Posiciones ante el debate atl¨¢ntico
EL DEBATE sobre la eventual incorporaci¨®n de Espa?a a la OTAN ha tocado superficie. Su emersi¨®n a la escena pol¨ªtica espa?ola constitu¨ªa una imperiosa necesidad, porque de hecho estaba presente en la estrategia exterior y defensiva del segundo Gobierno del presidente Su¨¢rez, con iniciativas y claros pasos pro-atl¨¢nticos que, aunque estuviesen profundamente de acuerdo con la ideolog¨ªa y el programa electoral de UCD, contrastaban seriamente con las declaraciones gubernamentales, que retrasaban el tema en vista de lo apretado del calendario pol¨ªtico espa?ol.Los motivos de esta s¨²bita aparici¨®n del debate atl¨¢ntico, que se anuncia ya oficiosamente para las sesiones parlamentarias del pr¨®ximo oto?o, o han sido suficientemente clarificados por sus promotores de UCD. Aunque todo apunta en favor de la idea de que las discretas iniciativas pro-atl¨¢nticas del palacio de Santa Cruz, descubiertas a veces con falsa indignaci¨®n, no favorec¨ªan los objetivos ¨²ltimos de esos mismos promotores y s¨ª, por el contrario, la aparici¨®n de un clima adverso, con la consiguiente b¨²squeda de silenciosos inductores que todos identificaban en las actividades pol¨ªticas y diplom¨¢ticas de Estados Unidos, el primer aliado de la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte.
Ahora, arropado en la crisis creada por la OUA en tomo a Canarias y en el chantaje sovi¨¦tico sobre la nominaci¨®n de Madrid como sede de la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperaci¨®n en 1980, el Gobierno, por boca de su ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, present¨® p¨²blica Y oficialmente la cuesti¨®n atl¨¢ntica con un primer discurso ante el Senado en el que el titular de Exteriores expuso sus pro y sus contra de la incorporaci¨®n de Espa?a a la OTAN. Tambi¨¦n incurren en la din¨¢mica ucedista la b¨²squeda de una soluci¨®n global para Gibraltar -para cuya posible autonom¨ªa administrativa se busca un status espec¨ªfico en el marco de la Constituci¨®n- y el pr¨®ximo final (para 1981) de los acuerdos de Amistad y de Cooperaci¨®n Hispano-norteamericanos.
Todo ello lleva a la conclusi¨®n de que 1980 ser¨¢ fecha clave en el decantamiento final de las dos primeras opciones pol¨ªticas en presencia: la pro-atl¨¢ntica y la neutralista-activa, que corresponden, respectivamente, a los primeros partidos pol¨ªticos del pa¨ªs, UCD y PSOE, y cuyos l¨ªmites y matices est¨¢n actualmente en fase de definici¨®n. Alianza Popular se suma, sin reparos, a la posici¨®n gubernamental y en el campo contrario lo hace el PCE como pol¨ªtica de principio a¨²n por desarrollar. La adici¨®n de las fuerzas que conforman una y otra alternativa nos remiten, una vez m¨¢s, a las mayor¨ªas respectivas que izquierda y derecha detentan en el Parlamento y que auguran un corto margen opcional en el Congreso favorable a la OTAN, y una discusi¨®n apretada en el Senado, donde habr¨¢n de entrar en juego los dos tercios m¨ªnimos que exige el reglamento de esta C¨¢mara.
Estos c¨¢lculos, basados en la idea de que la incorporaci¨®n de Espa?a a la OTAN no necesita el veredicto de un refer¨¦ndum -como lo declaran PSOE y UCD de manera un¨¢nime-, se refieren a la aprobaci¨®n de una u otra alternativa por una mayor¨ªa simple del Parlamento, lo que equivale a dar por v¨¢lida la posibilidad de que Espa?a abandone la Alianza en el caso de que la izquierda llegue al poder. De ah¨ª que UCD no se haya pronunciado a¨²n sobre la eventualidad de solicitar para el debate OTAN una mayor¨ªa ?cualificada? en las Cortes, lo que no es sola preocupaci¨®n de UCD sino tambi¨¦n de los propios aliados, como lo hizo saber al palacio de Santa Cruz el propio consejero del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski.
No cabe la menor duda que, a falta de un refrr¨¦ndum -pa¨ªses europeos como Francia, Noruega, Gran Breta?a y Dinamarca los ejercitaron para sancionar la ampliaci¨®n de la CEE de los ?seis? a ?nueve?, a pesar de que las Comunidades incluyen una carga pol¨ªtica, militar e ideol¨®gica muy inferior a la de toda incorporaci¨®n a la OTAN- se impone como imprescindible la consecuci¨®n de una mayor¨ªa amplia en el Parlamento ante tan importante decisi¨®n para el Estado espa?ol.
?C¨®mo conseguir ese consenso? El debate abierto enel Senado y continuado, en un primer fuego cruzado de declaraciones pol¨ªticas de primeros responsables del PSOE y la UCD, debe clarificar la posibilidad de un compromiso que UCD cree posible con la'globalizaci¨®n de los temas Gibraltar, Conferencia Europea de Seguridad, acuerdos militares con Estados Unidos y con la firma del Tratado de Washington como ?mal menor? de toda incorporaci¨®n atl¨¢ntica o, incluso, como punto de partida para una posterior participaci¨®n de Espa?a en la organizaci¨®n militar aliada. La estrategia de UCD, pendiente de sanci¨®n de su congreso, parece claramente delimitada en calendario y procedimiento. El PSOE, pendiente a su vez de su intervenci¨®n ante el Senado para responder al an¨¢lisis atl¨¢ntico, presentado por Marcelino Oreja, deber¨¢ ahora precisar su opci¨®n contraria profundizando en el an¨¢lisis de su posici¨®n neutralista. El debate est¨¢ abierto, sus protagonistas tienen ahora la palabra.
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