Cardenal Taranc¨®n: "Nuestra actitud en la transici¨®n ha sido clara y estrictamente eclesial"
Con un discurso del cardenal Taranc¨®n, dedicado a hacer un balance de los doce a?os de vida de la Conferencia Episcopal Espa?ola, se inaugur¨® ayer la XXVIII Asamblea Plenaria del Episcopado espa?ol. La noticia de mayor relieve fue, sin duda, la reelecci¨®n de monse?or Taranc¨®n en la presidencia de la citada Conferencia.
El cardenal Taranc¨®n, que eludi¨® referirse a los temas que han de tratarse en esta Asamblea ?pues habr¨¢ de estar encauzada por el nuevo presidente?, hizo un repaso general del funcionamiento de la Conferencia desde su constituci¨®n, en febrero de 1966, en Santiago de Compostela.Se refiri¨®, en primer t¨¦rmino, a la necesariamente lenta aplicaci¨®n de las reformas conciliares en Espa?a ?que no deb¨ªan producir traumas ni esc¨¢ndalos en el pueblo sencillo y que no provocaran una ruptura con la situaci¨®n real de nuestra sociedad ?, y a la colaboraci¨®n importante que, a su juicio, ha prestado la Iglesia a ?la evoluci¨®n y logro de las m¨¢s nobles aspiraciones de mayor libertad y participaci¨®n, que lat¨ªan en nuestro pueblo?.
Las actitudes con que la Iglesia ha tenido que encarar este proceso de transformaci¨®n en el que ella ?supo anticiparse y encontrar su lugar de independencia en la nueva sociedad naciente, no pueden calificarse de oportunistas, y mucho menos de traidoras, a un pasado que se alejaba?.
Monse?or Taranc¨®n defini¨® este proceso como doloroso, en ocasiones, y expres¨® su convicci¨®n de que la sociedad espa?ola habr¨¢ sabido comprender que la actitud del Episcopado espa?ol en el per¨ªodo de transici¨®n ha sido ?clara, digna y estrictamente eclesial?.
Se?al¨® a continuaci¨®n cuatro aspectos que deber¨ªan ser tenidos en cuenta para realizar el balance de los doce a?os de la Conferencia Episcopal, entendida ¨¦sta: como ¨®rgano de cohesi¨®n y colaboraci¨®n entre los obispos, como acicate y directora de la vida religiosa del pueblo de Dios, en sus relaciones con la autoridad civil y con la opini¨®n p¨²blica, y en su vital uni¨®n con el Papa.
Por lo que se refiere al primero de los aspectos, precis¨® que, dentro del respeto a la autonom¨ªa de cada obispo, y pese a que ?hace veinte a?os los obispos apenas se conoc¨ªan entre s¨ª?, generalmente las decisiones se han tomado siempre con un amplio consenso.
En cuanto a la funci¨®n directora de la vida religiosa, afirm¨® que la Conferencia ha procurado no ser freno nunca de la vida del esp¨ªritu, aunque en ocasiones haya tenido que moderar movimientos y ansias excesivas.
Defini¨® la actitud de la Conferencia hacia las autoridades civiles desde la triple perspectiva del ?respeto, la colaboraci¨®n y el deseo de una siempre cordial y nunca arisca independencia?.
Este sentido de independencia va a ser la caracter¨ªstica de las relaciones con la autoridad civil de cara al futuro, sea quien sea el que ostente el poder: ?Estaremos siempre con el pueblo espa?ol y sus necesidades. Todos podr¨¢n contar con esta Conferencia para la defensa de los derechos humanos, para la construcci¨®n de un pueblo m¨¢s igual, m¨¢s libre, m¨¢s profundo; ninguno contar¨¢ con nosotros para el servicio a sus particulares intereses de grupo o ideolog¨ªa.?
Tras indicar que la defensa de los derechos de la Iglesia no debe interpretarse como la defensa de los intereses de un grupo privado, ?sino como parte real de los derechos del pueblo espa?ol, buena parte del cual es creyente?, pidi¨® el pronto y justo reconocimiento de la personalidad jur¨ªdica de la Conferencia.
Record¨® que ya en otros momentos hab¨ªa definido la etapa inmediata que le va a tocar vivir a la Iglesia y a la sociedad espa?ola en general, como ?menos conflictiva, pero probablemente m¨¢s dif¨ªcil?, y, a este respecto, se?al¨® que la nueva Constituci¨®n, que ?no debe condicionar ni limitar en modo alguno la fe de los espa?oles, s¨ª podr¨ªa, en alguna medida, condicionar los modos tradicionales de vivir esa fe?.
Seis son los terrenos en que, a juicio del cardenal, se van a plantear los problemas en el futuro: el matrimonio y la familia; el campo de la ense?anza; la presencia de las religiosas en los centros sanitarios; las actividades ben¨¦ficas; el asociacionismo de los cristianos, y el contacto con fuerzas sindicales y pol¨ªticas que puedan tener su base en ideolog¨ªas muy distantes del cristianismo.
Pero la defensa de estos derechos por parte de la Iglesia ante toda esta nueva problem¨¢tica deber¨¢ hacerse ?sin colocarse en posiciones aprior¨ªsticas de rechazo sistem¨¢tico y tampoco desde una simple actitud de repliegue o defensa; porque de colocarnos en un planteamiento puramente ?anti?, podr¨ªamos terminar por defender, junto con verdades a las que no podemos renunciar, realizaciones concretas que pueden no ser las ¨²nicas aceptables o, incluso, ser menos evang¨¦licas?.
M¨¢s urgente que esa necesaria distinci¨®n entre la defensa del Evangelio y cualquier forma de lucha religiosa para defender posturas o criterios discutibles, que no deben identificarse con la fe?, es la revitalizaci¨®n de la propia comunidad religiosa en sus aspectos m¨¢s nucleares: el fortalecimiento de la unidad; el se?alamiento de los l¨ªmites del pluralismo dentro de la comuni¨®n eclesi¨¢stica; la problem¨¢tica vocacional; la revitalizaci¨®n del apostolado seglar, y la clarificaci¨®n de la econom¨ªa de la Iglesia ?de modo que la permita vivir en pobre dignidad su independencia?.
Despu¨¦s de referirse a que la educaci¨®n en la fe es una tarea permanente, aludi¨® a las conclusiones del ¨²ltimo S¨ªnodo de los Obispos, en el cual se insisti¨® en el creciente proceso de secularizaci¨®n de nuestro mundo y c¨®mo en dicho S¨ªnodo se record¨® ?la desorientaci¨®n y desconcierto que dentro del pueblo de Dios est¨¢n produciendo ciertas infiltraciones ideol¨®gicas ajenas a nuestra fe ?.
?Termino este discurso y mi mandato como presidente -dijo el arzobispo de Madrid- reconociendo aqu¨ª p¨²blicamente mis fallos y deficiencias. Durante estos siete a?os y medio en los que he estado al frente de la Conferencia Episcopal, habr¨¦is tenido muchas veces que ejercer la paciencia conmigo. Por ello, y por cualquier otro tipo de falta u omisi¨®n, os pido sinceramente perd¨®n.?
Finalmente, el cardenal pidi¨® a los periodistas, a quienes agradeci¨® tanto sus elogios como sus cr¨ªticas, que transmitieran a sus lectores esta solicitud de perd¨®n y de gratitud.
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