Ej¨¦rcito-orden p¨²blico-polic¨ªa/1
Comandante de Ingenieros
Seg¨²n algunos criterios la violencia humana es una constante. Unas veces se ejerce ocultamente. Otras es manifiesta. Pero solapada o abiertamente la suma de las acciones violentas es una constante.
Se cita, a t¨ªtulo de ejemplo, que en tiempos del dictador Porfirio D¨ªaz, una recua de mulas cargada de oro pod¨ªa atravesar M¨¦xico sin otra guardia que el acemilero. Nadie se atrev¨ªa a atacar el con voy. Pero la violencia institucional ejercida por los famosos ?rurales? impon¨ªa el terror por todas partes, y creaba las condiciones para la Revoluci¨®n de 1910; la de Villa, la de Zapata.
Violencia manifiesta
?Cuando la explotaci¨®n -dice V¨ªctor Werner- del Centre de Sociologie de la Guerre (Universidad Libre de Bruselas), la extorsi¨®n y la opresi¨®n se instalan en un pa¨ªs, se dir¨ªa que, al mismo tiempo, nace de esta situaci¨®n una violencia estructural que se opondr¨¢ a la violencia ?legal? por la rebeli¨®n, la revoluci¨®n o la guerra civil ... ?
En alguna manera, la violencia que est¨¢ padeciendo la sociedad espa?ola no es espont¨¢nea. Es consecuencia de la violencia estructural de los a?os anteriores. Podr¨ªa decirse que es un trasvase de la que se ha ejercido sobre el pueblo llano, a nivel social o a nivel pol¨ªtico, y que se manifiesta ahora abiertamente.
Las alteraciones de orden p¨²blico son parte importante de esta violencia manifiesta actual. Esta clase de incidentes, manifestaciones de masas, des¨®rdenes, etc¨¦tera, son m¨¢s dram¨¢ticos en sociedades estructuradas como Espa?a: pa¨ªses semiindustrializados que han experimentado un fuerte pero desequilibrado desarrollo econ¨®mico, en un tiempo relativamente reducido.
Violencia civil
Quiz¨¢ el mejor an¨¢lisis de este fen¨®meno social, desde posiciones, eminentemente conservadoras, se deba a Robert Moss (Urban Guerrilla Warfare, Londres 1972). Seg¨²n Moss, son causas de ?violencia. civil? (por respetar la expresi¨®n anglosajona):
-Los movimientos migratorios internos intensos. Concretamente el desmesurado crecimiento de las grandes ciudades, sobre todo cuando est¨¢n motivados, antes que por la creaci¨®n de puestos de trabajo en las zonas industriales, por la pauperizaci¨®n de las ¨¢reas rurales. Es un fen¨®meno muy agudo en Am¨¦rica Latina y en la India. No es ajeno a la realidad espa?ola.
-La concienciaci¨®n de la pobreza relativa. ?Los hombres -dice Moss- no se sublevan por su pobreza o desposesi¨®n, sino cuando se hacen conscientes de lo injusto de la misma.? Y se hacen conscientes a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n; y a trav¨¦s de las corrientes ideol¨®gicas actuales que rechazan la ?natural? divisi¨®n social entre ricos y pobres.
Control demogr¨¢fico
Finalmente, cabr¨ªa a?adir, que seg¨²n Bouthoul y su Institute Francais de Polemologie, el excesivo crecimiento demogr¨¢fico es la principal causa de guerras, que ejercer¨ªan una funci¨®n ?reguladora? de esos excesos de poblaci¨®n. Puede interpolarse ?disturbios civiles? en ?guerra?, y examinar la correlaci¨®n existente entre paro juvenil y violencia civil.
Resumiendo: en Espa?a se dan todas las condiciones para que haya violencia civil. Y ¨¦stas no son consecuencia de una ?crisis de autoridad? como estiman los grupos m¨¢s conservadores. No es posible, ni deseable, retroceder a la ?violencia legal? de los rurales de Porfirio D¨ªaz. Hay que hacer frente a la violencia civil con los m¨¦todos actuales, ensayados con ¨¦xito en pa¨ªses como Francia y EEUU. Y hay que apresurarse a adoptar estos m¨¦todos en el conocimiento de que la violencia civil, y sobre todo las manifestaciones tumultuosas callejeras, ir¨¢n in crescendo en los pr¨®ximos inmediatos a?os, hasta que los equilibrios pol¨ªticos y las reformas econ¨®micas marquen el punto de involuci¨®n.
Caracter¨ªsticas propias
Prescindiendo de las otras formas de violencia civil (terrorismo, subversi¨®n, etc¨¦teira), las alteraciones de orden p¨²blico tienen unas caracter¨ªsticas espec¨ªficas que exigen una acci¨®n de control propias: hacer frente a una multitud excitada implica el empleo de un grupo de hombres disciplinado y numeroso, que obedezca las ¨®rdenes de un solo jefe. Esta es una definici¨®n de ?ej¨¦rcito?.
Y, en efecto, los pa¨ªses anglosajones emplean tropas regulares en funciones de antidisturbios. Inglaterra, en su actual conflicto civil de Irlanda del Norte. EEUU en las revueltas estudiantiles y de los barrios negros de finales de la d¨¦cada de 1960. La Constituci¨®n lo admite; y figura como una de las misiones en el ?Manual de Campa?a? del Ej¨¦rcito americano, de 1958.
Ausencia de militocracia
Ahora bien, en ambos casos la actuaci¨®n de tropas est¨¢ exenta de pol¨¦mica alguna, ya que ¨¦xiste una tradici¨®n de ausencia, total de ?militocracia? (expresi¨®n tomada de Harries-Jenkins en su comunicaci¨®n sobre ?Legitimacy, Law and Order? al Congreso de Sociolog¨ªa Militar de Toronto, 1974).
En el extremo opuesto del abanico pol¨ªtico, tambi¨¦n las dictaduras fascistas y socialistas, en especial los desp¨®ticos reg¨ªmenes englobados en el Tercer Mundo, recurren a tropas militares contra disturbios civiles. Pero en esos paises las funciones de militares y polic¨ªas se solapan. Ambas forman parte de la violencia de Estado, de la violencia ?legal?. La polic¨ªa es un ap¨¦ndice del ej¨¦rcito. O m¨¢s bien, el ej¨¦rcito es una superpolic¨ªa en perpetua guerra civil.
Fusiles contra los indios
Un ejemplo rejiente, reportado por el semanario americano conservador Newsweek (19 de junio de 1978): A finales de mayo, unos setecientos indios kekchi, de la etnia maya, se manifestaron ante el Ayuntamiento de Panzos, Guatemala, contra la orden de expulsi¨®n de las tierras que estaban cultivando desde tiempos ancestrales. Los militares que guardaban el edificio, despu¨¦s de intercambiar algunos golpes y empujones, perdieron la serenidad y rompieron fuego con sus fusiles Galil (made en Israel). M¨¢s de un centenar de hombres, mujeres y chiquillos inermes resultaron muertos. ?Este ej¨¦rcito -terminaban diciendo los periodistas Strasser y Simons- evidentemente no est¨¢ preparado para pacificar disturbios civiles. ?
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