Pasan de cincuenta los muertos en Nicaragua
El recrudecimiento de la violencia, con un alto saldo en vidas humanas perdidas, es la respuesta que ha encontrado el presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza, a su plan de ?democratizaci¨®n?, anunciado el pasado domingo. Hay una enorme confusi¨®n en tomo a la cifra de muertos producidos en los enfrentamientos entre manifestantes y la Guardia Nacional, pero todas las informaciones coinciden en que, por lo menos, pasan de cincuenta.
La ciudad de Masaya, al norte del pa¨ªs, es la que ha vivido los incidentes m¨¢s graves. La poblaci¨®n est¨¢ pr¨¢cticamente alzada en armas frente al ej¨¦rcito y la Guardia Nacional, que ha llegado a utilizar armas pesadas y helic¨®pteros en la represi¨®n de los manifestantes. La comunidad ind¨ªgena de Monimbo, pr¨®xima a Masaya, se ha unido a los grupos de protesta, empleando armas tan rudimentarias como hondas y flechas.Para ayer estaba programada una huelga de los obreros de la construcci¨®n, en protesta por la violencia con que se est¨¢n reprimiendo las manifestaciones. Los dirigentes de aquel sector laboral esperaban que otros se sumaran al paro.
El martes, en la propia capital nicarag¨¹ense, por lo menos seis estudiantes de la Universidad Nacional murieron en enfrentamientos con la polic¨ªa. Los universitarios trataron de manifestarse por las calles de la ciudad para protestar por los sucesos que vive el pa¨ªs, pero la Guardia Nacional dispar¨® inmediatamente y los estudiantes se replegaron de nuevo al centro universitario. Las clases est¨¢n suspendidas.
Casi nadie ha expresado confianza hacia el programa de reformas anunciado por Somoza. Los calificativos m¨¢s suaves empleados por dirigentes de la oposici¨®n hacia dicho plan son los de ?dejao? y ?oportunista?. La estimaci¨®n general es que, aun aceptando la sinceridad de los prop¨®sitos de Somoza, el presidente nicarag¨¹ense est¨¢ incapacitado para ofrecer un m¨ªnimo grado de credibilidad al pa¨ªs. Somoza cuenta apenas con el apoyo de sus colaboradores m¨¢s directos, generalmente miembros de su familia, y de la Guardia Nacional. La alta burgues¨ªa, enriquecida durante la larga permanencia en el poder de la familia Somoza, hace tiempo que le volvi¨® la espalda y se uni¨® a los grupos que buscan el derrocamiento del dictador nicarag¨¹ense, y los observadores han detectado, incluso, se?ales de descontento en el seno del ej¨¦rcito.
En estas circunstancias es muy dif¨ªcil que Somoza pueda conseguir el m¨ªnimo grado de pacificaci¨®n nacional necesario para poner en marcha las anunciadas reformas pol¨ªticas, si es que realmente desea hacerlo as¨ª. El desarrollo en espiral de la violencia en Nicaragua es un hecho que parece irreversible, y la dureza que emplea la Guardia Nacional, comandada por el hijo mayor de Anastasio Somoza, en la represi¨®n de las manifestaciones no contribuye, precisamente, a la obtenci¨®n de un clima de tranquilidad.
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