"El ¨¦xito de los nuevos fil¨®sofos se debe a que tocaron temas importantes en el momento oportuno"
Entrevista con Gustavo Bueno ante su ciclo de conferencias
Pregunta. ?Quedan a¨²n sofistas en Espa?a?Respuesta. S¨ª, desde luego, a veces por desgracia y a veces por fortuna. Porque hay sofistas como Dionosiodoro y hay sofistas como Prot¨¢goras. Lo peor es que nuestros sofistas espa?oles, incluso los que son de raza de Dionosiodoro, se quedan s¨®lo en traductores (le Dionosiodoro.
P. ?C¨®mo valora usted la transformaci¨®n del PCE de marxista-leninista en marxista revolucionario?
R. Me resulta prematuro opinar hasta que no se vea el curso efectivo que el PCE toma tras el IX Congreso. Dada la complejidad de los acontecimientos, dado que me parece que nadie sabe exactamente hacia d¨®nde llevan las nuevas modificaciones -ni siquiera quienes las han propiciado, ni quienes las han acatado, porque la realidad del PCE desborda a la propia conciencia que de ¨¦l tienen sus mismos militantes o disidentes-, me reservo hasta ver como se configura su sentido en los meses venideros. Lo que s¨ª rne atrevo a decir es que el nivel te¨®rico y filos¨®fico de las formulaciones nuevas est¨¢ subdesarrollado con respecto a lo que la realidad exige: determinados pont¨ªfices, generalmente ?madrile?os?, de la teor¨ªa marxista son responsables directos de esta situaci¨®n de subdesarrollo que puede ser verdaderamente grave para el futuro pol¨ªtico del PCE y con ¨¦l el del pa¨ªs. El PCE, por su naturaleza y su historia, es indisociable de esta necesidad te¨®rica que otros partidos pol¨ªticos quiz¨¢ no necesiten tan vitalmente, y como no lo necesitan ni la tienen, ni se les echa de menos.
P. ?Por qu¨¦ cree que siendo usted el m¨¢ximo defensor de la filosofia cad¨¦mica cada d¨ªa despierta m¨¢s inter¨¦s y su influencia es mayor en el ¨¢mbito mundano?
R. Porque la Academia no es una entelequia que est¨¢ por encima o por debajo del mundo: es una parte de nuestro mundo, un ¨®rgano de nuestra cultura y por tanto su propia actividad no puede menos de repercutir en su entorno, as¨ª como rec¨ªprocamente.
Filosof¨ªa y "provincias"
P. ?Por qu¨¦ se ha empe?ado usted en ser un fil¨®sofo de provincias cuando es sabido que ha tenido ofertas para irse a Madrid?R. Entre otras cosas porque el concepto de ?provincias? es un concepto burocr¨¢tico que se configura desde Madrid. Desde un Madrid que al ver lo que le rodea como provincias resulta situarse en la pel¨ªcula m¨¢s superficial de la conciencia pol¨ªtica y cultural de nuestros d¨ªas. Uno de los modos de ganar profundidad puede ser desprenderse de esa superficial ?figura de la conciencia?, intern¨¢ndose en una ?provincia?, sobre todo, si ¨¦sta es Asturias. Madrid es un t¨¦rmino muy complejo, y all¨ª hay de todo, por supuesto, pero la pedanter¨ªa semiculta engendrada por el dominio de los medios nacionales de comunicaci¨®n es caracter¨ªstica y s¨®lo en condiciones muy especiales alguien que vive en Madrid y se dedique a los ?oficios intelectuales? puede librarse de ella.
P. ?A qu¨¦ se debe en su opini¨®n el ¨¦xito de los llamados ?nuevos fil¨®sofos??
R. Esencialmente a que han tocado temas importantes e interesantes en su momento oportuno. Yo discrepo de sus posiciones -pero, tambi¨¦n, de quienes pretenden explicar ese ¨¦xito como una ?maniobra de la derecha?, de la CIA, o de cosas parecidas-. Si los mecanismos capitalistas y la pol¨ªtica de la derecha ha intervenido formalmente es precisamente porque previeron que hab¨ªa un ambiente preparado. Los ?nuevos fil¨®sofos? han suscitado de nuevo la tem¨¢tica de la filosof¨ªa tradicional. Han atacado violentamente a Plat¨®n, pero con ello han demostrado a la vez que Plat¨®n necesita ser atacado, es decir, que est¨¢ presente como referencia inexcusable para entender lo que ocurre en nuestro mundo.
