Turqu¨ªa, entre el opio y la crisis econ¨®mica
El viajero que se dirija desde la frontera turco-siria hasta Eskaderili, y luego se interne por la estrecha carretera que conduce a Adana y Aphion, en el sudoeste del pa¨ªs podr¨¢ observar a un lado y otro del camino una serie interminable de peque?os campos rectangulares, bien cuidados, con miles de plantas de un metro de alto, rematadas por una flor grande y blanca, como una amapola, perfectamente inocente. Si se acerca a las plantas ver¨¢ cerca de cada flor una c¨¢psula gris¨¢cea, de no m¨¢s de un cent¨ªmetro y medio de largo. Con esas c¨¢psulas los campesinos forman unas tortas de unos veinte cent¨ªmetros de di¨¢metro, de apariencia tambi¨¦n inocente, que ponen a secar al sol en las afueras de los pueblos. Dentro de cada c¨¢psula hay un poco de opio.El a?o pasado, Turqu¨ªa vendi¨® a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) 32.000 toneladas de opio, es decir, lo que en t¨¦rminos oficiales se consider¨® el total absoluto de su producci¨®n. Hace unos meses, las Naciones Unidas reiteraron que Turqu¨ªa es el ¨²nico pa¨ªs del mundo en el que no hay producci¨®n il¨ªcita de opio. Como es l¨®gico, el Gobierno del se?or Ecevit asegura lo mismo. La oposici¨®n, sin embargo, se muestra esc¨¦ptica. ?En 1974 -nos dijo un dirigente del partido de la Justicia, de Suleyman Demirel, principal rival de Ecevit- el Gobierno Socialdem¨®crata (de Ecevit) orden¨® que se reiniciara el cultivo de opio en el pa¨ªs, despu¨¦s de s¨®lo cuatro a?os de prohibici¨®n. La disculpa oficial consisti¨® en que era necesario compensar el d¨¦ficit de la OMS. En 1975, la cifra oficial de producci¨®n fue de 5.800 toneladas. Pero nosotros calculamos que ya entonces se produjeron m¨¢s de diez mil toneladas. Y en 1977, sobre las 32.000 toneladas oficiales, hubo por lo menos otras 20.000 il¨ªcitas. A mediados de este a?o Turqu¨ªa recuperar¨¢, e incluso sobrepasar¨¢, el nivel anterior de producci¨®n, que representar¨¢, aproximadamente, el 10-12% del consumo total, legal e ilegal, de Estados Unidos.?
D¨®lares y votos
En este aspecto, la opini¨®n de los conservadores de Demirel coincide con la de algunos l¨ªderes del partido de Salvaci¨®n Nacional, de Necmettin Erbakan, y del Movimiento Nacionalista del Pueblo (neofascistas), de Turkes. Los adversarios de Ecevit sostienen que su decisi¨®n de volver a cultivar opio ?tuvo y sigue teniendo finalidades econ¨®micas y pol¨ªticas?. Se tratar¨ªa as¨ª, simult¨¢neamente, de abrir una nueva fuente de divisas y de atraer al electorado campesinos, hasta hace poco m¨¢s proclive al nacionalismo religioso de Erbakan, o al tolerante conservadurismo de Demirel, que a las tesis industrialistas de la socialdemocracia de Ecevit. En resumen: seg¨²n la oposici¨®n, lo que el actual jefe de Gobierno estar¨ªa buscando en el opio es una mezcla de d¨®lares y votos. Para ello contar¨ªa con el visto bueno de Estados Unidos y con un control internacional de la ONU que ?deliberadamente o no? -dicen los adversarios de Ecevit- no se extender¨ªa m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites impuestos por el propio Gobierno turco?.
