Las virtudes militares: el amor a la Patria
Ex comandante del Ej¨¦rcito
Comenzar la enumeraci¨®n de las llamadas virtudes militares por el amor a la patria no quiere decir, en absoluto, que crea que tal cualidad se la atribuyen en exclusiva los militares; por el contrario, entiendo que todos ellos desear¨ªan que el patriotismo fuese compartido por el resto de los espa?oles y, adem¨¢s, en la misma forma en que ellos lo sienten y practican. Sin embargo, tambi¨¦n me parece evidente que, dentro y fuera de la instituci¨®n militar, se establece como condici¨®n ?sine qua non? para ejercer la profesi¨®n castrense sentir y manifestar un gran amor a la patria; perm¨ªtaseme, por tanto, ponerla como primera, y al parecer fundamental, virtud militar.
?Se puede entender este sentimiento de formas diferentes e incluso contrapuestas? Ciertamente entiendo que s¨ª. En primer lugar, es el propio concepto de patria lo que produce discrepancias, pues, aunque todos m¨¢s o menos la identifiquemos con una idea de comunidad, las posibles razones aglutinantes de ¨¦sta var¨ªan desde las meramente territoriales hasta las filos¨®ficas m¨¢s alambicadas, pasando por las hist¨®ricas, las raciales o tribales, las religiosas, las ling¨¹¨ªsticas, las econ¨®micas, etc¨¦tera. Para complicar a¨²n m¨¢s la cuesti¨®n, esas razones suelen mezclarse en diverso grado y, observando la situaci¨®n mundial, ahora y a trav¨¦s de la historia, vemos ejemplos de patrias donde la raz¨®n de su uni¨®n es la que en otras ha supuesto la ruptura, y evoluciones rapid¨ªsimas en la formaci¨®n de una nacionalidad, mientras que otras han sido fruto de una larga gestaci¨®n.
Haciendo una simplificaci¨®n quiz¨¢ excesiva, pero v¨¢lida en este momento, se podr¨ªa afirmar que actualmente la Humanidad ha alcanzado un cierto equilibrio en la formaci¨®n de las comunidades que podemos llamar patrias, despu¨¦s de los largos per¨ªodos de guerras generalizadas y, sobre todo, despu¨¦s de la emancipaci¨®n de los territorios coloniales. Pr¨¢cticamente todo el mundo habitado est¨¢ articulado en comunidades independientes, al menos oficialmente, y m¨¢s o menos compactas, que en general han aceptado la situaci¨®n actual como definitiva, a pesar de or¨ªgenes tan artificiales como fue la divisi¨®n de los pa¨ªses africanos por las potencias imperialistas.
As¨ª, pues, el territorio aparece como un elemento importante para definir una patria concreta. Dado, por otro lado, que la misi¨®n normalmente m¨¢s importante para las Fuerzas Armadas, en cualquier pa¨ªs, y concretamente en el nuestro, es la defensa de la integridad territorial y de las fronteras, resulta absolutamente coherente que el patriotismo en los militares (como en otras muchas personas) comporte una valoraci¨®n extremada de la conservaci¨®n integral del territorio, es decir, de la ?unidad de la Patria?. Como, por otra parte, a consecuencia de una larga y nefasta pol¨ªtica centralista, en nuestro pa¨ªs hay minor¨ªas que cuestionan la forma de esa unidad e incluso algunas la misma unidad, el resultado es que ese sentimiento patri¨®tico est¨¦ un tanto exacerbado y extremadamente sensible. Lo curioso es que, en realidad, esas minor¨ªas independentistas manejan un sentimiento patri¨®tico id¨¦ntico al de sus m¨¢ximos oponentes, los defensores de la unidad total espa?ola, ya que conlleva una importante componente de exigencias territoriales, lo ¨²nico diferente son los l¨ªmites que ponen al Estado (a ?su? Estado), pero la misma intransigencia se manifiesta en el rechazo total a las f¨®rmulas integradoras que en la voluntad de mantener la integraci¨®n a viva fuerza.
