Delibes, mal entrevistado
Acabamos de ver en la ?tele? c¨®mo varias personas del mundo del espect¨¢culo, de la noche, o de otros mundillos semejantes se encargaban de preguntar al escritor Miguel Delibes qu¨¦ piensa cuando va con la escopeta al hombro.Con gran ¨¢nimo nos hab¨ªamos puesto ante la pantalla para observar de cerca -lo que no es frecuente- a un escritor. A la altura del personaje, en las sillas de al lado, nos pusieron a tres protot¨ªpicas rubias del ?g¨¦nero televisi¨®n espa?ola?, a un se?or que no se sab¨ªa si estaba haciendo una pregunta o contest¨¢ndola, y a un humorista.
??Qu¨¦ piensa usted, de lo que es la mujer en la vida del hombre?, ?es usted agresivo?? (por favor, Miguel Delibes, agresivo). ??Cuando usted escribe, es un trabajo o un placer??, y dem¨¢s. En varias ocasiones tuvimos la impresi¨®n de que ese aire de m¨ªstico-sufrido-del-desierto-de-Castilla, tan propio de Delibes, no estaba ¨²nicamente motivado por el hecho de ser vallisoletano. La desolaci¨®n con que escuchaba las preguntas y la santa paciencia con que las contestaba eran dignas del mejor fot¨®grafo.
Si para entrevistar a Delibes Televisi¨®n Espa?ola selecciona a actrices, ni?as monas y personajes del espect¨¢culo, esperemos que cuando acuda Agata Lys -tambi¨¦n de Valladolid- ante las c¨¢maras llamen para dialogar con ella al profesor L¨®pez Araguren.
Es una l¨¢stima. Es una l¨¢stima cuanto m¨¢s imperdonable si se piensa que programas de estos son de los pocos que podr¨ªan mover a esa ?inmensa mayor¨ªa de los espa?oles? -que no leen- a leer algo m¨¢s que las 625 l¨ªneas de televisi¨®n. Es una pena que despu¨¦s de un programa como estos -normalmente largo- los telespectadores tengan que seguir aguardando a un pronto dominguero para que les entren ganas de leer a Delibes, y es una verg¨¹enza que el conocimiento que se pueda tener del escritor haya de ser defendido contra las deformaciones -que no informaciones- de programas semejantes.
Si la labor cultural de Televisi¨®n se va a basar en entrevistas de este tipo, m¨¢s vale que apaguemos el televisor, que los escritores se sigan haciendo solitarias entrevistas en los pr¨®logos de sus libros y que los periodistas, que son los que tienen en realidad el oficio de preguntar, estudien Filosof¨ªa y Letras (que para lo mismo les iba a servir).
y tres firmas m¨¢s
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