Estas acusaciones, que por lo dem¨¢s ning¨²n partido ha hecho hasta ahora en forma oficial, contrastan, en primer lugar, con las felicitaciones con que la ONU acoge la vigilancia de Ankara sobre la producci¨®n de opio y con ciertos recaudos adoptados ¨²ltimamente por Ankara para hacer m¨¢s eficaz su control, como el cambio constante de polic¨ªa -a veces una vez por mes- a lo largo de la llamada ruta del opio. Es muy probable tambi¨¦n que esas acusaciones extraoficiales tengan, en buena medida, motivaciones pol¨ªticas. Con el ?esc¨¢ndalo del opio? los conservadores, nacionalistas y fascistas, intentar¨ªan, simplemente, desacreditar a los socialdem¨®cratas.
La ruta del opio
De todas formas, lo cierto es que la ruta del opio ha sido reabierta. Desde la frontera siria, Eskaderili, Adana y Aphion, el camino se extiende hasta Ankara y desemboca en Estambul. De ah¨ª sigue a Marsella y concluye en Nueva York. Esta reapertura ha privado a Turqu¨ªa de los treinta millones de d¨®lares que Estados Unidos le entregaron al pa¨ªs, en 1970 para que cortara la producci¨®n, pero los ingresos de divisas por la venta del opio -afirma la oposici¨®n- se han multiplicado por cuatro o cinco en dos a?os, y tienden a aumentar. No obstante, las ganancias de los productores, legales o ilegales, son muy inferiores a las de los vendedores internacionales.
En Aphion, por ejemplo, que es el principal centro de cultivo de Turqu¨ªa, una torta formada con c¨¢psulas de opio se vende a unas cien liras turcas (300-340 pesetas); en Estambul, a mil liras, y en Marsella a 10.000. Cuando el opio extra¨ªdo de la torta de c¨¢psulas llega a Estados Unidos, su precio es de 100.000 liras (m¨¢s de 300.000 pesetas). Aparte de las cien liras ganadas en el lugar de origen, los campesinos turcos consiguen s¨®lo algunas ventajas adicionales, aunque importantes, seg¨²n los expertos, para su alimentaci¨®n, puesto que de la misma planta del opio pueden extraer aceite y harina, y hacer un pan m¨¢s rico en prote¨ªnas que la carne vacuna. Al mismo tiempo, el n¨²mero de drogadictos en Turqu¨ªa es uno de los m¨¢s bajos de Europa. Tanto el Gobierno como las dos o tres organizaciones mafiosas que hacen circular el opio en Estambul -en manos, seg¨²n la polic¨ªa, de gangsters franceses, italianos y espa?oles-, ¨²nicamente piensan en la exportaci¨®n.
Caos econ¨®mico
A¨²n as¨ª, no parece probable, ni mucho menos, que los d¨®lares del opio -ochenta, cien, 150 millones- le sirvan al Gobierno de Ankara para enjugar el d¨¦ficit de su balanza de pagos con el exterior, del 65%, ni su deuda externa, de m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares, ni para reactivar las inversiones, que seg¨²n el se?or Vehbi Koc, presidente de la Asociaci¨®n de Industriales y Comerciantes de Turqu¨ªa, deber¨ªa constituir este a?o el objetivo prioritario de los economistas ?desarrollistas? de Ecevit.
La econom¨ªa turca atraviesa en este instante una de las etapas m¨¢s cr¨ªticas de su historia, e incluso los grandes negociantes sefard¨ªes (jud¨ªos de origen espa?ol), como los Cohen o los Levi, de Estambul, se muestran pesimistas. Entre este a?o y el primer semestre de 1979, Turqu¨ªa tendr¨¢ que pagar deudas y servicios por alrededor de 5.000 millones de d¨®lares. Tras cuatro meses de arduas negociaciones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le acord¨® a Ankara, el pasado 26 de marzo, una l¨ªnea b¨¢sica de cr¨¦dito (stand-by) por cincuenta millones de d¨®lares, que le permitir¨¢ conseguir otros pr¨¦stamos del FMI por doscientos o trescientos millones, m¨¢s una serie de empr¨¦stitos en la banca internacional que, en el mejor de los casos, no exceder¨¢n de los 600-700 millones de d¨®lares. Si se considera que en 1977 el valor de las importaciones fue de 5.300 millones de d¨®lares, especialmente por la compra de petr¨®leo y el de las exportaciones de s¨®lo 1.600 millones -m¨¢s otros mil millones recibidos en concepto de remesas de sus emigrantes en Alemania Federal y dem¨¢s pa¨ªses del Mercado Com¨²n-, parece claro que Turqu¨ªa se encuentra hoy al borde de la cesaci¨®n de pagos. Unos d¨ªas antes de la firma de la ?carta de intenci¨®n? presentada por Ankara al FMI, un banco europeo lleg¨® a rechazar un cheque extendido por un embajador turco.
