Presentaci¨®n de un libro sobre el pintor vasco Agust¨ªn Ibarrola
?Para m¨ª fue un gran descubrimiento averiguar que los cuadros no se hac¨ªan a m¨¢quina, sino a mano. Ten¨ªa entonces catorce o quince a?os.? As¨ª describe Agust¨ªn Ibarrola su primer contacto con el arte en el libro que el periodista bilba¨ªno Javier Angulo, redactor de EL PAIS, ha dedicado al pintor vasco.
El libro, montado como una larga entrevista, describe la trayectoria humana y art¨ªstica de Ibarrola. Una trayectoria en la que continuamente se entrelazan la actividad c¨ªvica y pol¨ªtica del pintor y la actividad art¨ªstica del militante. Esta doble faceta ha sido causa de no pocas incomprensiones y ataques, precisamente desde ambas riberas de su actividad. As¨ª, mientras su defensa intransigente de la libertad del artista le hac¨ªa sospechoso a los Ojos de los sectarios de todos los colores, su actitud netamente militante -de artista militante- le val¨ªa el desprecio de los profetas de la ingravidez (y de la pureza perdida).Agust¨ªn Ibarrola, antiguo aprendiz de zapatero, disc¨ªpulo de V¨¢zquez D¨ªaz en Madrid y continuador en la tradici¨®n vasca de Aurello Arteta, forma parte, con el poeta Gabriel Aresti y el escultor Jorge de Oteiza, de la trilog¨ªa de los malditos del arte vasco contempor¨¢neo. Angulo titula su libro Ibarrola ?pintor maldito?, y ha encargado el pr¨®logo a Oteiza. Y la sombra de Aresti, cuyos poemas ilustr¨® Ibarrola, recorre las p¨¢ginas de la larga entrevista. Los tres enlazan con el otro gran maldito vasco de preguerra, el poeta Tom¨¢s Meabe, del que su pueblo tambi¨¦n reneg¨®. El drama de la vida le este ¨²ltimo, antiguo seguidor de Sabino Arana y luego fundador de las Juventudes Socialistas, es el de toda una generaci¨®n; drama reproducido en Arteta, en Aresti, en Ibarrola, en tantos otros artistas vascos que lucharon por el arte vasco tratando de sacarlo del aldeanismo en que hab¨ªan pretendido encerrarlo.
Demasiado nacionalista para ser considerado un buen comunista, y demasiado comunista para ser buen vasco, -seg¨²n la interpretaci¨®n exclusivista dada al t¨¦rmino por los celadores de los euskeldun- Ibarrola nunca dej¨® sin embargo de ser, ante todo, un artista comprometido con la realidad de su pueblo, al que acompa?¨® a la calle cuando hubo que salir a ella, y a la c¨¢rcel cuando hubo que quedarse dentro.
El libro de Angulo, presentado recientemente en Bilbao, refleja Fielmente la mirada hacia dentro y hacia afuera de un testigo excepcional de esos a?os. Blas de Otero, Aresti, Celaya, Chillida, Oteiza y otros muchos artistas vascos y no vascos evocados por Ibarrola, acuden a las p¨¢ginas del libro como testigos de esa doble mirada que es, al mismo tiempo, la cr¨®nica del arte vasco de posguerra, de Ar¨¢nzazu a la bienal de Venecia.
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