Nacho Criado
Una sala de diecisiete metros de largo por cuatro de ancho. Paredes blancas, rugosas, apenas iluminadas. Sobre el suelo -moqueta marr¨®n de un marr¨®n no especialmente afortunado- unas piezas geom¨¦tricas dispuestas en un cierto orden geom¨¦trico. M¨¢s que duchampianos objets trouv¨¦s, objetos seleccionados: barras de hierro, yantas de carro, maderos apolillados, trozos de madera seccionados, l¨¢mina y redondo en tensi¨®n sobre unos ladrillos, perfiles met¨¢licos pintados con minio de plata. En la esquina del fondo, a la izquierda, un doble espejo con la palabra identidad. A la entrada, a derecha e izquierda, fotograf¨ªas de acciones.El espacio de la galer¨ªa ha sido notablemente modificado por esta muestra de Nacho Criado que, mal que bien, hemos hecho surgir por una descripci¨®n casi topogr¨¢fica. M¨¢s que como obras aisladas, las piezas cobran sentido por sus relaciones entre s¨ª; y m¨¢s que como lugar donde se exhiben obras, la sala cobra sentido como espacio de esas relaciones. En ¨²ltimo t¨¦rmino casi ser¨ªa preferible que el acceso estuviera prohibido y que tan s¨®lo se pudiera ver -como un gran diorama o una pecera- desde la puerta de entrada. Quedar¨ªa m¨¢s claro que se trata de una totalidad (dispersa totalidad) y no de un ensamblaje de tinglados.
Nacho Criado
Sala C¨¦spedes. C¨ªrculo de la Amistad. C¨®rdoba.
Las piezas expuestas, rescatadas del olvido y de la ocultaci¨®n en que el propio Nacho Criado las manten¨ªa en Meng¨ªbar, dej¨¢ndolas poco menos que pudrirse a veces casi en el mismo lugar en que fueron halladas, cuentan entre las primeras y m¨¢s interesantes manifestaciones espa?olas de ese movimiento que con los a?os se ha dado en llamar arte conceptual. En nuestro pa¨ªs no hemos tenido minimal, pero sus huellas -sobre todo en los or¨ªgenes del conceptual- pueden rastrearse. Aqu¨ª tenemos un ejemplo.
Si hiciera falta insistir en que el esp¨ªritu minimal (a¨²n correspondiendo a momentos determinados y de alg¨²n modo superados) sigue presente en la obra de Nacho Criado, baste comparar los espacios triunfales excavados (1971) con la escalera de barrotes serrados (1977), o ese ir¨®nico monumento negativo que es la funda para una escalera con las escaleras desmaterializadas. Antes y despu¨¦s de aquel memorable Homenaje a Rothko de 1970, la simbolog¨ªa y el hacer del artista participan en parte del trabajo minimal.
Pero una exposici¨®n es tambi¨¦n su circunstancia, y mejor que seguir insistiendo sobre cosas ya dichas m¨¢s extensamente en otras ocasiones, quiz¨¢ sea necesario decir que en C¨®rdoba, la ciudad de Equipo 57 y de C¨¢ntico, la obra se discuti¨® apasionadamente, pero desde la tradici¨®n moderna (en relaci¨®n a Oteiza, por ejemplo). Sin duda, esto puede animar a los responsables de la Sala C¨¦spedes, a confirmar la nueva l¨ªnea de avanzada que -retornando la tradici¨®n de hace quince a?os, cuando expon¨ªan en C¨®rdoba y con gran esc¨¢ndalo, los Saura y los Millares- parecen dispuestos a llevar adelante.
Babelia
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