El suelo del petr¨®leo, altera las relaciones con el "coloso del Norte"
Las reservas comprobadas formalmente hasta el pasado mes de febrero sumaban 14.000 millones de barriles. El anuncio de este total produjo gran satisfacci¨®n para el p¨²blico nacional. Pero desde el momento en que sali¨® a recibir eso de los 120.000 millones nadie quiso o¨ªr hablar de la cifra anterior.El impacto sobre la psicolog¨ªa mexicana -incluso sobre las actividades y costumbres de la ciudadan¨ªa- producido por los hallazgos durante los tres ¨²ltimos a?os de nuevos e importantes yacimientos de petr¨®leo ha sido profundo y muy significativo.
Este fen¨®meno subjetivo extiende sus ra¨ªces a diversas facetas de la experiencia hist¨®rica de M¨¦xico. Entre ellas ocupan el primer lugar las relaciones habidas desde mediados del siglo pasado con Estados Unidos. Para un n¨²mero impresionante de mexicanos, el ?coloso del Norte? ejerce en sus vidas una influencia poco menos que obsesiva, positiva o negativamente.
Hay quienes creen (entre ellos, un funcionario gubernamental que me lo dijo sin reparos) que ?la mejor soluci¨®n a todos nuestros problemas ser¨ªa que M¨¦xico se hiciera el estado n¨²mero 51 de la Uni¨®n Americana?. Por otro lado -y son much¨ªsimos m¨¢s-, se encuentran los que sienten odio, repulsi¨®n o desprecio hacia el enorme pa¨ªs vecino. Mejor dicho, estos sentimientos van dirigidos en contra de los gobernantes y su pol¨ªtica; o en el caso de los intelectuales progresistas, contra los valores y la conducta de los norteamericanos, considerados vulgarmente banales. Muy rara vez puede observarse muestra de antagonismo abierto para con individuos de esa nacionalidad.
Por supuesto -al Igual que en todo el mundo occidental, pero quiz¨¢ con m¨¢s insistencia all¨ª por la proximidad y el volumen de contactos-, entre aquellos dos extremos existe una gran masa de peque?os burgueses que, sin tener conceptos ni actitudes realmente formados con relaci¨®n a tal materia, buscan, absorben, imitan y compran cualquier novedad proveniente de allende la frontera Norte.
Distintas reacciones
Ahora bien, para cada una de las tres tendencias, la ?promesa petrolera? ha venido a forjar, plausiblemente, ilusiones y reacciones distintas. Los primeros (los menos) ceder¨¢n algo en su propuesta radical. Los segundos -ya lo ponen en agresiva evidencia- sue?an con una liberaci¨®n definitiva de ?la hegemon¨ªa pol¨ªtico-econ¨®mica yanqui?. En cuanto a los terceros, su j¨²bilo se centra en las supuestas posibilidades, dentro de un futuro cercano, de aumentar grandemente la importaci¨®n de mercancias norteamericanas y, marginalmente, en la oportunidad de viajar con m¨¢s frecuencia a Disneylandia o Miami. De hecho, la afluencia mexicana al extranjero (82 % a EEUU) experiment¨® un incremento sensible ya en el pasado, a pesar de una devaluaci¨®n de su moneda frente al d¨®lar que ray¨® en el 90%.
El desmembramiento del territorio nacional como secuela de la invasi¨®n norteamericana de 1846-48; el bombardeo de Tampico y la ocupaci¨®n de Veracruz por los marines, en 1914; la hostilidad oficial y la congelaci¨®n de ayuda econ¨®mica que siguieron a la expropiaci¨®n petrolera; todos estos morientos de tensi¨®n bilateral, m¨¢s otros mil detalles de menor envergadura han contribuido a alimentar el complejo de suspicacia, y recelo que domina la postura de tantos mexicanos, trat¨¢ndose de la gran potencia septentrional.
