Los artistas resultaron ser unos pelmas
ENVIADO ESPECIALMuchas veces pasa que las corridas de gran expectaci¨®n son a la hora de la verdad un puro petardo, y as¨ª ocurri¨® ayer. Por otra parte, no es nada nuevo en la vida y hay refranes que lo subrayan. Pero el tost¨®n de la que llamaban ?corrida del arte?, cartel de la m¨¢xima expectaci¨®n de la feria, tiene causas concretas: los toros no tuvieron clase, y los toreros tampoco.
-?Sin clase unos artistas como son mi Curro, el Paulita y Manolito Cort¨¦s? ?Qu¨¦ me dice usted?
-Pues s¨ª, sin clase, ?qu¨¦ les vamos a hacer! Se olvida uno de la fama que estos tres caballeros tra¨ªan de jornadas anteriores, se circunscribe uno al hecho concreto de la corrida de ayer, y la conclusi¨®n es que se trata de tres pelmas de mucho cuidado; con mayor o menor habilidad, con mayor o menor verg¨¹enza torera, con mayor o menor suerte, pero unos pelmas.
Plaza de Sevilla
S¨¦ptima corrida de feria. Toros de Carlos Urquijo, muy desiguales de presentaci¨®n, aunque con respeto todos, excepto el ¨²ltimo, escasos de bravura y con poca clase, ofrecieron problemas. Curro Romero: pinchazo hondo ca¨ªdo, estocada corta atravesada, rueda de peones y tres descabellos (bronca y gritos de ??sinverg¨¹enza! ?). Estocada perpendicular delantera (bronca). Rafael de Paula: tres pinchazos, estocada corta desprendida (silencio). Bajonazo descarado que produce v¨®mito (silencio). Manolo Cort¨¦s: estocada corta (oreja). Estocada y descabello (aplausos).Curro Romero fue despedido con un impresionante chaparr¨®n de almohadillas, ninguna de las cuales le dio
-Pues me ha dicho quien estuvo y quien vio la corrida por la tele que Manolito Cort¨¦s cort¨® una oreja.
-?Ya sali¨® lo de la oreja! En esta plaza, ?sabe usted, amigo?, no hay nada m¨¢s f¨¢cil que cortar una oreja cuando las cosas salen un poco aseadas. Parte del p¨²blico las pide, igual que ocurre en todas partes, y como en el palco se sienta un se?or respetabil¨ªsimo, que ser¨¢ todas las cosas buenas que se puedan imaginar menos aficionado, la oreja cae, vaya si cae, haya raz¨®n para ello o no.
As¨ª ocurri¨® para gozo de Manolito Cort¨¦s en el tercero de la tarde, que embest¨ªa por el pit¨®n derecho como si fuera el carret¨®n. Ni sab¨ªa para qu¨¦ lo ten¨ªa. Ahora bien, sin clase ni fijeza, de manera que en el remate de la suerte sal¨ªa distraidillo. La labor del torero hab¨ªa tenido importancia si se dedica a encelar al toro por ese lado -que pudo haber sido una mina de oro, desde luego que s¨ª- a meterlo en la muleta. Sin embargo, Manolito Cort¨¦s prefiri¨® instrumentar muletazos fin¨ªsimos, eso nadie lo podr¨¢ negar, con dos ayudados de verdadero gusto, pero aprovechando el viaje siempre y con olvido absoluto de que con la izquierda tambi¨¦n se torea. As¨ª que ya me contar¨¢ usted.
-?Y Paulita? No me diga que no estuvo voluntarioso Paulita, seg¨²n me ha contado quien estuvo y quien lo vio por la tele...
-Eso es lo malo, que Rafael de Paula, diestro de pellizco, genial en su interpretaci¨®n del toreo, se meti¨®, en plan currante, a porfiar y porfiar y porfiar. Digamos, s¨ª, que dio una media ver¨®nica muy buena, con cite totalmente de frente y trayendo toreado al urquijo; digamos que para el natural, en su primera faena, tambi¨¦n citaba medio de frente (?dando medio pecho?, que dicen los cl¨¢sicos), lo cual es una forma de colocarse de gran autenticidad y con tanto mayor m¨¦rito cuanto es inusual hoy. Pero digamos tambi¨¦n que las embestidas buenas que le fi¨® el toro por ese lado, las desaprovech¨® por los enganchones continuos a la muleta, que sujetaba por un extremo y como quien agarra una estaca.
Un torero de arte -perm¨ªtame que siga con la perorata, ya que estamos en ello- puede consumirse en los miedos, puede, incluso, no estar inspirado, pero jam¨¢s debe permitir que el p¨²blico le toque palmas de tango, como ocurri¨® en el interminable trasteo al quinto, que era un torazo aplomado. Y se las tocaron por pesado, por levantar dolor de cabeza al personal, con su medio afligida, medio decidida, insistencia en colocar el derechazo, quieras que no.
Aplomada hemos dicho de esta res y a?adamos que sin clase tambi¨¦n, lo cual fue com¨²n a toda la corrida de Urquijo, m¨¢s o menos, que se dej¨® torear poco y no pareci¨® que salieran m¨¢s toros manejables que el cuarto (al que le cort¨® los viajes el artista pelma de turno) y el sexto (de poco trap¨ªo, por cierto). Este se desgraci¨® en un picotazo en varas y aunque se recuper¨®, lleg¨® al ¨²ltimo tercio disminuido y con la embestida rebrincada.
-? Y mi Curro? ?Qu¨¦ hizo Currito de mi arma?
-Se visti¨® de tabaco y oro, cruz¨® el ruedo para all¨¢, en el pase¨ªllo, lo volvi¨® a cruzar para ac¨¢, cuando acab¨® la corrida, y aguant¨® hecho un t¨ªo el chaparr¨®n de almohadillazos, con el gesto serio y la seja levant¨¢ mientras se tapaba un poco la cara con la montera, no fuera a ser que un objeto arrojadizo le bajara la ceja.
-iOs¨², que esfuerzo!
-Digo.
-iDigo!
Babelia
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