Mercado negro
Este desastroso panorama financiero externo responde no s¨®lo al caos econ¨®mico interno, sino tambi¨¦n al acelerado -y desordenado- ritmo de crecimiento del producto bruto, del 7,5% durante los ¨²ltimos cinco a?os. Koc asegura que ese crecimiento, obra de los planificadores socialdem¨®cratas, fue impulsado con ?prop¨®sitos pol¨ªticos?, mas all¨¢ de las posibilidades reales del pa¨ªs, lo que deriv¨® inmediatamente en el actual ¨ªndice de inflaci¨®n, del casi el 60%, y en un nivel de desempleo del 20%. ?Nadie espera ahora -dice- que esas cifras puedan ser reducidas sustancialmente antes de que pasen cinco a?os.?.
En un mercado en el que el promedio de ingresos de los trabajadores oscila entre las 6.000 y las 7.000 liras (de 20.000 a 25.000 pesetas), los precios resultan alarmantes: un kilo de carne cuesta 360 pesetas; un traje (tela turca), 17.000; una casa con un terreno de 3.000 metros cuadrados, en un barrio residencial de Ankara, ochenta millones de pesetas; un piso, de tres a quince millones de pesetas; una botella de agua, veintis¨¦is pesetas; un huevo, ocho-diez pesetas; un par de zapatos, 2.500-3.000 pesetas; un coche equivalente al Renault 12, 800.000 pesetas. Mientras tanto, el inter¨¦s bancario es del 3%, y el mercado negro -de dinero y productos- se desarrolla sin cesar: la hojalata, por ejemplo, cuyo precio oficial es de 18.000 liras la tonelada, s¨®lo se consigue en el comercio ?marginal? a 40.000, y el carb¨®n, te¨®ricamente a trescientas liras la tonelada, cuesta en realidad 1.500. El lignito que se utiliza para la calefacci¨®n, de muy baja calidad, ha hecho de Ankara la ciudad m¨¢s polucionada del mundo.
Problemas con el Mercado Com¨²n
Las autoridades, que para emplear las palabras de Koc, temen m¨¢s la ?disciplina? y un ?cierto grado de recesi¨®n? que la inflaci¨®n, ?parecen decididas a curar el c¨¢ncer con aspirinas?. As¨ª, luego de muchas vacilaciones, han devaluado la moneda (de 19,5 a veinticinco liras el d¨®lar) y han creado barreras para los viajes tur¨ªsticos de los ciudadanos turcos al exterior, entre ellas la entrega de s¨®lo trescientos d¨®lares, en lugar de los seiscientos anteriores, y la prohibici¨®n de salir del pa¨ªs m¨¢s de una vez cada dos a?os.
Las relaciones con el Mercado Com¨²n van ahondando, paralelamente, la crisis econ¨®mica interior. Alemania Federal ha cerrado ya sus puestas a los obreros turcos -hay 1.150.000 en el ¨¢rea de la CEE- y Bruselas interpone cada vez m¨¢s cortapisas a los productos agrarios del pa¨ªs, que suponen la base de sus exportaciones. Por si fuera poco, la Comunidad firm¨® anteayer un acuerdo agr¨ªcola con Chipre, que a juicio de los expertos puede recortar las exportaciones turcas en un 15% anual durante los pr¨®ximos tres a?os.
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