?Quien "nos hace la pascua" aqu¨ª y ahora?
Las cosas en su punto: la Pascua fet¨¦n como hecho hist¨®rico conmemorado y rito salvador, pues tan s¨®lo el Dios Yavh¨¦ siempre y en todo lugar; el Maestro la renov¨® a su tiempo y nosotros, corriendo los siglos y decires, pues cuando nos jeringan decimos muy ?cristianamente? ?que nos est¨¢n haciendo la Pascua?.Habr¨ªa que preguntarse el por qu¨¦ de la expresi¨®n, pero a este fin comencemos por el qui¨¦n de la pascualizaci¨®n, demanda que a todos, porque nos muerde, nos excita y alargamos el ¨ªndice: ??Qui¨¦n es el pascualizador??
All¨¢ en la ¨®rbita del misterio, los creyentes sabemos qui¨¦n pascualiza, pero ac¨¢ -la Pascua fue un hecho hist¨®rico, con sus protagonistas- nos ?hacen la pascua? los hombres y del m¨¢s diverso pelaje, que a no dudar son los de siempre con nombres y jugadas recientitos.
Primero el fara¨®n y los suyos, tenaces ellos, cabezotas; el pueblo esclavizado, el de los ladrillos y las ca?as estaba harto y reclamaba su turismo salvador. Pues no; fara¨®n -enti¨¦ndase todo poder, de cualquier tipo- que no; fara¨®n lo pasa no bien con aquello de las plagas -enti¨¦ndase crisis-, pero no cede-, lo intolerable para ¨¦l era lo de liberar y privarse del servicio del pueblo. ?Que se hab¨ªa de aguantar?, pues a aguantar tocan, a dar la ocasi¨®n para la pascua.
Despu¨¦s, el elegido y dubitante Mois¨¦s, empe?ado en el ¨¦xodo, en aqu¨¦l adi¨®s a la servidumbre injusta. Tambi¨¦n era duro y no ced¨ªa, no era tonto y se las ingeniaba guiado por el misterio. Todo in¨²til hasta aquella noche que bien pod¨ªamos hoy decir ?la de los cuchillos largos? y sangre por los dinteles. Dura pascua, ?caramba!, dura pascua y a costa de Mois¨¦s y del fara¨®n, del que explotaba al pueblo y del designado para liberarle.
Hicieron ambos bien la pascua a un pueblo -a cuyos descendientes todav¨ªa se le hacen defendi¨¦ndose crudamente ellos-, hicieron bien la pascua. Y la siguen haciendo, nos la siguen haciendo a todos, excluidos s¨®lo ni?os e idiotas. Nos la hace como entonces, y figuras o se?ores de tipos como los primeros e intenciones similares.
Para fara¨®n era y es un problema en el fondo econ¨®mico, lo del Nilo, lo de las pir¨¢mides, sus ministerios correspondientes exig¨ªan situar la cosa en v¨ªas de pascualizaci¨®n. Es cierto que el viejo fara¨®n cedi¨® al fin, pero por poco tiempo y al galope de sus carros fue en busca de aquel inevitable factor econ¨®mico, la mano de obra barata, la de los ladrillos.
Para Mois¨¦s y su grupo, la pretensi¨®n era contraria: hab¨ªa que liberar a costa de lo que fuese y asegurando que liberaba, pues privaba al pueblo de sus queridos ajos y cebollas, mas los citaba y al fin met¨ªa en una aventura des¨¦rtica de la que se liberar¨ªan muy pocos. Tampoco fue blanda su mano, tambi¨¦n dud¨®, tambi¨¦n fue castigado all¨¢ a la vista de la tierra prometida de la liberaci¨®n.
