Nagel
Por su propia disposici¨®n locativa y con su descarnado adem¨¢n carnavalesco, las figuras pol¨ªcromas de Nagel crean un extra?o ambiente de fiesta s¨²bitamente interrumpida y acallada para siempre. La s¨®lida contextura del poli¨¦ster ha congelado los gestos, y los personajes del sal¨®n han quedado petrificados en la solemne estupidez de sus pasos de baile. Parejas son, principalmente, los integrantes de esta enigm¨¢tica ceremonia en cuya danza, definitivamente inconclusa, el ropaje lujoso de las distinguidas damas y el noble atav¨ªo de los respetables caballeros se han ido corroyendo, degradando, hasta dejar al desnudo el estado remoto de la frente y la naci¨®n reciente del est¨®mago -dicho con palabras de C¨¦sar Vallejo-, v¨ªsceras interiorizadas y manifiestas verg¨¹enzas.En su esperp¨¦ntico estar y aparec¨¦rsenos los momificados personajes de Nagel vienen a constituir algo as¨ª como una fiesta de fin de a?o que tuvo un fin definitivo. Y ah¨ª est¨¢n, con la mano (tal cual se les qued¨® para siempre) iniciando un gesto grotescamente insinuante y dram¨¢ticamente inexpresivo. Ah¨ª est¨¢n, se?oras y se?ores, con las sayas y calzones a medio caer, a medio corromperse, a medio dejar entrever las inconfesables miserias de dentro y los ostensibles atributos de fuera: la soledad, la perplejidad, la bilis, los mezquinos pensamientos, los bajos instintos, el rosa, el verde, el amarillo de la descomposici¨®n, el sexo apolillado y la faz carcomida.
Nagel
Galer¨ªa Felipe Santullano. Columela, 15
El azul, el rosa, el violeta, el verde..., que anta?o fueran gozo festivo o sofisticada tentaci¨®n, han parado ahora, merced a la implacable contextura del poli¨¦ster, en recuerdo desva¨ªdo de un recuerdo sin posible memoria, en s¨ªntoma inminente de una, disoluci¨®n irreparable. Los alegres disolutos de ayer son hoy presa de aquella otra disoluci¨®n definitiva que concluye en la muerte. Como invitados a un tragic¨®mico ensayo general, todos permanecen (tal cual quedaron aquel d¨ªa) en sus puestos, en las cuatro esquinas del sal¨®n, a modo de gui?oles sin hilos, de espantap¨¢jaros, de momias, a la sola espera de sus postrimer¨ªas.
Tales son los ver¨ªdicos sue?os (sue?os de la raz¨®n) que Nagel deduce de su particular¨ªsima experiencia, hasta el extremo de resultar dif¨ªcil, s¨ª no imposible, su identificaci¨®n o simple y casual parecido con los del pr¨®jimo. El ha visto desde dentro, en cueros y en huesos, el espectro social, y as¨ª lo ha plasmado, en huesos y en cueros, como puro espectro mortuorio o festivamente funerario. Ach¨¢quese el resto a su buena mano, a la capacidad artesanal para dominar y policromar el poli¨¦ster, para someter a su tortura y artificio la vieja imagen y semejanza del hombre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.