Exito de la Passadena Roof Orchestra en el certamen de jazz de San Sebasti¨¢n
Los pasados viernes, s¨¢bado y domingo continuaron las sesiones de aficionados y profesionales en el XIII Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n. La secci¨®n de aficionados finaliz¨® el viernes en la misma t¨®nica de altibajos y falta de originalidad con que comenz¨® el jueves.Una audiencia masiva (con una notable generosidad para el aplauso) tuvo que escuchar en primer lugar al grupo austr¨ªaco Neighbours, que se limitaron a realizar un free jazz apenas estructurado y sin mayores alicientes. A continuaci¨®n, un grupo checo, la Prage Bic Bang Combo, que m¨¢s parece una m¨¢quina musical que un grupo de jazz, pero que se llevaron el segundo premio en jazz moderno, debido, sin duda, a esa misma seguridad carente de alma.
Los Dolden Wash Borad, de Polonia, en la categor¨ªa de jazz tradicional, interpretaron una serie de cl¨¢sicos con una falta de pretensiones que se agradeci¨® lo indecible.
Con ellos se cerr¨® la sesi¨®n de tarde y la de la noche fue abierta por el Michel Klotchkoff Tr¨ªo El tal Klotchkoff es un industrial franc¨¦s, que dio la gran sorpresa al mostrarse como el m¨¢s jazz¨ªstico de todos los pianistas que han pasado por el festival. Es indudable que su trabajo vali¨® el primer premio que le concedi¨® el jurado, por mucho que su secci¨®n r¨ªtmica dejara mucho que desear.
Los Golden Wash Board, de con cinco vientos, fueron, desde mi punto de vista, lo m¨¢s original de un concurso que se ha caracterizado por el conformismo de la pr¨¢ctica totalidad de los participantes. Como instrumentistas son mediocres -tal vez debido a su juventud-, pero fueron, como digo, los ¨²nicos que demostraron esp¨ªritu amateur.
La presentaci¨®n espa?ola se cerr¨® con el Catalonia Jazz Grupo. Encuadrado por voluntad propia en la absurda secci¨®n de jazz-rock, los Catalonia no hicieron ni eso, versioneando conocid¨ªsimos temas de Chic Corea que pertenec¨ªan, en su totalidad, a las ¨¦pocas menos rockeras del mismo. El jurado elimin¨® la categor¨ªa, y en un alarde de injusta generosidad otorg¨® una menci¨®n a su saxo, cuando, desde luego, los hubo mucho mejores.
El concurso finaliz¨® con la Happy Feed Jazz Band. Sin ser ninguna cosa del otro jueves fueron, sin embargo, un buen cierre, con temas entre swing y sentimentaloides que dejaron a todo el mundo con la sonrisa en los labios.
El s¨¢bado por la noche actu¨® la Pasadena Roof Orchestra. La Pasadena se form¨® en 1969 como grupo amateur, cuyo fin era revivir los ¨¦xitos de los a?os veinte y treinta. Al poco tiempo, sin embargo, se profesionalizaron para convertirse, ya definitivamente, en una gran banda que a un escrupuloso respeto por los arreglos primitivos de dichas canciones unen una puesta en escena de acuerdo con la ¨¦poca. Y, sin embargo, ni sus smokings color crema ni sus peinados brillantes son ninguna parodia. Recrearon una ¨¦poca con tal respeto y, al mismo tiempo, tal espontaneidad, que resultaba a¨²n hoy perfectamente v¨¢lido. Su presencia en el festival fue un gran acierto, que no pudo continuar el domingo.
El grupo suizo Shi Vananda, que tuvo que cargar con toda la responsabilidad del concierto, result¨® de un neoprofesionalismo y una falta de imaginaci¨®n alarmantes. Su jazz-rock es demasiado primitivo. Sus solistas muy limitados, y el generoso p¨²blico de San Sebasti¨¢n les aplaudi¨®, seguramente, en base al ritmo machac¨®n y mon¨®tono que mantuvieron durante toda su actuaci¨®n.
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