Un campe¨®n se ha perdido
De lo que ha sucedido en el Mundial argentino hasta la fecha, lo m¨¢s importante, con mucha ventaja, es el desplome vertical del ?futebol? brasile?o. Las dem¨¢s selecciones, con la de Espa?a incluida, s¨®lo han derivado en algunas l¨ªneas a babor o estribor del rumbo previsto. Pero que una selecci¨®n que, tradiciones aparte, hab¨ªa pasado hace un par de meses por Europa causando sensaci¨®n de campeones probables, aparezca en Argentina como una escuadra temblorosa, est¨¢tica y llena de complejos, a la que se le ha olvidado hasta jugar su f¨²tbol, constituye no s¨®lo el gran enigma, sino el gran suceso del Mundial 78.
A falta de su partido el domingo, la selecci¨®n brasile?a no tiene segura su clasificaci¨®n, ni mucho menos, y corre el peligro de volver derrotada entre el pelot¨®n de los torpes que han sido eliminados de la gran parada final. No es nuevo el caso para Brasil, pues hace doce a?os en Inglaterra le sucedi¨® lo mismo. Hab¨ªa ganado a Bulgaria (2-0) y perdido ante Hungr¨ªa (l-3), por lo que el partido contra los portugueses era decisivo para clasificarse. Lo perdieron por 3-1, pero Pel¨¦ hab¨ªa sido cazado por los terribles marcadores lusiadas, y se trataba de un Mundial en campo contrario, no en el continente americano. En este Mundial de nuestros d¨ªas, quiz¨¢ hubiesen admitido, echando m¨¢s le?a a su hoguera de rencores, que Argentina les hubiese ganado la final. Pero ser retirado en el coro de malditos es demasiado, sobre todo si esa prematura eliminaci¨®n llega sin paliativos, como ser¨ªa si llega a producirse. Ni Espa?a ni Suecia, selecciones ante las que Brasil no ha conseguido la victoria, imponen respeto a la torcida. Y mucho menos Austria, que ser¨ªa la llamada a darle el golpe final.
As¨ª se explica la suspensi¨®n de las garant¨ªas constitucionales en el seno de la selecci¨®n con el golpe de Estado en que Coutinho ha sido pr¨¢cticamente exonerado de su cargo y que un Comit¨¦ de Salud P¨²blica radicado en el organismo superior, la Confederaci¨®n Brasile?a de Deportes, con el almirante Nunes en el puente de mando, haya entrado para tomar las medidas de emergencia. La sorpresa ha sido amarga y colosal. Los brasile?os se hab¨ªan acostado una noche pensando en ser ?cuatri campeones? casi, y se han levantado con la perspectiva de ser eliminados, oscuramente y con escarnio. En 1931, al almirante Aznar le pas¨® lo mismo, que Espa?a se acost¨® una noche mon¨¢rquica y al d¨ªa siguiente se levant¨® republicana. Dentro de la selecci¨®n de Brasil ha pasado algo que no sabemos. El f¨²tbol est¨¢ tan hinchado en las ra¨ªces de la gran naci¨®n que llega a conectar con los m¨¢s oscuros fondos raciales. Las noticias comienzan a tener cierta relaci¨®n con los ritos de la macumba mientras arde Coutinho en efigie en las calles de Mar del Plata mientras el hombre se daba a la ruleta para olvidar. Bien conoce el percal cuando dijo que si Brasil fracasaba tardar¨ªa varios meses en volver a su patria. Feola, el seleccionador de 1950, tras de la tarde triste de la final contra Uruguay, tuvo que salir de Maracan vestido de mujer mientras el medio centro Danilo, a quien llamaban por la elegancia de su juego ?el conde Danilo intentaba el suicidio. Por el mismo suceso hubo tres suicidios en el pa¨ªs que no quedaron en tentativa. Que ahora haya habido uno y un homicidio (¨¦ste por discutir la sustituci¨®n de Zico por Medon?a) no es para alarmar. Lo raro es que se haya suicidado un mexicano por sus derrotas. Debe ser que all¨ª andan las armas muy sueltas. Lo peligroso en M¨¦xico ser¨¢n los infartos —con la altitud de la capital, sobre todo— si a la selecci¨®n .se le ocurre ganar alguna vez en alg¨²n Mundial.
Creo —y no lo hago para animar a los espa?oles— que la selecci¨®n brasile?a est¨¢ ?kaputt? y que estas medidas de emergencia a la desesperada no llevan a ninguna parte. Sin tanto estr¨¦pito, la selecci¨®n espa?ola las realiz¨® en los terceros partidos de 1962 y 1966. Sin embargo, para averiguar c¨®mo se ha perdido la selecci¨®n que jug¨® en, Europa —Par¨ªs, Hamburgo, Londres, Mil¨¢n, Madrid— sin vacilar su credibilidad de probables campeones, ?llamamos a Holmes, a Maigret, a Poirot, o a un ?duro? como Sam Spade?
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