Carta abierta al senador Byrd
Senador real
Se?or senador: permita usted que un senador espa?ol comente brevemente sus declaraciones a unos periodistas, reproducidas en EL PA?S del 2 de julio. Para que me comprenda mejor, deseo decirle que, a¨²n cuando ostento su mismo t¨ªtulo yo no soy un pol¨ªtico, sino un artesano intelectual, no estoy junto a los centros del poder ejecutivo ni me interes¨® nunca ocuparlos-, y no represento a nadie, pues con ese car¨¢cter acept¨¦ mi nombramiento. Pese a esas diferencias (y a otras m¨¢s, naturalmente), no dudo que tenemos aluo en com¨²n: el inter¨¦s de ambos por nuestros pueblos respectivos. Ese inter¨¦s me inspira esta carta, encaminada a que ustedes nos comprendan mejor y no procuren conseguir sus fines (aunque temo que los alcanzar¨¢n) sobre una base falsa susceptible de engendrar resquemores futuros.
Mi comentario se refiere a su afirmaci¨®n de que ?tanto a Estados Unidos -su ejecutivo, Congreso y pueblo- como a los aliados europeos les gustar¨ªa que Espa?a entrase a formar parte como miembro de pleno derecho de la Alianza Atl¨¢ntica?. Esa afirmaci¨®n, confirmada por reiteradas noticias en el mismo sentido. suscita mi inquietud y creo no ser el ¨²nico espa?ol a quien tan machacona insistencia en admitirnos basta y sobra para hacernos sospechar que la entrada en la OTAN (sobre todo ?de pleno derecho?, es decir, con todas las cargas) ser¨¢ mucho m¨¢s ventajosa para Estados Unidos , sus aliados que para Espa?a. Estos ¨²ltimos el contraste es significativo) no tienen el mismo entu siasmo para abrirnos las puertas del Mercado Com¨²n, donde Pre tendeos ingresar desde 1962. aunque haya. cambiado la situaci¨®n pol¨ªtica que hasta 1975 pa rec¨ªa impedirlo.
Quiz¨¢ mi actitud le resulte suspicaz pero reconocer¨¢ usted que es natural ante los invitantes amigos de ahora que uno puede preguntarse d¨®nde estaban, por ejemplo, cuando la crisis del Sahara. En mi tierra -y en la suya- cualquier labrador razonable sospechar¨ªa en la feria ante quien quisiera venderle una mercanc¨ªa con excesivos encarecimientos. ?Aqu¨ª hay gato encerrado?, se dir¨ªa nuestro hombre rasc¨¢ndose pensativamente la cabeza. Eso hacemos ahora quienes, adem¨¢s, hemos le¨ªdo en EL PA?S hace pocas senianas lo que seg¨²n un informe alem¨¢n aportar¨ªa Espa?a a la OTAN: soldados, base operativa, almac¨¦n de armamentos, zona de repliegue si vienen nial dadas. Y otras cosas no menos inquietantes. No debe extra?arle que esas cargas. ?de pleno derecho? representen para algunos espa?oles otra cadena m¨¢s en la dependencia espa?ola.
Porque yo ya s¨¦ que somos dependientes. claro est¨¢, y que lo seremos cada d¨ªa m¨¢s por obra del consumismo a la americana, de las multinacionales, la nuclearizaci¨®n y dem¨¢s ataderos del sistema. Incluso comprendo que, si sobreviene una guerra -mis dioses no lo quieran-aportaremos inevitablemente los soldados y todo lo dem¨¢s mencionado antes. Pero justamente por eso, a qu¨¦ viene mientras tanto limitar nuestra relativa libertad de movimientos y soportar cada a?o los gastos de participar en la OTAN? Y no se me diga que entrando en ¨¦sta nos encontrar¨¢ la tal guerra mejor preparados, porque nada impide se entrene a los profesionales -ya se hace- para estar al d¨ªa en los ?progresos? destructivos de las armas y, porque para dar tierra y, precisa mucha preparaci¨®n. ?Entonces?
En otras palabras, en vez de invitarnos a gritos, procuren explicarnos cu¨¢les son las ventajas para el pueblo espa?ol (subrayo: para el pueblo y no para ciertos grupos o sectores). Cuenta Salvador de Madariaga (autor no sospechoso para ustedes) que un jornalero andaluz contest¨® as¨ª a quien le ofrec¨ªa dinero por su voto en tin¨¢s elecciones: ?En mi hambre inando yo.? En eso consiste para m¨ª la dignidad verdadera y no en sentarme en una esquina de la mesa de los poderosos, que no me a?aden libertad. pues empiezan por encadenarme. Si coniprendieran ustedes esto quiz¨¢ nos invitar¨ªan menos y, en cambio, nos mostrar¨ªan las ventajas de la OTAN para el pueblo espa?ol. Suponiendo que existan.
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