Fara¨®n y Mois¨¦s los dos grandes y fautores de toda. pascualizaci¨®n. Aqu¨ª es donde quisiera llevar la reflexi¨®n de los lectores, insatisfechos sin duda, tanto unos como otros. Pero hay algo que llamar¨¢n fatal los agn¨®sticos, algo que hace de la pascua caso tremendo -no digamos en su interpretaci¨®n y llevada a cabo cuando el Nazareno y su noche -y algo que hace de ambos poderes y antipoderes o profetas, pero bien duro y cargante. Ya podemos intuir por d¨®nde asoman los pascualizadores de siempre con caras y acomodaciones o actividades nuevas. Fara¨®n o los faraones a lo largo y ancho de todo el globo no han muerto, y Mois¨¦s, los enviados para salvar al pueblo de ?dura cerviz? tampoco. Nos pascualizan desde arriba impidi¨¦ndonos comer en paz y armon¨ªa el pan o las cebollas y re¨ªr, re¨ªr sin prisas. Aqu¨ª o pascualizas y te pascualizan, o con m¨¢s exactitud, pascualizas a los que te van por abajo y te dejas pascualizar por los que te van por arriba. De la Pascua no nos libramos, y por tanto de los pascualizadores. Un saludo o una mueca.
Pero, entonces, ?hay que vivir sorteando toda pascualizaci¨®n o recelando de todo trabajo y toda liberaci¨®n? Opino que no y ya tocamos de frente lo que entiendo por Pascua a nivel humano por supuesto, nivel que no excluye el, cristiano ni mucho menos, pero como escribimos para todos y la pascualizaci¨®n es situaci¨®n universal, vaya lo que puede por entenderse.
Por supuesto que se trata de liberar, de un canto y una acci¨®n a la liberaci¨®n de quien sea y como sea. Por supuesto que decir Pascua es decir libertad, pero ni gratis, ni f¨¢cil, ni de solo ayer, ni de solo hoy, de siempre, de una constante a buscar y pretender de estos pobres siervos -pobre tambi¨¦n el fara¨®n tan necesitado de monumentos como sepultado entre las olas-
Por supuesto,que nos hallamos con algo m¨¢s que con la dimensi¨®n esperanza; he aqu¨ª el hambre irrenunciable de la libertad que a trav¨¦s del tiempo se llam¨® de diferentes maneras y se busc¨® por diferentes caminos. Si, Bloch, somos para la esperanza; si, Heidegger, y para la angustia, si fil¨®sofos y pensadores, si pueblo y mierdecillas, pero lo de la libertad y su peso y tentaci¨®n no hay quien nos lo robe o cure. La Pascua asoma entonces y se apunta del siguiente modo.
Una noche -no hay m¨¢s libertad que por las noches- y una cena -no hay m¨¢s libertad que la que se come en familia y de pie-, una noche de buen ce?idor y sandalias apretadas, con el bocado a medio tomar y las lechugas amargas. ?Ah! y entre tanto los ¨¢ngeles van por ah¨ª de caza de primog¨¦nitos a no ser que encuentren ensangrentado el umbral.
?Demasiado dif¨ªcil y enigm¨¢tico? Dir¨ªa que m¨¢s bien excitante y tan s¨®lo inteligible para aquellos que gustan de cuentos y viven su inteligencia con ingenuidad. La Pascua, por supuesto, centrando tanta historia no es tema apto para mayores y para cartesianos. Porque llevando su carga de misterio lleva no menos su lecci¨®n de libertad, de libertad en clase o pueblo, el que se re¨²ne por familias -no por, ?partidos, ni tribus- para comenzar a hincar el diente en cordero sin mancha.
Por ah¨ª la Pascua no s¨®lo apta para ser le¨ªda como paradigma; por ah¨ª la Pascua para ser vivida en sinceridad, m¨¢s all¨¢ de optimismos ni pesimismos, de facilidades o imposibilidades, vivida en pueblo que come de prisa para liberarse y que se libera d¨®cil sin preguntar m¨¢s.
Y el par¨¦ntesis (no hay dato que duela m¨¢s que el caso de un pueblo dividido que no pascualiza de modo alguno, para el que los factores constantes de la pascua liberadora no pasan de ser moro cuento o cosa de espect¨¢culo o politiqueo barato, casi biol¨®gico sin m¨¢s). (?Ah! A la Pascua no la entiendo del todo, pero a los pascualizadores, s¨ª.)
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