Es verdad, adem¨¢s, que los a?os inmediatamente despu¨¦s de la nacionalizaci¨®n resultaron tan dif¨ªciles, en cuanto al manejo y desarrollo de la industria del oro negro, que la sombr¨ªa profec¨ªa citada al comienzo de esta cr¨®nica parec¨ªa a punto de cumplirse. Copsumada la acci¨®n presidencial, que fue justificada por la negativa de las compa?¨ªas explotadoras a reconocer los derechos soberanos del Estado sobre el subsuelo de los campos petrol¨ªferos, el Gobierno mexicano quer¨ªa contratar los servicios de numerosos t¨¦cnicos extranjeros que hab¨ªan estado trabajando en ellos.
El Gobierno ingl¨¦s no s¨®lo prohibi¨® a sus s¨²bditos que aceptasen semejantes ofertas, sino que suspendi¨® las relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses Y las firrnas norteamericanas afectadas por el decreto, convencidas de que nunca recibir¨ªan compensaci¨®n por las pertenencias expropiadas, no permitieron que nadie de su personal se quedara. Menos de una docena de expertos de nacionalidad extranjera desafiaron tales prohibiciones para acogerse a los sueldos excepcionalmente elevados que M¨¦xico estaba dispuesto a pagar.
Vale la pena anotar que, pasada la hora de las m¨¢s furibundas recriminaciones, las autoridades mexicanas negociaron con cada una de las firmas expulsadas indemnizaciones aceptables a pagarse en abonos, que fueron liquidados escrupulosamente en las fechas se?aladas.
Pero los descubrimientos que podr¨ªan convertir a M¨¦xico en una de las m¨¢ximas potencias petroleras del mundo datan de 1975, la mayor parte de ellos localizados el a?o pasado. Todos estos vacimientos se encuentran en el extremo suroriental del pa¨ªs, principalmente en los estados de Chiapas y Tabasco, con algunas prolongaciones en Guatemala y Belice (Honduras Brit¨¢nica). Sin embargo, el ge¨®logo estadounidense mencionado con anterioridad ha expresado la creencia de que el 70 % o m¨¢s del subsuelo mexicano puede ser petrol¨ªfero, ?aun cuando no s¨¦ si todas esas reservas est¨¢n a profundidades que hagan comercialmente factible su extracci¨®n?.
Freno a la euforia
Salvedades prudentes de esta ¨ªndole pasan inadvertidas para el ciudadano com¨²n y corriente, que cree que su pa¨ªs est¨¢ evolucionando ya hacia una opulencia tal que pronto ser¨¢n superadastodas sus dificultades y deficiencias. El Gobierno ha montado una campa?a para contrarrestar este ambiente de euforia. En sus conferencias o entrevistas de prensa los funcionarios hacen hincapi¨¦ en que los ingresos percibidos de la exportaci¨®n aumentada de petr¨®leo (se espera que para fines del a?o en curso ¨¦stas alcancen los 800.000 barriles diarios, contra 390.000 actualmente), van a ser dedicados prioritariamente a saldar la abultada deuda externa, y, despu¨¦s, al fomento de la infraestructura campesina, largamente desatendida.
Mientras tanto, la cuesti¨®n del gas natural permanece candente. Este derivado del petr¨®leo se ha presentado cuantiosamente en uno de los nuevos campos de Chiapas, llamado Cactus. Se est¨¢ construyendo de all¨ª a Ciudad Reyriosa, en la frontera norteamericana, a un costo de 2.000 millones de pesos (7.000 millones de pesetas), un amplio gasoducto con el fin de vender el excedente de este producto al pa¨ªs del norte.
Sucede, sin embargo, que no se ha llegado a¨²n a ning¨²n acuerdo sobre el precio; M¨¦xico lo ha fijado en 2,60 d¨®lares por cada mil pies c¨²bicos, y seis compa?¨ªas norteamericanas, deseosas de comprarlo, han aceptado esta cifra. Pero el Gobierno de Washington se resiste a dar su aprobaci¨®n, evidentemente por ternor a que las firmas productoras dom¨¦sticas, ahora autorizadas a. cobrar un m¨¢ximo de 1,75 d¨®lares, comiencen a exigir alzas.
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