Las relaciones econ¨®micas franco-espa?olas
Las relaciones hispano-francesas han tenido siempre un car¨¢cter apasionado. La afinidad de cultura entre los dos pa¨ªses, la proximidad geogr¨¢fica, hacen que cuanto s problemas surgen en el ¨¢mbito hispano-franc¨¦s tengan una especial transcendencia en la opini¨®n p¨²blica espa?ola.El esp¨ªritu del Dos de Mayo dormita en el alma de muchos y una insignificancia puede hacerlo despertar. Por ello, es tarea importante de los que intervienen en las relaciones entre ambos pa¨ªses reducir las cosas a sus justos l¨ªmites hacer valer las circunstancias atenuantes de los errores cometidos, incluso en el momento de fustigarlos.
Nada m¨¢s f¨¢cil, por ejemplo, que poner de relieve las declaraciones de los pol¨ªticos franceses hostiles a la entrada de Espa?a en la CEE, y es cierto que, desde el Partido Comunista, que afirma su ?oposici¨®n resuelta a la admisi¨®n de Espa?a?, hasta el RPR, cuyo secretario general, Jacques Chirac, proclama que la entrada de Espa?a en el Mercado Com¨²n ?ser¨ªa un profundo error?, todo parece indicar. que los partidos franceses se oponen a la admisi¨®n de Espa?a en la Comunidad Europea.
Y, sin embargo, tal visi¨®n ser¨ªa simplista y falsa. No hay que olvidar que otros partidos de la mayor¨ªa y de la oposici¨®n se han pronunciado favorablemente a Espa?a.
Y, adem¨¢s, la posici¨®n de Francia no viene definida por las ideas m¨¢s o menos demag¨®gicas de algunos pol¨ªticos, sino por el presidente de la Rep¨²blica y por el Gobierno y la toma o,ficial de posici¨®n del Consejo de Ministros de 5 de julio es que ?el Gobierno ha confirmado su actitud positiva frente a la candidatura europea de Espa?a?.
Lo mismo sucede en las relaciones comerciales entre los dos pa¨ªses. Muchas voces se han elevado leg¨ªtimamente para atacar las medidas neo-proteccionistas adoptadas por Francia contra las exportaciones espa?olas. Ning¨²n espa?ol puede aprobar las declaraciones de.los organismos patronales franceses calificando de salvajes a nuestras ventas a Francia.
Es risible que alg¨²n alto responsable del comercio exterior franc¨¦s hable de deterioraci¨®n de los intercambios entre Espa?a y Francia, porque la bala, nza comercial nos sea favorable desde hace poco; en efecto, las exportaciones francesas hacia Espa?a han aumentado en 1977 en un 27,2%, es decir, m¨¢s que las exportaciones hacia Espa?a de la CEE, que han aumentado en un 21,9 %, y mucho m¨¢s que el conjunto total de las importaciones espa?olas, que han hecho en un 17,10%.
Todo ello, sin embargo, tiene o justificaci¨®n o circunstancias atenuantes. Hay que reconocer que las medidas proteccionistas francesas han sido tomadas en sectores que atraviesan una grave crisis en dicho pa¨ªs. Tampoco hay que olvidar que, en proteccionismo, no tenemos que recibir lecciones de nadie, puesto que el nuestro alcanza cotas tan altas que son ciertamente nefastas para nuestra econom¨ªa, necesitada del efecto salut¨ªfero del aire libre..., aunque algunas empresas enfermas se mueran del resfriado. Y si debemos ser enteramente francos, es menester confesar que el convenio de 1970 con la CEE es injusto para la industria francesa, cuyos productos soportan un arancel elevado para entrar en Espa?a, mientras los espa?oles penetran en Francia con unos derechos de aduana m¨ªnimos: personalmente siento que, por el car¨¢cter global del convenio, los industriales franceses paguen el precio de la protecci¨®n de las naranjas italianas; pero as¨ª lo quiso la CEE al firmar,el convenio de 1970...
El problema de la pesca es quiz¨¢ el m¨¢s significativo de todos, por sus profundas implicaciones humanas. Que las autoridades francesas prohiban a los pescadores espa?oles faenar en aguas en donde lo hac¨ªan desde tiempo inmemorial parece particularmente chocante. Que, por una disposici¨®n comunitaria, se olvide un tratado entre Espa?a y Francia hace vibrar las fibras del nacionalismo que todo el mundo lleva m¨¢s o menos oculto. De ah¨ª a que en los bares del Cant¨¢brico se nieguen a servir sardinas a los franceses, puesto que sus guardacostas impiden a los espa?oles pescarlas, hay un paso que ya ha sido franqueado en alguna ocasi¨®n.
Pero, ?por qu¨¦ no recordar que la prohibici¨®n emana de Bruselas? Pocas voces se oyen.en este sentido. Y, sin embargo, es un tribunal franc¨¦s, el de Bayona, quien absuelve a un pescador espa?ol el delito de pesca prohibida diciendo que ?el respeto de la tradici¨®n, la preocupaci¨®n de las buenas relaciones con un Estado vecino y la estima que merece el trabajo a menudo ingrato y poco remunerador de toda una poblaci¨®n costera constituyen valores indiscutibles? y ?si la autoridad del derecho comunitario es grande, la de un tratado internacional no lo es menos ( ... ) y si el Reglamento Comunitario de 30 de septiembre de 1977 se considerara como un tratado, nos encontrar¨ªamos en presencia de un conflicto entre dos tratados opuestos, de los cuales el m¨¢s antiguo es el acuerdo bilateral Francia-Espa?a?. La realidad es, por tanto, m¨¢s complicada que lo que algunos quieren hacer creer.
?Del viejo el consejo.? En un momento crucial para el desarrollo de las relaciones hispano-francesas, en el per¨ªodo delicado de una negociaci¨®n transcendental, la casi centenaria C¨¢mara Oficial de Comercio de Espa?a en Par¨ªs cree deber levantar la voz para decir: defendamos los leg¨ªtimos intereses, denunciemos los abusos, pero hag¨¢moslo sin susceptibilidades est¨¦riles; ante todo... quitemos hierro.
Presidente de la C¨¢mara de Comercio de Espa?a en Par¨ªs
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