Respuesta a un psiquiatra sobre el tema de la homosexualidad
Catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad de Salamanca El 8 de abril apareci¨® en la secci¨®n Gente la noticia de que don Francisco Llavero, catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa, hab¨ªa dirigido una carta al ministro del Interior para evitar -todo ello supondr¨ªa una gran equivocaci¨®n, cuando no un delito- que se proyectase en televisi¨®n una pel¨ªcula sobre la homosexualidad y que, posteriormente, se transmitiese un debate sobre el tema. En una carta publicada el 11 de abril el se?or Llavero califica esa informaci¨®n de ?falseada? y protesta de que se le imputen opiniones ?tendenciosas? sobre la homosexualidad y sobre su discusi¨®n p¨²blica. En realidad no se entiende muy bien de qu¨¦ protesta el se?or Llavero. Sobre si ha intervenido o no para que se excluyese del programa ?La clave? el tratamiento de la homosexualidad, lo ¨²nico que declara es que ¨¦l no ha ?dirigido? carta alguna al ministro del Interior; pero no especifica si ha influido de otra manera o ante una instancia distinta, para que se suspendiese el programa previsto. Lo que la carta del se?or Llavero pone de manifiesto es, m¨¢s bien, que esa eventual intervenci¨®n censora habr¨ªa sido plenamente coherente con la personalidad de quien, por una parte, se atribuye la misi¨®n de ser un ?m¨¦dico que defiende la medicina preventiva y la salud mental?, y, por otra -y aqu¨ª confirma el mismo profesor, la fidelidad con la que ha sido recogida su ideolog¨ªa en la noticia inexplicablemente protestada-, considera que ?tiene efectos desastrosos... sorprender a j¨®venes y familiares, a ni?os y ni?as inocentes en sus propios hogares con temas homosexuales?, y que las pel¨ªculas que se ocupan de ¨¦stos ?no contribuyen a sanear la sociedad ? y se hacen ?con fines destructivos, por error o intencionadamente?.
Una vez expuesto que en la carta del se?or Llavero no se replica a la noticia, sino que se la confirma, quiero entrar en el fondo de lo que en aqu¨¦lla afirma sin ninguna clase de argumentaci¨®n. Y lo hago prescindiendo de una acci¨®n fallida: ?El tema de las conductas homosexuales... es... susceptible de anomal¨ªas? (?heterosexualidad como anomal¨ªa de la homosexualidad?), que podr¨ªa ayudar a explicar el empe?o del se?or Llavero en tabuizar el debate de la cuesti¨®n.
Por lo que se refiere a la discusi¨®n p¨²blica de la homosexualidad ante un auditorio adulto hay que decir que ni al censor, se?or Llavero, ni a ninguna otra persona se les puede tolerar que usurpen nuestro derecho a determinar libremente cu¨¢les son aquellos temas sobre los que queremos ser informados. Precisamente, la discusi¨®n sobre la homosexualidad es una que ofrece el m¨¢ximo inter¨¦s (y a quienes piensen de otra manera nadie les impide cerrar el aparato de televisi¨®n): pues tras d¨¦cadas de estigmatizaci¨®n y difamaci¨®n de los homosexuales -tanto a nivel legal como social- tiene que ser posible expresar la opini¨®n de que condenar a la castidad perpetua a los millones de espa?olas y de espa?oles que ¨²nicamente se sienten atra¨ªdos por las personas de su mismo sexo supone una injusticia, una crueldad y una violaci¨®n del derecho que tiene cada ciudadano a ejercer su sexualidad como ¨¦l mismo decida y no como decidan otros por ¨¦l.
Si el se?or Llavero hubiera le¨ªdo a Freud, posiblemente nunca habr¨ªa obtenido su c¨¢tedra de Psiquiatr¨ªa, pues es p¨²blico que el grupo que control¨® la docencia de esa disciplina en la Universidad durante los cuarenta a?os de oscurantismo cient¨ªfico del nacional-catolicismo se caracteriz¨® por su aversi¨®n al psicoan¨¢lisis. Pero, a cambio, podr¨ªa haberse enterado: de que los ?inocentes? ni?os y ni?as sienten fuertes impulsos sexuales; de que si no obtienen informaci¨®n veraz de los adultos se la procuran por otros medios y de forma generalmente desfigurada; de que tabuizar la sexualidad en la infancia conduce a que posteriormente. en la vida adulta, se la considere como algo bajo y, repugnante: de que lo que lleva a los mayores a ocultar el tema a los ni?os es su propia mala conciencia sobre la sexualidad, de que la mentira y el secreto lesionan el leg¨ªtimo impulso de conocimiento del ni?o, conmueven su confianza en los adultos y le lleva a esconder frente a ellos sus intereses m¨¢s ¨ªntimos, y de que, finalmente, la falta de informaci¨®n sexual obedece al prop¨®sito de ahogar, lo antes posible, la capacidad de pensamiento independiente del ni?o.
Durante los ¨²ltimos dos a?os -y con esto termino- muchas personas y grupos insisten sospechosamente en su ideolog¨ªa democr¨¢tica. Por lo general, se trata de los mismos que en la dictadura hicieron prevalecer sus criterios por la fuerza y que ahora -privados de esa fuerza- intentan seguir imponi¨¦ndoles exigiendo de los dem¨¢s un respeto que ellos nunca ejercieron: temen que los dem¨®cratas les vayan a tratar igual que ellos trataron a los dem¨®cratas. Tambi¨¦n el se?or Llavero habla en su carta de que se acoge ?al juego limpio de toda democracia libre y civiIizada? y del ?profundo y permanente respeto que debemos en las democracias a la libertad de los dem¨¢s?. El catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa no tiene por qu¨¦ preocuparse: nadie le va a privar de ver los programas de televisi¨®n que le interesen, de leer los libros y revistas que desee, ni de educar a sus hijos como estime conveniente. Pero para explicar el trasfondo de lo que se oculta detr¨¢s de ese alarde reiterado de que ¨¦l es un dem¨®crata no hace falta acudir a Freud: basta con el refranero popular: ?Dime de lo que presumes y te dir¨¦ de lo que careces.?
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