas a otras.? Como anillo al dedo cuadra a las pinturas de Paul Hoffman el decir sentencioso de Tung Chung-shu, poeta chino del siglo II antes de Cristo, glosado, entre nosotros, por Luis Racionero Grau. Los cuadros de Hoffman son, en efecto, abierta proposici¨®n espacial y temporal en que formas e instantes se reclaman por gola raz¨®n de correspondencia, y de modo m¨¢s o menos visible.Cuando m¨¢s abierta es una panor¨¢mica, m¨¢s dif¨ªcil se nos hace delimitar lo visible y lo invisible. Abiertos, distensos, inabarcables, los cuadros de Hoffman aciertan a conciliar visibilidad e invisibilidad en aquel punto medio que podr¨ªamos llamar lo sugerido. Eso son sus lienzos: una perpetua sugerencia que suscita la adivinanza de parte del contemplador. Cada forma, o atisbo de la forma, exige, en un conf¨ªn, la respuesta desde otro confin, y cada insinuaci¨®n del color aparece como puro reclamo que ha de ser complementado y traducido por los ojos del visitante. Se conforma as¨ª el cuadro y expande su cromatismo a medida y en la medida en que es contemplado y se ven concitadas sus internas correspondencias.
Paul Hoffman
Galer¨ªa Aele.Claudio Coello, 28.
?Como he dicho -insiste el poeta-, cuando se toca la nota Kurig, otras cuerdas reverberan por s¨ª mismas en resonancia complementaria: es un caso de cosas comparables, afectadas de acuerdo con la clase a que pertenecen. Son movidas por un sonido que no tiene forma visible.? Prop¨®sitos y logros de Hoffman radican, justamente, en haber dado con ese punto sazonado de sugerencia en que visibilidad e invisibilidad convergen por el solo hecho de ser contemplada la obra. Apenas el espectador desglosa y explicita esa sugerencia objetiva, el cuadro se revela y organiza en perfecta resonancia complementaria y se hace planemente visible su latente estructura, su concierto interior.
No le extra?e al lector el insistente recurso al ejemplo de la m¨²sica. ?La prueba emp¨ªrica de ello -dec¨ªa el poeta- es muy clara: prueba de afinar instrumentos musicales.? Muchos son los instrumentos que ha afinado nuestro hombre. Disc¨ªpulo de Nadia Boulanger y Oscar Gighlia, iniciado en el arte de la guitarra por Andr¨¦s Segovia, titulado en el Conservatorio Oscar Espl¨¢ y estudioso del violoncello en el Conservatorio Real, Paul Hoffman ha sabido siempre alumbrar sus creaciones en la justa medida o correspondencia del tiempo y el espacio.
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