Tomando posiciones
Colocados frente a problemas concretos, que ya no es posible soslayar, y ante realidades que no permiten evasiones f¨¢ciles, los partidos y los grupos con representaci¨®n parlamentaria comienzan a tomar posiciones m¨¢s definidas que las que hasta ahora han servido para tantear el terreno donde se libraban peque?as escaramuzas.En el campo socialista -lato sensu- se han dado los primeros pasos efectivos. La declaraci¨®n del secretario general del PSOE relativa a la posible eliminaci¨®n de la palabra marxismo no ha sido ciertamente ni una ligereza ni un simple bal¨®n de ensayo. La escasa reacci¨®n de los llamados intransigentes y las explicaciones con que de un lado y de otro se ha procurado apresuradamente atenuar el aparente radicalismo de la declaraci¨®n, sin negar su alcance, prueban que nos encontramos ante un plan cuidadosamente estudiado y desarrollado hasta ahora con habilidad.
El PSOE obtuvo en las elecciones de junio pasado una fuerte minor¨ªa. Se la dieron no s¨®lo los votos de los elementos obreros, buena parte de los cuales no acatan con gran disciplina las directivas del partido, sino tambi¨¦n los sufragios de ciertos n¨²cleos intelectuales en discrepancia con el conservadurismo de ciertos grupos, con el mal disfrazado continuismo de otros y con las indecisiones, contradicciones y errores de otros que estaban llamados a formar entre los dos extremos una s¨®lida construcci¨®n intermedia.
Ante la perspectiva de las elecciones municipales y tal vez de las legislativas celebradas de un modo simult¨¢neo, el PSOE no quiere perder esos votos no obreristas y tal vez captar adem¨¢s los de esos socialdem¨®cratas mal definidos, que tan disgustados e inquietos se muestran en el seno de la UCD.
Los consejos de los partidos cong¨¦neres de otros pa¨ªses y un concepto realista del momento actual empujan al socialismo espa?ol hacia una posici¨®n socialdem¨®crata, que facilite su acceso al poder en la fecha m¨¢s pr¨®xima posible. Para ello, precisaba el PSOE aliviar su contenido revolucionario. Al definirse frente al problema de la forma de gobierno, ha dejado a un lado su program¨¢tico republicanismo que pod¨ªa cerrarle el acceso a La Zarzuela. Para no asustar a liberales de, nueva aportaci¨®n, echa por la borda la calificaci¨®n de marxista, camino que ya le despej¨® Carrillo al renunciar por su parte al leninismo. Estamos ante dos movimientos paralelos de una misma evoluci¨®n t¨¢ctica con fines tranquilizadores.
?Debemos considerarlos como un simple cambio terminol¨®gico, que no penetra con suficiente eficacia transformadora en las masas en que los jefes evolucionistas se apoyan? ?Seremos los espectadores ingenuos de un pragmatismo posibilista que sigue pura y simplemente el camino de las conveniencias de momento?
Hay razones lo mismo en pro que en contra de esta tesis, pero no creo que valga la pena de lanzarse a un proceso de intencionalidad, que podr¨ªa hacernos perder de vista la realidad en que hoy nos hemos de mover. Y esa realidad nos dice, por lo pronto, que el socialismo est¨¢ ocupando posiciones ventajosas para su estrategia futura.
?Qu¨¦ se observa en los dem¨¢s campos, dejando a un lado los que en un extremo y otro se colocan, por el empleo sistem¨¢tico de la violencia, fuera de toda posible convivencia?
En lo que com¨²ncionalmente se llama la derecha, presenciamos les esfuerzos persistentes de personas individualmente respetables que fueron en el pasado hombres vinculados al franquismo, que hoy, por la fuerza de las circunstancias, se aproximan al conservadurismo m¨¢s cerrado, y que si logran superar el personalismo -hasta ahora tienen m¨¢s cabezas que masas- estar¨¢n en disposici¨®n de captar aquellos de los elementos centristas que en el fondo de sus corazones son mucho m¨¢s continuistas que dem¨®cratas.
Estos hombres de fuerte personalidad, que preparan la conquista de sus fuertes en sus celebrados almuerzos de trabajo, har¨ªan tambi¨¦n los mayores esfuerzos para llevarse una parte de la UCD, condenada por naturaleza a una inevitable disgregaci¨®n, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, a pesar de intentos reorganizativos que s¨®lo se traducen en proliferaci¨®n de puestos, anuncio de congresos que se teme celebrar y definiciones program¨¢ticas de acusada y est¨¦ril vaguedad, como ocurre siempre que se intenta sintetizar ideolog¨ªas divergentes e incluso antit¨¦ticas.
Socialistas de un lado y conservadores de otro se aprestan a recoger las dos tendencias m¨¢s dispares de la UCD el d¨ªa de la desintegraci¨®n inevitable, que s¨®lo se retrasar¨¢ el tiempo en que tarde en resultar inoperante el cemento aglutinante del disfrute del poder.
Posiblemente quedar¨¢n entonces aislados elementos de positivo valor que fueron ciegamente a nutrir el conglomerado centrista, creyendo -es muy posible que de buena fe- que su sincero esp¨ªritu democr¨¢tico y su concepci¨®n espiritualista de la vida tendr¨ªan fuerza suficiente para triunfar de vanidades y peque?as ambiciones, e imprimir su ideal evolucionista al conglomerado de nostalgias del pasado y conveniencias del presente que congregaba el se?or Su¨¢rez bajo la sombra protectora de los beneficios del poder. Esos elementos -ciertamente considerables a pesar de las reservas que ha provocado su poco gallarda evoluci¨®n- podr¨¢n ser las v¨ªctimas de esta reagrupaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas que se va dibujando, si no son capaces de evolucionar sinceramente antes de que os hechos los coloquen en una posici¨®n, de aislamiento desde?oso.
De la misma manera que tendr¨¢n que evolucionar otras fuerzas que, aun manteniendo dignamente una integridad doctrinal y pr¨¢cticamente merecedora del mayor respeto, fueron v¨ªctimas de errores, que pueden y deben rectificar.
Los sistemas totalitarios, movi¨¦ndose en un ambiente de triunfalismos ascendentes, acaban por creer que en pol¨ªtica la mentira y la soberbia son una virtud.
Los hombres y los partidos sinceramente dem¨®cratas, sometidos a las inclemencias de una opini¨®n voluble, tomadiza y muchas veces injusta, tienen que aceptar todas las lecciones aunque no sean merecidas, extraer de ellas la sana esencia correctora que encierran, y tener la humildad dignificadora de saber rectificar con generosidad.
No son peligrosos los hombres que se equivocan; lo son, y en alto grado, los que se creen infalibles.
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