Cierre categorial
P. ?Qu¨¦ es el ?cierre categorial?, tema de sus conferencias?R. Con el nombre de ?cierre categorial? designamos el proceso en virtud del cual las ciencias alcanzar¨ªan su condici¨®n de tales, es decir, se constituir¨ªan en s¨ª mismas (en sus propios c¨ªrculos) y se diferenciar¨ªan no solamente de otras formaciones no cient¨ªficas (literarias, art¨ªsticas, teol¨®gicas), sino tambi¨¦n mutuamente. En virtud de su cierre categorial, la geometr¨ªa se diferencia de la teolog¨ªa o de la m¨²sica, pero tambi¨¦n de la termodin¨¢mica. La teor¨ªa del cierre categorial supone que las ciencias no son meramente el conocimiento (el reflejo) de una realidad previamente estructurada, dispuesta ya para ser conocida o registrada (descripcionismo, empirismo). Tambi¨¦n supone que las ciencias no son construcciones formales (de teor¨ªas o modelos) que luego hayan de ensayarse en la experiencia como prueba de que al menos ?salvan los fen¨®menos? y no ser¨¢n falsadas (formalismo, teoricismo popperiano, etc¨¦tera). La teor¨ªa del cierre categorial niega que las ciencias tengan un objeto determinado (la biolog¨ªa, la vida, la f¨ªsica, la materia...) o que no tengan ninguno (sino una masa o continuo amorfo recortado por los modelos formales). Las ciencias tienen campos, es decir, multiplicidades de t¨¦rminos enclasados en conjuntos diferentes. Seg¨²n esto la biolog¨ªa no ?trata? de la vida, sino de macromol¨¦culas, de c¨¦lulas, de ¨®rganos, y la geometr¨ªa no es la ?ciencia del espacio?, sino la ciencia de las figuras de las razones dobles, de los senos y de los cosenos; la historia por ¨²ltimo no trata del pasado, sino de los documentos o de las reliquias. La unidad de la ciencia no procede de su objeto previo, sino del proceso en virtud del cual los t¨¦rminos de un campo material componi¨¦ndose (mediante operaciones precisas) se agrupan mutuamente en cadenas cerradas (cerradas porque los t¨¦rminos resultantes de una composici¨®n se recomponen con los ?factores? de un modo circular), contrayendo relaciones materiales que pueden alcanzar el rango de una identidad sint¨¦tica. La verdad cient¨ªfica se localizar¨ªa seg¨²n la teor¨ªa del cierre (y ¨¦ste es uno de sus puntos m¨¢s caracter¨ªsticos) en el ¨¢mbito de la identidad. Con esto no quiere decirse que las ciencias se reduzcan al momento de la conexi¨®n id¨¦ntica: su malla es mucho m¨¢s vasta y la vida de una ciencia contiene internamente incluso al error, pero los nudos por los cuales esta malla se mantiene son las verdades cient¨ªficas entendidas por tanto no como una adecuaci¨®n (o isomorfismo) entre modelos y materiales, sino como una relaci¨®n de identidad sint¨¦tica entre los propios t¨¦rminos materiales operatoriamente construidos en cursos diferentes.
P. ?Tiene alguna relaci¨®n su modo de ver las ciencias humanas con la vieja divisi¨®n neokantiana de ciencias y letras?
R. Las ciencias humanas es el nombre que ha tomado recientemente aquello que anta?o se llamaban ?las humanidades? y tambi¨¦n ?las letras?. Las letras no eran ciencias, sino otra cosa. A consecuencia de la revoluci¨®n cient¨ªfica industrial las ciencias (naturales y formales) crecieron seriamente y llegaron a convertirse en actividades b¨¢sicas de nuestro modo de producci¨®n (la geometr¨ªa en Grecia era m¨¢s bien, cabe decir, superestructural). Esto estableci¨® un abismo entre la cultura cient¨ªfica y la cultura literaria (?human¨ªstica?). Las dos culturas de las que C. P. Snow ha hablado en una conferencia ya famosa. Snow se asombra, con raz¨®n, de la tendencia ?monopol¨ªstica? a considerar como hombres cultos (o intelectuales) -novelistas, poetas, periodistas, una definici¨®n ?que no incluye a Rutheford ni a Eddinton, ni a Dirac ni a Adri¨¢n?- las ?ciencias humanas? (el mismo Snow viene a reconocerlo en su Segundo enfoque). En cierto modo constituyen un puente entre los dos bordes del abismo, entre las dos culturas. Pero las ciencias humanas no pueden sin m¨¢s acumularse al lado de las ciencias naturales como si se tratase de un todo homog¨¦neo del cual unas y otras fuesen partes homog¨¦neas. La expresi¨®n ?ciencias humanas? se utiliza de un modo abusivo, mim¨¦tico. Se llama ciencia a una investigaci¨®n literaria que muy poco tiene que ver con las ciencias en el sentido cl¨¢sico. Lo que es peor, se llaman ciencias (ciencias psicoanal¨ªticas, ciencias pol¨ªticas) a algo que es o pura mitolog¨ªa o puro empirismo o, en el mejor caso, prudencia acumulada. Y esto lo digo sin perjuicio de reconocer que la prudencia es tan importante como la misma ciencia. Precisamente la teor¨ªa del cierre categorial pretende estar en condiciones para aclarar muchos puntos acerca del ?estatuto de las llamadas ciencias humanas.
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