Las asociaciones de vecinos ante las elecciones municipales
Soci¨®logo
Antes de analizar cu¨¢l debiera ser la postura del movimiento ciudadano ante las elecciones municipales, es preciso tener en cuenta un dato b¨¢sico en el que muchos coinciden: las asociaciones de vecinos han sido, hasta la fecha, quienes, por su pr¨¢ctica, han aportado m¨¢s elementos para una alternativa municipal democr¨¢tica, y, a trav¨¦s de su organizaci¨®n y sus luchas m¨¢s han concienciado en orden a la necesidad de una pol¨ªtica municipal al servicio del pueblo.
Si esto es as¨ª -y no hay, de hecho, personas que lo nieguen- parece l¨®gico que el movimiento vecinal no deba ser el convidado de piedra de las elecciones municipales, sino que deba tener una participaci¨®n activa en las mismas.
En la actualidad se est¨¢ concediendo gran importancia a una reflexi¨®n en profundidad sobre los objetivos de las asociaciones de vecinos.
En mi opini¨®n, tan s¨®lo excepcionalmente las asociaciones debieran presentar candidaturas, como tales, para las elecciones municipales. Ello, en el caso de que existiera un consenso generalizado entre las fuerzas pol¨ªticas y sociales de un municipio, lo que podr¨ªa darse en el caso de una asociaci¨®n muy prestigiada y en peque?os municipios; por tanto, con car¨¢cter excepcional.
Otra cosa es que hombres del movimiento ciudadano formen parte de candidaturas de partidos o coaliciones, a t¨ªtulo personal o de partido, lo que es absolutamente leg¨ªtimo y normal.
Sin embargo, las asociaciones como tal no deber¨ªan presentar candidaturas. No porque, en teor¨ªa -y al margen de la normativa electoral prevista- no tengan posibilidades de triunfo; en casos las tienen, y no pocas. Tampoco, contra lo que se ha dicho en ocasiones, la raz¨®n que lo impedir¨ªa estribar¨ªa en el interclasismo del movimiento vecinal.
Los partidos que han anunciado que acuden solos a las elecciones, no han dado, en ning¨²n caso, la raz¨®n de que el contenido de clase de su partido sea lo que impida una coalici¨®n. Para algunos partidos, seg¨²n ellos mismos han manifestado, no existir¨ªa inconveniente en determinadas alianzas con otros partidos, cuyo contenido de clase difiere y a¨²n se contrapone fuertemente entre s¨ª.
La raz¨®n de mayor peso que aconseja que el movimiento ciudadano no participe, con candidaturas propias, en la lucha electoral, estriba en que las asociaciones deben ser instrumentos de unidad.
De una unidad, no cerrada, como hecha de una vez por todas, sino conseguida d¨ªa a d¨ªa, resultado de las distintas opciones que se expresan en el seno de la asociaci¨®n.
El debate abierto, sin ?golpes de estado? de socios unidos ideol¨®gicamente que acuden cuando hay una votaci¨®n y con posibilidades de expresi¨®n de todas las tendencias, en el seno de las asociaciones, es algo que no s¨®lo habr¨ªa que tolerar como mal menor, sino que incluso habr¨ªa que promover.
Algunos han manifestado su temor de que, por ejemplo, los partidos extraparlamentarios con peso en el movimiento ciudadano se sirvieran de las asociaciones como posible coladero de sus hombres en el aparato municipal. Que, por lo que conozco, y no s¨®lo en Madrid, no sea esa su postura, es un dato expresivo acerca de la valoraci¨®n que hacen del movimiento ciudadano, y contradice la imagen que algunos pretenden crear de los extraparlamentarios, poco justa y acorde con la realidad.
En principio, no hay nadie que recomiende pasividad al movimiento ciudadano ante las elecciones municipales. Lo que se recomienda, por algunos, es neutralidad. Pero la neutralidad es una forma de beligerancia. Y las asociaciones ni pueden ni van a ser neutrales ante las caracter¨ªsticas que debe reunir un ayuntamiento democr¨¢tico.
No es ¨¦se -no ser neutrales- el riesgo en que pueden las asociaciones de vecinos ante el proceso electoral, sino otros; como por ejemplo:
- El de ceder en la actuaci¨®n reivindicativa habitual, como sucedi¨® en las elecciones generales.
- O el de que hombres del movimiento ciudadano utilicen la lucha reivindicativa para crearse una imagen, en una perspectiva electoralista, distorsionando el sentido de la lucha de los barrios.
- O el de convertirse en reserva electoral, en comparsa de tal o cual partido o coalici¨®n ante las elecciones municipales.
Las elecciones municipales son una excelente ocasi¨®n para que el movimiento ciudadano difunda sus plataformas reivindicativas, recoja e interprete cr¨ªticamen¨ªte su pr¨¢ctica de relaci¨®n con los ayuntamientos, exprese las alternativas y posibilidades de soluci¨®n que ha ido generando a partir de sus luchas.
En mi opini¨®n, la consecuencia no ser¨¢, en contra de lo que algunos han manifestado, una ?descapitalizaci¨®n? de las asociaciones. Todo lo contrario.
Poner al servicio de quienes afirman acudir a las elecciones para defender los intereses del pueblo todo su caudal de experiencias, sus an¨¢lisis sobre la problem¨¢tica de los barrios y pueblos, sus observaciones sobre prioridad y urgencia de soluciones; sugerir f¨®rmulas de participaci¨®n y control vecinal en los futuros ayuntamientos; comprometer a los candidatos y conseguir garant¨ªas para la futura gesti¨®n municipal, todo esto, no supondr¨¢ un vaciamiento de las asociaciones, sino una contribuci¨®n obligada a la consecuci¨®n de un ayuntamiento democr¨¢tico.
Con este tipo de actuaci¨®n, las asociaciones pueden salir fortalecidas de las elecciones municipales.
Y, lo que es tambi¨¦n muy importante, facilitar¨¢ que las asociaciones desarrollen posteriormente una pr¨¢ctica correcta de relaci¨®n con los futuros ayuntamientos democr¨¢ticos.
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