Sesenta y seis secuestros en un a?o
Italia ostenta, sin duda alguna, el r¨¦cord mundial de secuestros. Sesenta y seis secuestros registrados en 1977, a los que hay que a?adir unos cuantos m¨¢s no declarados, colocan a este pa¨ªs a la cabeza de esta nueva industria a la que se le pretende sacar o bien dinero o bien rentabilidad pol¨ªtica: la desestabilizaci¨®n pretendida por determinadas fuerzas.A partir de los a?os setenta, la progresi¨®n de secuestros es espectacular: ocho en 1972, diecisiete en 1973, 46 en 1974, 63 en 1975 y 48 en 1976. El objetivo de estos secuestros suelo apuntar hacia altas personalidades de la vida pol¨ªtica, a empresarios o hijos de empresarios y a industriales. Pero lo peor de estos secuestros, que han devenido en un negocio pr¨®spero en Italia, lo constituye la violencia -ataques y asesinatos- de la que suelen ir acompa?ados. Durante esta d¨¦cada, tanto los secuestros pol¨ªticos como los industriales han producido m¨¢s de cuarenta asesinatos por mantener los pol¨ªticos, magistrados y particulares una l¨ªnea dura frente a las exigencias de los secuestradores.
De estas cifras se pueden sacar dos conclusiones. La primera, que el secuestro de personas resulta relativamente f¨¢cil y ofrece la promesa de beneficios seguros, tanto de orden pol¨ªtico como econ¨®mico. La segunda es econ¨®mica: la decisi¨®n de los jueces de bloquear las cuentas de los rescates hace bajar el volumen de negocios nacionales.
Los secuestros no pueden separarse, sin embargo, del contexto de la ola de atentados y violencia de toda ¨ªndole que padece Italia. A partir de febrero de 1977, estad¨ªsticas oficiales se?alan que se producen en Italia unos 150 atentados por t¨¦rmino medio al mes. Las v¨ªctimas de estos atentados han sido, adem¨¢s de los pol¨ªticos, los miembros de ciertas profesiones liberales, magistrados y periodistas en particular (Indro Montanelli, Carlo Casalegno). Los ¨²ltimos episodios de terrorismo pol¨ªtico, perpetrados por las Brigadas Rojas y por otros grupos extremistas, han sido, ya en los primeros meses de 1978, la muerte en las calles de Roma del consejero del Tribunal de Casaci¨®n, Ricardo Palma, y el atentado en el que fue herido Domenico Segala, uno de los dirigentes de la f¨¢brica de autom¨®viles Alfa-Romeo. Ricardo Palma, muerto por las Brigadas Rojas el pasado 14 de febrero, es el s¨¦ptimo magistrado muerto por el terrorismo pol¨ªtico. El mismo grupo terrorista Brigadas Rojas asesinaba el pasado 10 de marzo al oficial de la polic¨ªa Rosario Berardi, que trabajaba en la reci¨¦n creada secci¨®n antiterrorista en Tur¨ªn.
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