La plaza de la Maestranza se hizo paulista
ENVIADO ESPECIALEn el tercero de la tarde sali¨® Manili arrollador, a pegarles el ba?o a los del arte, y con el p¨²blico a favor, aunque s¨®lo fuera para darles a aqu¨¦llos en el coco, por pelmas. De manera que Manili, al que se consideraba -en teor¨ªa, claro- un relleno del cartel, recibi¨® al toro con dos largas cambiadas, en la primera de las cuales se nos hel¨® el coraz¨®n, porque hubo un amago de par¨®n de la fiera; pero aguant¨® el torero y, ya de pie, aguant¨® tambi¨¦n en unas ver¨®nicas de ning¨²n arte, pero de mucha emoci¨®n, y la plaza estall¨® en una ovaci¨®n cerrada que el espada de Cantillana agradeci¨® montera en mano.La faena de muleta empez¨® con una pedrecina en el centro del ruedo y sigui¨® embarullada, algo tremendista y muy voluntariosa. La oreja se la gan¨® Manili por su voluntad de triunfo y porque la gente, cuando la ped¨ªa, miraba con el rabillo del ojo a los del arte, muy a gusto, pues as¨ª se vengaba de sus inhibiciones.
Plaza de Sevilla
Segunda de feria. Cinco toros de Mar¨ªa Pallar¨¦s y el sexto de Ben¨ªtez Cubero, muy bien presentados, bien armados; cumplieron en varas, y salvo el reserv¨®n segundo, dieron juego. Curro Romero: pinchazo y estocada (pitos). Dos pinchazos y tres descabellos (pitos). Rafael de Paula: dos pinchazos y estocada corta (silencio). Cuatro pinchazos y estocada, de la que sali¨® volteado sin consecuencias (petici¨®n de oreja y dos vueltas al ruedo). Manili: pinchazo y buena astocada (oreja). Estocada ca¨ªda (vuelta).
La verdad es que el ¨²nico inhibido fue Curro. Pero ?alto ah¨ª!, porque al que abri¨® plaza le hizo un quite importante, de esos que ya no se ven. Entend¨¢monos: dibuj¨® unas ver¨®nicas con todas las calidades que le han dado fama, pero esta vez la categor¨ªa de los lances no estuvo tanto en la marchoser¨ªa de la figura, sino en la t¨¦cnica. Y la t¨¦cnica fue ¨¦sta: llev¨® al toro a los medios, lo fij¨®, templ¨® los lances, gan¨® terreno, hacia adentro, en el remate de cada uno de ellos y cerr¨® la serie con media torer¨ªsima, casi arrastrando el percal, con lo que la fiera qued¨® clavada, en suerte para el siguiente puyazo. ?Nada menos que eso hizo ayer Curro!
Ya nada m¨¢s hizo despu¨¦s, porque no volvi¨® a confiarse con el capotillo, y con la muleta se quitaba de enmedio, cortaba los viajes, les tocaba las orejas a los toros con la punta de la franela, haciendo imposible las embestidas. Paula, en cambio, que brill¨® con el capote en otro estilo, sobre todo en un quite a la ver¨®nica en el quinto -tres lances tambi¨¦n, que fueron otras tantas filigranas, y media de cartel-, no pudo hacer nada con el segundo, pues era prob¨®n, pero su fama hizo pensar otra cosa al personal, que se entreg¨® a regl¨®n seguido a un manilismo coyuntural ya explicado.
En el quinto, en cambio, llego la gran faena. Hubo ayudados por bajo y por alto de gran sabor torero dentro de ese modo barroco que tiene Paula para interpretar las suertes, y luego un desarme que fren¨® en seco los entusiasmos y la m¨²sica. Durante unos segundos la balanza estuvo en equilibrio: ?ser¨¢?, ?no ser¨¢? Y fue: tres derechazos hondos y molinete; de nuevo tres derechazos, ayudado por bajo y cambio de mano. ?Para qu¨¦ m¨¢s? La Maestranza volcada, ovaci¨®n clamorosa e interminable, ?el delirio que desbordaba ante el embrujo del arte! Fueron unos muletazos aquellos de los que ves en la moviola -si los de la televisi¨®n utilizaran el artilugio para los toros, aunque ya sabemos que ni locos- y les sacas defectos. No les tengo apuntado, por ejemplo, un codilleo excesivo e innecesario. Pero el toreo es, adem¨¢s de t¨¦cnica y de arte, conexi¨®n con el tendido, identificaci¨®n del artista y el p¨²blico, y eso lo consigui¨® ayer Paula de plano; tanto, que si llega a matar por derecho la arma ¨¦pica.
A Manili, despu¨¦s de este acontecimiento, no le cab¨ªa otra opci¨®n que arrollar de nuevo, y le dio al sexto una larga de rodillas a porta gayola, bull¨® en la faena, que fue animosa, etc¨¦tera, pero ya no pudo haber manilismo entonces porque la plaza se habla hecho paulista al conjuro de seis derechazos y dos remates gitanos interpretados por un torero que se pone l¨ªvido en cuanto ve al funo -qu¨¦ me va usted a decir-, pero que ayer estuvo en plan Mazinger Z. Y al que no se lo crea, peor para ¨¦l.
Babelia
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