Estudio profundo de Ernst Bloch
El libro del profesor G¨®mez-Heras aspira a desvelar las estructuras profundas de una obra -en nuestro caso de la obra del jud¨ªo germano Ernst Bloch, recientemente fallecido- que est¨¢ dejando huella en nuestro presente filos¨®fico. Se trata de un estudio concienzudo, muy met¨®dico y bastante logrado en su conjunto no solo sobre la obra del autor estudiado, sino ?a partir? de su ¨®rbita de temas. En este sentido nos encontramos ante un libro el mismo ?blochiano?, que abre horizontes, muestra quicios del pensar, sugiere nuevas estructuras de lo real, sugerencia que vamos a aprovechar nosotros mismos en estas l¨ªneas.Si tuvi¨¦ramos que sintetizar la fuerza argumentativa de E. Bloch en un paradigma elemental, dir¨ªamos que reside en la corrosi¨®n de viejos dualismos y en la afirmaci¨®n de un monismo peculiar. Mas en concreto, E. Bloch se nos muestra en el libro que comentamos como quien hace confluir las categor¨ªas de ?necesidad? y ?deseo? en aquella materia privilegiada que es el hombre. El hombre representa en Bloch el eje de coordenadas por el que pasa la ?materia natural?, autodefini¨¦ndose en ¨¦l a la vez como emergencia de la necesidad (contingencia, finitud) y del deseo (infinitud, utop¨ªa). Frente a la reducci¨®n del deseo a las necesidades, frecuente en cierto marxismo ortodoxo, y frente a la irrupci¨®n del deseo como deseo metaf¨ªsico, frecuente en el postestructuralismo. Bloch afirmara la necesidad natural del deseo y el deseo material de la necesidad (pues sab¨ªa perfectamente, con Feuerbach que la materia no es inerte, sino activo material de -y necesario a- los deseos). Dicho de otra forma, acaso m¨¢s sencilla, la dualizaci¨®n maniquea entre necesidad material (el hambre) y deseo (eros psicol¨®gico) es evacuada en favor de un materialismo antropol¨®gico a cuya base se encuentra una materia concebida por Bloch como impulso (Drang) o ?conatus? (posibilidad activa) a las configuraciones de sentido -a trav¨¦s del hombre- virtualidad activa que habr¨ªa que traducir como ?actitud? activa (Anlage) y no como mera -aunque tambi¨¦n- ?aptitud? pasiva y, finalmente, como impulsi¨®n (Trieb). La materia que categoriza la teor¨ªa blochiana es una materia del deseo (genitivo objetivo y subjetivo), materia ?est¨¦tica? (objeto y sujeto de su conformaci¨®n inmanente y autotrascendente), materia fascinante y fascinosa de creaci¨®n y recreaci¨®n humanas. Bloch podr¨ªa suscribir -de hecho lo suscribe- la tesis ar¨¢biga de Avicena sobre la materia previa en la que est¨¢n ya preformados los seres.
Sociedad y utop¨ªa en Ernst Bloch
(Presupuestos ontol¨®gicos y antropol¨®gicos para una filosof¨ªa social).Jos¨¦ Alar¨ªa G. G¨®mez-Heras. Ediciones S¨ªgueme. Salamanca, 1977.
El libro de G¨®mez-Heras no explicita estos extremos. M¨¢s bien presenta el material f¨ªlos¨®fico que los implica. Con ello proporciona ? materia a pensar?. y en este sentido es profundamente blochiano. M¨¢s expl¨ªcito es el libro. por razones obvias, en ofrecernos pulcramente la vertebraci¨®n dial¨¦ctica del discurso de Bloch. Pues si bien hemos dicho antes que en la concepci¨®n de la rriateria como categor¨ªa clave del pensarniento de nuestro autor, necesidad y deseo son ambos materiales, no es menos cierto que la dial¨¦ctica de la materia consiste precisa y fundamentalmente en el hiatus o distancia entre necesidad (ser) y deseo (posibilidad), entre ser y a¨²n-no-ser, entre opacidad y transparencia, entre mundo y hombre, entre posici¨®n y transposici¨®n. inmanencia y trascendencia. sedentarismo del cuerpo y nomadeo del ?esp¨ªritu?. Otra vez reaparece el hombre como prototipo donde se entrecruzan necesidades y deseos: el hombre arraigado en la madre tierra y tendiendo a una patria de la id¨¦ntidad, tr¨¢nsfuga de una materia hoy por hoy amordazada. Motivos marxistas y judeocristianos se entrecruzan aqu¨ª para decantarse en una antropolog¨ªa de subido colorido semita.
Pues la epistemolog¨ªa y ontolog¨ªa blochianas se basan, como Gomez-Heras muestra, en una antropolog¨ªa: la reuni¨®n o reconciliaci¨®n de necesidades y deseos, hoy divididos, s¨®lo puede ser fruto de la acci¨®n humana e interhumana. El hombre y la categor¨ªa de lo personal no es en Bloch, como en su correligionario E. Levinas, lugar de ruptura del sistema de relaciones en que se halla enredada la realidad, sino que en Bloch el hombre -la persona- representa el lugar de potenciaci¨®n de una materia cargada de posibilidades a¨²n in¨¦ditas. El hombre es el encargado de despertar esas posibilidades latentes y, en tanto, de con-formar la materia de la que es parte activa frente a Levinas, lo Otro no deshechiza una realidad hechizada, sino m¨¢s bien ?enhechiza? unas realidades opacas si son abandonadas a s¨ª mismas, y que precisan de concienciaci¨®n y transformaci¨®n humanas. S¨®lo de este modo la materia es salvada por la materia. El hombre ocupar¨ªa as¨ª el lugar del ?alma general activa? que, en cuanto topos de unidad, posee en Avicena-Averroes: lugar de repliegue (reflexivo) de la materia y su consiguiente despliegue (inflexivo) lugar de encuentro de la materia con sus deseos y necesidades inmanente.
De todo ello habla y a veces hace hablar Bloch a trav¨¦s de las p¨¢ginas del libro que comentamos. Temas que insistentemente retornan como insistentemente vuelven las necesidades y el deseo. Todo ello, como se nos dice en alguna parte, en un estilo entre barroco y expresionista, escurridizo como escurridizas son las cosas de que nos habla: futuro, utop¨ªa, novedad...
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