Lo cierto es que hist¨®ricamente no se puede decir que sea el territorio lo que define a una naci¨®n y, muchos menos, a Espa?a, que a trav¨¦s de los siglos no ha cesado de integrar y de desintegrar (esto ¨²ltimo, generalmente, de mal grado y de forma ca¨®tica) numerosos y grandes territorios, dentro y fuera de la Pen¨ªnsula; apenas hace todav¨ªa dos a?os desde que el Sahara, provincia espa?ola hasta entonces, fuera abandonado en forma catastr¨®fica. Ciertamente, a m¨ª me parece muy lamentable que en una comunidad nacional, igual que en una familia o en cualquier otro grupo humano, una parte de sus miembros quieran separarse totalmente del resto, pero me parece mucho m¨¢s lamentable querer retenerlos a la fuerza, cosa que, adem¨¢s, a la larga ha sido casi siempre in¨²til y ha supuesto, en todo caso, el tributo de numerosas violencias y vidas humanas.
Igualmente discutibles y cambiantes con el tiempo que parecen los otros factores que justifican la existencia de una patria: la religi¨®n, la lengua, las costumbres, etc¨¦tera, pues todos ellos, al ser distintos para algunos grupos, minoritarios o no, suponen motivo de enfrentamiento y separaci¨®n m¨¢s que de uni¨®n, si se intentan generalizar. No es necesario subrayar lo que suponen los conceptos fascistas o imperialistas de patria en s¨ª mismos, con evidentes caracter¨ªsticas de violencia, fanatismo y opresi¨®n.
Sin embargo, y a pesar de todo, la realidad objetiva es que existe una patria, una Espa?a concreta en la que vivimos y a la que materializamos nosotros mismos. Y existen tambi¨¦n de hecho, sentimientos totalmente humanos y positivos de apego a la tierra que nos vio nacer y en la que vivimos, sentimientos que concretan nuestra condici¨®n de hombres habitantes del planeta. Y cada uno tenemos una religi¨®n o carecemos de ella, y observamos unas u otras costumbres y empleamos alg¨²n lenguaje... Y nos sentimos unidos con nuestros vecinos en un principio de solidaridad ampliable a otros grupos mayores. Y formamos parte, consciente o inconscientemente, de unas estructuras locales, provinciales y estatales. Niveles y facetas todos estos con grandes cantidades de imperfecciones y de alienaciones y de injusticias, que debemos querer cambiar, pero tambi¨¦n con una presencia constante de las realidades de los dem¨¢s, realidades muchas veces diferentes de las nuestras, que debemos respetar, exigiendo el respeto rec¨ªproco.
Y ciertamente experimentamos, de una u otra forma, pero realmente, sentimientos de apego, de afecto, de amor hacia los que nos rodean, hacia el espacio en que vivimos, hacia la patria, en suma.
?El amor a la patria es necesario para los militares? S¨ª, por supuesto, pero no diferente ni mayor que para los dem¨¢s. Y constituyendo un patriotismo que yo no intentar¨ªa definir ante la perplejidad que todos sus factores, tan aleatorios, me producen, pero que s¨ª me atrever¨ªa a calificar. Y lo calificar¨ªa ante todo de humilde, antidogm¨¢tico y limpio de ret¨®ricas y crispaci¨®n. Pluralista hasta sus ¨²ltimas consecuencias y jam¨¢s violento ni impositivo. Con una necesaria carga, inherente al ser humano, de simbolismos, pero desmitificados. Sin agresividad hacia el pasado, pero con una capacidad de cr¨ªtica total; sin m¨¢s condicionantes hacia el futuro que la b¨²squeda de la libertad y la justicia.
En suma, patriotismo de solidaridad con todos, absolutamente todos, los que forman la patria, y a la vez patriotismo superador de ese mismo entorno, la propia patria, y capaz de integrarse en una Humanidad justa e igualitaria.
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