Latinoam¨¦rica, otra cara del imperialismo
Profesor del Colegio de M¨¦xico
Las elecciones para la asamblea constituyente en Per¨², las pr¨®ximas elecciones presidenciales en Ecuador y las de Bolivia y Brasil son signos positivos d¨¦ un cambio en el horizonte de posibilidades democr¨¢ticas para Am¨¦rica Latina. Horizonte de posibilidades que los latinoamericanos tenemos que aceptar y las cuales dependen del sistema cuyos intereses encarnan Estados Unidos, los del imperialismo o neoimpenialismo. Son estos intereses, y la forma como ellos mismos conciben su mantenimiento y desarrollo, los que dan origen a pol¨ªticas dentro de las cuales los latinoamericanos vienen luchando para el logro de viejas metas de libertad, democracia y justicia social que no deber¨ªan serles negadas ni regateadas. La pol¨ªtica imperialista, como Jano. ha mostrado dos caras. Pol¨ªtica que parte de la expansi¨®n estadounidense sobre Am¨¦rica Latina en 1898 para ocupar el ?vac¨ªo de poder? que el imperialismo espa?ol se vio obligado a dejar ante la rebeli¨®n de sus ¨²ltimas colonias en Am¨¦rica, las del Caribe. Por un lado, el rudo imperialismo de los McKinley, Teodoro Roosevelt. Elsenhower, Johrison y Nixon-Ford. y por el otro, el imperialismo ?amable? de Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy y, ahora, James Carter. Amable pero imperial, aunque el calificativo choque a la naci¨®n que lo realiza. Mano de hierro con guante de seda, y por ello un freno que los afanes libertarios de Am¨¦rica Latina de una manera u otra tienen que mascar en espera de que alguna vez este masticar acabe cortando el freno.
Este otro imperialismo, que pretende ser amable sin dejar de ser imperial, sabe de las relaciones que guarda el desarrollo y permanencia de sus propios intereses con la existencia, m¨¢s o menos precaria, de los pueblos que lo hacen posible. Sabe que no es matando a la gallina de los huevos de oro como se va a extraer m¨¢s riqueza. Sabe que a esta gallina hay que alimentarla para que siga produciendo. Sabe, tambi¨¦n, que no es de la extrema miseria como se puede producir riqueza.- Sin embargo, esto que parece tan obvio es dif¨ªcilmente comprendido por ese imperialismo rudo de que hablamos. La ¨²ltima expresi¨®n del mismo fue el forjado por Henry Kissinger: represi¨®n brutal y extracci¨®n de la riqueza hasta el agotamiento y segura muerte de la v¨ªctima. Pero fueron los fracasos de tal imperialismo, la verg¨¹enza de Vietnam y el remordimiento de Chile los que inclinaron a la mayor¨ªa de los electores estadounidenses a dar su voto al amable pastor Jimmy Carter. Hace ya muchos siglos Alejandro de Macedonia se propuso levantar su imperio ligando los intereses de los conquistadores griegos a los de los conquistados pueblos del imperio; simb¨®licamente celebrando nupcias con la hija de Dar¨ªo y haciendo que sus generales lo hiciesen con otras persas. El imperio, sab¨ªan, debe contar con tos conquistados. Una lecci¨®n que, por cierto, no fue aprendida por sus generales ni m¨¢s tarde por el imperio romano, el cual aciib¨® siendo destruido por la gente- con la que no se supo contar en su debido tiempo.
Ahora los serviles agentes del imperialisrno forjado por Kissinger se encuentran de repente ? colgados; de la brocha?. La pol¨ªtica que permiti¨® asesinatos en masa, prisiones, torturas y de portaciones masivas, apoyadas y aplaudidas; por el sistema es con denada en nombre de los derechos humanos clue sostiene el r¨¦gimen del presidente Carter. La pol¨ªtica de enterrar, desterrar y aterrar a quienes se opongan al sistema no sirve ya a los intereses del mismo.
La inflaci¨®n, la miseria de mavor¨ªas cada vez m¨¢s grandes, no satisface a un sistema que necesita producir m¨¢s y m¨¢s, pero tambi¨¦n vender esta producci¨®n. Por ello ahora los grupos de poder represivos en Am¨¦rica Latina son conminados a cambiar de pol¨ªtica, por una pol¨ªtica para la cual no est¨¢n hechos. Signo de que se habla en serio lo ha sido la presi¨®n en Santo Domingo para que fuesen reconocidas las elecciones en ese pa¨ªs, respetando la voluntad de los votantes. Y Carter, en la pasada reuni¨®n de la OEA en Washington, dijo con la franqueza de un nuevo C¨¦sar: ?Preferimos adoptar medidas positivas, pero donde los pa¨ªses persistan en violaciones serias de los derechos humanos continuaremos demostrando que hay castigo a la desconsideraci¨®n flaorante de normas internacionales.? Por ello Pinochet, en Chile, hace maromas para justificar lo injustificable cada vez m¨¢s presionado por la nueva pol¨ªtica imperial. y Videla, en Argentina, pretendi¨® cambiar la faz del r¨¦gimen represivo a trav¨¦s de ese circo sin pan que fue el Mundial de F¨²tbol, mientras en Uruguay se niega que sean tantos los desaparecidos, los apresados y torturados como les son achacados.
El militarismo peruano y el ecuatoriano. surgidos en otro contexto, el que en un principio fue calificado de ?naserismo?, se han mostrado los m¨¢s dispuestos al relevo, aunque condicionados por la perm anencia de algunas de sus expresiones reformistas. El relevo. por supuesto, se est¨¢ viendo, no pondr¨¢ en peligro los intereses del sistema, con lo cual se da la raz¨®n a Carter. El aprismo y el Partido Popular Cristiano han alcanzado la mayor¨ªa como expresi¨®n de la voluntad de los electores. Reformismo y conservadurismo, que tambi¨¦n se apuntan como triunfantes en Ecuador, permitir¨¢n, sin violaci¨®n de los derechos humanos, una pol¨ªtica que no atentar¨¢ contra los intereses del sistema, los del imperio. Brasil y Bolivia, dec¨ªamos, parecen seguir este camino. La resistencia mayor se encuentra en gorilatos que, creados tambi¨¦n para reprimir, no saben ahora qu¨¦ hacer con sus espadones. Pero ?qu¨¦ ganar¨¢n las libertades y la democracia latinoamericanas con todo esto? Mucho siempre y cuando los grupos liberales y progresistas no se dejen atrapar por las provocaciones. Un fuerte n¨²cleo izquierdista ha alcanzado una buena representaci¨®n en Per¨², tan buena que habr¨¢ que contar con ¨¦l. Pero es una fuerza que la divisi¨®n que sufre la izquierda latinoamericana puede hacer inocua. Sin embargo. all¨ª est¨¢ una nueva salida para esta Am¨¦rica dentro del mismo horizonte de posibilidades que los intereses del imperio imponen al mismo. Intereses cuyos Lisufructuarios son ya conscientes de que no es por la v¨ªa represiva como se puede detener el deterioro de los mismos, sino, por el contrario. adelantarlo.
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