Un caso ins¨®lito: el cinestudio Griffith

Existen iniciativas privadas que, pese a la inicial escasez de medios econ¨®micos, consiguen crear unas expectativas, unas realizaciones que, te¨®ricamente, deber¨ªan ser labor de la Administraci¨®n. Tal es el caso del Cinestudio Griffith y su programaci¨®n cinematogr¨¢fica, que se asemeja m¨¢s a la programaci¨®n de una filmoteca que a una sala privada.En el mes de mayo se exhibir¨¢n, entre otras, pel¨ªculas como Lancelot du Lac, de Bresson; El peque?o pr¨ªncipe, de Stanley Donen; Taxi driver, de Martin Scorsese; La casa de cristal, de Tom Gries; El puente, de J. A. Bardem; El extra?o viaje, de Fernando Fern¨¢n G¨®mez; Paseo por el amor y la muerte, de John Huston, y El forastero, de William Wyler, por citar tan s¨®lo una peque?a muestra de las que, a lo largo de todo el mes, se exhibir¨¢n en el mencionado local.

La novedad del Cinestudio Griffith es que a partir de ayer, viernes, contar¨¢ con un nuevo servicio para los espectadores: funcionar¨¢ una guarder¨ªa para aquellos padres que deseen asistir al cine y no tengan posibilidad de desprenderse de sus hijos. Por un precio m¨®dico -cien pesetas- sus hijos podr¨¢n jugar toda la tarde en la guarder¨ªa. Un servicio aparentemente secundario, pero b¨¢sico, para numerosas parejas.

Por otra parte, la empresa de la sala suele ampliar sus actividades diarias de proyecci¨®n, organizando mesas redondas o debates sobre los problemas que aquejan al cine espa?ol, colectivos o individuales.