Lisardos descastados, hasta el empacho
Estaba El Viti, con su t¨¦cnica...-?En qu¨¦ toro?
-En los cuatro.
-Ah, ?pero El Viti mat¨® cuatro toros?
-No, dos, pero le sacaron cuatro, y la verdad es que ninguno val¨ªa. De manera que cuando dec¨ªamos eso. de toros, a lo mejor nos est¨¢bamos pasando.
Hay ahora una pol¨¦mica, o quiz¨¢ dos opiniones encontradas, acerca de lo que debe ser un toro. Una de las facciones se pregunta, con esc¨¢ndalo: ?Pero qu¨¦ quieren? ?Qu¨¦ tama?o pretenden que tenga un toro, los de la andanada, y los del siete, y esos otros malos aficionados que se pasan la feria protestando?
Y no es cuesti¨®n de tama?os,, aunque el dato no sea desde?able. Lo que caracteriza al toro es, por fuera, eso que dice el reglamento, como quien no quiere la cosa, acerca del tipo zoot¨¦cnico. Y por dentro, la casta. S¨¢queme usted al ruedo la catedral de Colonia, que si no tiene casta lo mismo dar¨ªa que fuera Bugs Bunny (aunque ese s¨ª tiene casta, m¨¢s que los lisardos de ayer).
Plaza de Las Ventas
Decimotercera corrida de feria. Toros de Lisardo S¨¢nchez, el cuarto devuelto al corral; el sobrero, de la misma ganader¨ªa, por el mismo motivo, y el segundo sobrero, igualmente lisardo, protestados. Se cayeron varios. Salvo tercer y quinto, d¨®ciles, presentaron los problemas de su falta de casta. El Viti: media estocada alivi¨¢ndose (escasa petici¨®n y vuelta). Pinchazo, estocada atravesada y rueda de peones (palmas y pitos). Angel Teruel: estocada ligeramente atravesada, descabello, pinchazo y estocada tendida desprendida (silencio). Estocada (oreja con algunas protestas). Ruiz Miguel: buena estocada (escasa petici¨®n y vuelta). Cuatro pinchazos y media atravesada (silencio). .Presidi¨® muy bien el comisario Pajares. Hubo lleno de ?no hay billetes?.
De esta forma tenemos dos constantes: el tipo zoot¨¦cnico y la casta. Y luego, todo lo dem¨¢s (por favor, secci¨®n de complementos, cuarta planta): integridad en las astas, fortaleza, lesiones ninguna, trap¨ªo (que no es sin¨®nimo de gigantismo), y si encima bravura, he aqu¨ª el toro ideal.
Entre el toro ideal y el toro nefando hay, ya puede imaginaise, tan largo recorrido, que son admisibles todas las gamas, pero en ninguna de ellas cuadra el toro sin casta, porque ese es el no-toro. La casta es la singularidad del toro de lidia, lo que le define, aunque luego el toro concreto que salta al ruedo no tenga bravura, sino mansedumbre.
El no-toro fue la t¨®nica del saldo que Lisardo S¨¢nchez mand¨® ayer a Madrid. O no tan. saldo, pues a lo mejor resulta que ese tipo de animal es el que se dedica a criar a conciencia el ganadero, en la creencia de que tal debe ser el toro de nuestro tiempo, para que se lo disputen las figuras, entre ellas El Viti, que manda en el predio del -criador, y si vamos a dejar las cosas en susjustos t¨¦rminos habremos de a?adir que ¨¦l es, en persona, el mismo criador. Sabr¨¢, entonces, es justo que as¨ª sea, por qu¨¦ los llamados lisardos ten¨ªan tan pobre cabeza, tan romas las terminacio nes de numerosas astas, tan escasa fortaleza. Cuando o¨ªmos lo de ??afeitado!?, ?ser¨ªa por el bien rasurado rostro que tiene El Viti?
Por cierto, que est¨¢bamos con El Viti y su t¨¦cnica...
Eso es: la t¨¦cnica de El Viti. T¨¦cnica reposada, inteligente y maciza para sacar toreo de donde no puede haberlo, porque si el toreo se le hace al toro, al no-toro s¨®lo se le podr¨¢ hacer el no-toreo ?Tendremos quib hablar, entonces de no-t¨¦cnica? Hubo en el primero muletazos sueltos, de hondura in cuestionable, y en el otro que mat¨® voluntad evidente del diestro por sacarle partido. Lo que no har¨¢ un ganadero por sus productos (o lo del amigo), pues hasta cambi¨® la lidia SM y la aproximaba a toriles -por el seis, por el cinco- es de suponer que para disimular los renuncios del g¨¦nero bovino.
Hay que decir que el cuarto fue devuelto al corral por cojo; y el sobrero, asimismo lisardo, tambi¨¦n por m¨¢s cojo; y el segundo sobrero igualmente lisardo, no, aunque la afici¨®n estaba en que s¨ª, en que lo echaran, por cojo, por escobifiado por romo y por lisardo. ? ?Fuera lisardos!? clamaba la afici¨®n. Quiere la afici¨®n madrile?a ver a El Viti con. toros-toros, es decir, con tipo zoot¨¦cnico y casta, aunque quiz¨¢ esto tambi¨¦n es pasarse, porque el maestro ya se midi¨® el a?o pasado con tales sujetos, y seguroque ni la afici¨®n ni el diestro han olvidado los resultados. (He aqu¨ª la inevitable referencia a la tarde de, los victorinos, ?se comprende la iron¨ªa?)
Entre tanto g¨¦nero malo salieron dos bombones, uno para Ruiz Miguel y otro para Angel Teruel. Ruiz Miguel desaprovech¨® el suyo, y no es de extra?ar, pues a este torero le van los platos fuertes, con su guindilla y su ajo, las corridas con casta, nada de dulces productos para hacer encajes de bolillos. Teruel, en cambio, se merend¨® su bomb¨®n y le hizo una faena gustosa, pinturera, fina y pulcra, con altibajos -a veces el pico y mucho pico, a veces enganchones-, pero en la que predominaron las calidades, don dos derechazos y dos naturales que ah¨ª, quedaron, bordados en la arena, para referencia de los momentos cumbres de la feria. Si empez¨® el trasteo en el siete y lo acab¨® en toriles, esa es otra cuesti¨®n, que apuntamos, sin ¨¢nimo de molestar a nadie, ni de del siete ni de toriles.
El otro de Teruel, segundo de la tarde, ped¨ªa tablas, y el espada le dio los medios, y as¨ª no hab¨ªa manera de que se produjera faena. El sexto, para Ruiz Miguel, sac¨® genio y tras unos naturales valientes del gaditano, se acobard¨®. Muri¨® mal el fisardo, por mal matado, y en realidad era lo que se merec¨ªa: al no-toro, el no-volapi¨¦. Y nos fuimos todos a digerir el empacho de lisardos, que vinieron a la feria para sustituir a una corrida rechazada, ?por culpa de quien?, ??de El Viti! ?.
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