Larra, un presente mortal y rosa
Larra: autopsia de un suicidio, m¨¢s que un ensayo po¨¦tico, como el propio autor lo califica, es un poema-collage, en donde los versos van contrapunte¨¢ndose con las citas m¨¢s hermosas que, sobre el ?supremo gesto?, nos dejaran las plumas de un Pavese, un Camus, un Cernuda, un Esenin.... del mismo Mariano Jos¨¦ de Larra... El peque?o libro, escrito con indudable pasi¨®n, va dedicado a los ?cuervos, hienas y panteras? que rodearon la vida de Larra y a¨²n siguen rode¨¢ndonos. Es reconfortante hallar en estos tiempos de ignominiosa indiferencia y apat¨ªa, alguien que -como Daniel Blanquer- posea las suficientes dosis de po¨¦tica inocencia y furor juvenil para gritar sus versos a ellos, los ?cuervos, hienas y panteras?, que empujan tanta naturaleza sensible a la autodestrucci¨®n.Con el romanticismo se inicia la disoluci¨®n. Desde entonces el arte es una suerte de frenes¨ª autodestructivo y el suicidio aparece como la amenaza constante o el dato final en la biograf¨ªa del artista. En el fondo, los problemas planteados en la ¨¦poca de Larra son los mismos que contin¨²an hoy sin resolver. Y esto Blanquer nos lo recuerda cuando, en su breve an¨¢lisis de las circunstancias que rodearon la vida del poeta (1809-1837: Apuntes de un tiempo sombr¨ªo), utiliza una serie de t¨¦rminos o neologismos propios de la jerga sociol¨®gico-pol¨ªtica de actualidad. Ante el nihilismo que infecta a todas las capas sociales, ante la sentina de mentiras a que se reducen todas las instituciones y axiolog¨ªas de nuestra ?civilizaci¨®n?, en el reino de la dispersi¨®n, el quillotro suicida no ha hecho m¨¢s que agudizarse. ?Estaremos siempre a vueltas con Larra? ?Larra ser¨¢ siempre, como dice Francisco Umbral en el pr¨®logo del libro que comentamos, ?un presente mortal y rosa??
Larra: autopsia de un suicidio
Daniel Blanquer Edici¨®n del autor. Alicante, 1978
Cuando Larra ve que su coraz¨®n es un sepulcro y lee: ? ?Aqu¨ª Yace la esperanza! ?, no dec¨ªa la verdad. Cioran ha visto esto con la lucidez que le caracteriza: el suicida es un esperanzado, una v¨ªctima de la esperanza, un nihilista a medias. Es preciso ir m¨¢s all¨¢, re¨ªr como un despellejado vivo; hundirse danzando en el abismo, como quer¨ªa Zaratustra. Ya los rom¨¢nticos, que descubrieron el veneno, tambi¨¦n hablaron del ant¨ªdoto: la iron¨ªa. Y esto es lo que escasea, y no s¨®lo en el texto de Blanquer.
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