Bergman y Gfrorer: denuncia y an¨¢lisis del totalitarismo
Hay momentos en los que escribir sobre el cine afianza la sensaci¨®n de impotencia e inutilidad. El huevo de la serpiente, ¨²ltimo Bergman, por ahora -ya que, al parecer, est¨¢ preparando un nuevo rodaje con Ingrid Bergman y Liv Ullman, cuya acci¨®n se desarrollar¨¢ en Noruega-, sirve perfectamente para corroborar lo anteriormente afirmado.Es evidente que el cine, pese a su relativa corta historia -algo m¨¢s de ochenta a?os-, es ya parte sustancial de la cultura del siglo XX. Bergman es probablemente uno de sus m¨¢ximos exponentes, uno de sus creadores fundamentales, y podr¨ªa ser definido sin rubor como un autor de la talla de Proust en la literatura. Pues bien, cada estreno ha de pasar el rubic¨®n de las cr¨ªticas de los expertos, cr¨ªticas elaboradas con premura y, en la mayor parte de los casos, con una osad¨ªa s¨®lo comprensible por la ignorancia de quienes las suscriben. Si Proust, por continuar con el ejemplo, presentara ma?ana una nueva obra, dudo mucho de que se emitieran juicios de valor con la presteza con que los emiten los cr¨ªticos de cine y, en definitiva, se lo pensar¨ªan dos veces antes de descalificar la obra en cuesti¨®n. El cine, por curiosas circunstancias, entre las que habr¨¢ que incluir sin duda el tradicional desprecio que siente hacia ¨¦l la mayor parte de la intelligentsia, no se ve sometido al rigor anal¨ªtico de las otras artes, y de este modo poco importa que quien firme la pel¨ªcula sea Bergman, Bu?uel, Antonioni o Huston, tendr¨¢ que escuchar o leer las tonter¨ªas que se le ocurran al aficionado de turno. Sobre El huevo de la serpiente ya existen numerosos comentarios: que si es una obra menor dentro de la filmograf¨ªa del autor, que si la historia se sit¨²a en un entorno -el Berl¨ªn de 1923- completamente ajeno al realizador, craso error en sus prop¨®sitos, etc¨¦tera. El huevo de la serpiente es un espl¨¦ndido Bergman y, naturalmente, una fascinante pel¨ªcula sobre la Alemania prehitleriana.
Podr¨¢ gustar m¨¢s o menos -esto siempre ha sido secundario en las artes-, pero nadie podr¨¢ negar algo evidente: el absoluto dominio del lenguaje cinematogr¨¢fico. En esta ocasi¨®n el realizador sueco opta por narrar una historia relativamente distinta a sus ¨²ltimas creaciones y s¨®lo relativamente, puesto que surgen ciertas constantes tem¨¢ticas manifestadas anteriormente en pel¨ªculas como La verg¨¹enza: utilizando una an¨¦cdota narrativa (la explicaci¨®n de la muerte de uno de dos hermanos trapecistas, que emprende con constancia y desesperaci¨®n el hermano sobreviviente -David Carradine- ayudado por su enamorada Liv Ullman), Bergman muestra con gran maestr¨ªa un fresco social en el que el hambre, el paro y la necesidad irracional de creer en algo superior y nuevo que suponga una alternativa a lo existente, desembocar¨¢ en el nazismo, es decir, en la opresi¨®n colectiva e individual. Pues bien, la pel¨ªcula es espl¨¦ndida porque quien la cuenta posee el control absoluto de los mecanismos del lenguaje que utiliza, porque la interpretaci¨®n de todos los actores que surgen en la pantalla ratifican la maestr¨ªa del director, porque la fotograf¨ªa de Nivkist es un alarde continuo y, tambi¨¦n, porque ser¨ªa rid¨ªculo y pr¨¢cticamente imposible el que Bergman, a estas alturas de su vida, hiciera mal una pel¨ªcula.
"El grupo Springer"
En otro orden de cosas, aunque no de preocupaciones, habr¨ªa que citar un interesante documental de Jorg Gfrorer, realizador joven de la Rep¨²blica Federal de Alemania, titulado, en irrespetuosa traducci¨®n, Informaci¨®n sobre lo que est¨¢ detr¨¢s, y que tiene al grupo Springer y m¨¢s concretamente a su famoso diario sensacionalista Bild como centro y eje de sus reflexiones. Una hora en la que se muestran los m¨¦todos de manipulaci¨®n informativa del m¨¢s poderoso diario europeo -se venden cinco millones de ejemplares que son le¨ªdos, aproximadamente, por once millones de alemanes bienpensantes- en los que la morbosidad y una cierta psicopat¨ªa redaccional conforman lo que a juicio de su realizador podr¨ªa ser definido como ?el fascismo de cuello blanco?. El filme se proyect¨® en las televisiones de la Rep¨²blica Federal de Alemania, Holanda, Noruega, Suecia y Dinamarca, pero su realizador tuvo numerosos problemas jur¨ªdicos y de todo tipo, esencialmente en su propio pa¨ªs, hasta el punto de que la siguiente pel¨ªcula -que tambi¨¦n versar¨¢ sobre el Bild- es, de momento, una pura inc¨®gnita, ya que se enfrenta a un boicot constante de todos los estamentos que intervienen en la producci¨®n habitual de pel¨ªculas. ?Para nosotros, los alemanes que participamos como estudiantes en los sucesos del 68 -declarar¨ªa Gfrorer a EL PA?S- vimos muy claramente que el comportamiento del grupo Springer, y m¨¢s concretamente el del diario Bild, era un comportamiento decididamente pol¨ªtico y muy reaccionario, por supuesto. Ellos alardean de ser exclusivamente sensacionalistas, con pretensiones de asepsia pol¨ªtica, pero constituyen un poderos¨ªsimo grupo de presi¨®n perfectamente denunciable y, naturalmente, deleznable. Trabaj¨¦ en mi pel¨ªcula en continua colaboraci¨®n con Gunther WalIraff, el periodista que se introdujo en el grupo Springer durante un a?o, que trabaj¨® con ellos como uno m¨¢s con la secreta intenci¨®n de recabar informaci¨®n sobre sus m¨¦todos de trabajo y selecci¨®n de noticias. El fruto de sus investigaciones es un libro sobre el Bild del que en mi pa¨ªs se han vendido m¨¢s de 250.000 ejemplares. Ni Wallraff ni yo pensamos que nuestras obras van a disminuir las ventas del Bild, pero pueden servir -y de hecho sirven- para plantear las bases de un debate que consideramos positivo.?Un Bergman espl¨¦ndido del que se dir¨¢n, suponemos, bastantes tonter¨ªas, y un documental producido con muy escasos medios y numerosas dificultades que coinciden en la denuncia y an¨¢lisis de la opresi¨®n totalitaria.
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