La "espantada" del PSOE

LA RETIRADA del representante del PSOE de la ponencia constitucional se ha producido despu¨¦s de que la misma hubiera elaborado el largo anteproyecto de Constituci¨®n y examinado casi todas las enmiendas al articulado. S¨®lo se halla pendiente el art¨ªculo veintiocho, que se ocupa de principios educativos, y el t¨ªtulo VIII, dedicado a la organizaci¨®n territorial de Espa?a y a las autonom¨ªas.A lo largo de casi seis meses, la ponencia, formada por tres hombres de UCD y otros cuatro miembros que ostentan la representaci¨®n de los grupos parlamentarios que le siguen en importancia (PSOE, PCE, AP y minor¨ªa vasco-catalana), ha trabajado intensamente, sin que sus discusiones y desavenencias terminaran en ruptura. Sin duda, lo que un¨ªa a los ponentes (el prop¨®sito de elaborar una Constituci¨®n mediante consenso) prevalec¨ªa sobre lo que les separaba (la ideolog¨ªa y el programa de cada partido). Hasta tal punto ha ocurrido as¨ª, que el PSOE particip¨® en la ?conjura de silencio? en torno al anteproyecto constitucional y mont¨® en c¨®lera cuando Cuadernos para el Di¨¢logo, una revista no muy alejada de las posiciones socialistas, rompi¨® ese artificioso secreto y public¨® el borrador del documento. Y, cuando qued¨® en minor¨ªa en el decisivo tema de la forma pol¨ªtica del Estado, el PSOE formul¨® un voto particular de signo republicano, pero no rompi¨® la baraja.

?Por qu¨¦, entonces, los socialistas han dado la ?espantada? cuando s¨®lo quedaban unas manos para acabar la partida?

Varias son las causas presumibles de tan err¨®nea decisi¨®n. Como se?al¨¢bamos en nuestro comentario editorial de ayer, la actitud de UCD al suprimir a ¨²ltima hora la disposici¨®n que establec¨ªa un plazo para la convocatoria de elecciones municipales ha debido influir negativamente en el estado de ¨¢nimo de la plana mayor del PSOE. La idea de la retirada de la ponencia, presumiblemente sugerida de antemano por fa corriente que cultiva la frase revolucionaria y los gestos teatrales, ha debido aprovechar la ocasi¨®n para inclinar en su favor a la mayor¨ªa de la ejecutiva.

Pero la irritaci¨®n y el despecho producidos por el asunto de las municipales es s¨®lo el caldo de cultivo de la espectacular retirada. Esa decisi¨®n pertenece a la estrategia de duplicidad, tan habitual en la actividad pol¨ªtica de todos los partidos, que lleva al PSOE a nadar y guardar la ropa. La participaci¨®n hasta las doce menos cinco en la elaboraci¨®n del proyecto constitucional le ha permitido influir decisivamente en su contenido y le faculta, adem¨¢s, para apuntarse sus m¨¦ritos. La retirada le concede, ahora, libertad para las actitudes cr¨ªticas y para atribuir a los dem¨¢s los defectos del texto. Es evidente que el consenso de un espectro pol¨ªtico tan amplio como el que se extiende desde AP hasta el PCE s¨®lo puede lograrse gracias a un texto lleno de ambig¨¹edades; y que cualquier tema objeto de negociaci¨®n consensual tendr¨¢ como resultado final conceptos laxos y susceptibles siempre de rechazo en nombre del rigor. Es improbable que s¨®lo en el tramo final del anteproyecto hayan surgido formulaciones con las que los socialistas no puedan acordar, pero los comunistas s¨ª, y que ni siquiera admitan -como en el caso de la forma de Estado- un voto particular socialista que ayude a mantener el consenso global.

La ?espantada? del PSOE parece, adem¨¢s, dirigirse a reforzar su imagen laica frente al electorado, en lo que respecta al tema de la educaci¨®n y las subvenciones estatales a los colegios religiosos, de los que se ocupa el art¨ªculo veintiocho. Pero, sobre todo, le salva de tener que negociar sobre la organizaci¨®n territorial del Estado y de explicitar, en f¨®rmulas concretas, su posici¨®n sobre las autonom¨ªas. El PSOE tiene una vieja tradici¨®n de federalismo te¨®rico y de centralismo pr¨¢ctico. En las elecciones del 15 de junio barri¨® a todas las agrupaciones socialistas que a?ad¨ªan una cualificaci¨®n nacional o regional a su definici¨®n ideol¨®gica y que, con la ¨²nica excepci¨®n de Catalu?a, pretendieron mantener su independencia. La elecci¨®n del se?or Rubial como presidente del Consejo General Vasco ha abierto las viejas heridas del PNV, que subraya el espa?olismo de los herederos de Indalecio Prieto. La irresistible ascensi¨®n del honorable Tarradellas en Catalu?a encontr¨® la oposici¨®n de los socialistas, injustificadamente despojados de su victoria electoral por una maniobra conjunta del Gobierno y del catalanismo tradicional. Las enmiendas al anteproyecto constitucional parecen encaminadas a distinguir entre los hechos nacionales catal¨¢n y vasco, por un lado, y el resto de los proyectos regionales de autonom¨ªa, por otro, f¨®rmula que, a primera vista, resulta convincente. La retirada de la ponencia constitucional seguramente permitir¨¢ al PSOE no s¨®lo descomprometerse con el resultado de la negociaci¨®n dentro de ese colectivo, sino aplazar, en su propio seno, el conflictivo debate que puede enfrentar a los nacionalismos de las zonas industrializadas con la b¨²squeda de identidad regional de las ¨¢reas subdesarrolladas del centro y del sur de Espa?a.